Teatro y cine, son pasiones del autor de «La Quinta Estación». Sin lugar a dudas, muchas imágenes y su poética combinan ambas experiencias artísticas. El teatro de Mario Cura se instala en el expresionismo, de allí su búsqueda de lo esencial del ser.
El punto de partida de La Quinta Estación , tal y como lo señala Mario Cura en su libro que se llama “Teatro” y donde están reunidas las obras que presentó en Salta: Tres mañanas, El Cuarto del recuerdo y esta última – no figura en él Anahí, texto que surgió al parecer en el 2005 y que lo escribiera en Salta- fue “allá por el año 1997”.
Como autor, revela que las primeras imágenes que tuvo son las de un hombre solo sentado en una estación de tren: “hasta que un día, inesperadamente, apareció una mujer”. De allí se avocó a la tarea de averiguar quiénes eran y qué querían. Tardó cinco años hasta que en el 2002, dio a luz La Quinta Estación , obra que vi este viernes 22 de mayo a las 21, 30 en el Salón Auditórium.
La brevedad de la obra corre en forma paralela a la del recuerdo de una mujer hermosa, cincuentona, interpretada maravillosamente por Jacqueline Minati. Si hay un crédito que otorgarle a la directora, Marisa Ruiz, es que ha logrado en la actuación de la actriz, un buen trabajo escénico en tanto recupera el talento que maneja para el melodrama. No lo logra con Cura, quizá una apreciación muy personal, en donde el dramaturgo convive con un código diferente, casi como extracto de un monólogo interno que atrae a fuerza de palabras que surgen inconexas con la alquimia que propone Minati.
Mario Cura ha dado muestras de buena dirección ( Luna astillada , por ejemplo, de Diego Parra), volcado hacia el intimismo y la creación de personajes extracotidianos; como así también, instaló desde la escritura, el destello de lo estético por lo estético mismo y de una dramaturgia singular, donde la sutileza de lo político se diluye en la grandeza literaria y sin embargo, no se anulan.
El universo romántico que se toca en La Quinta Estación , va a contramarcha del modelo capitalista y de la estructura social hipócrita en donde el amor es un constructo del intelecto. Cura cree en el amor real y se refleja en este hombre que espera solo en la estación pero se opone al plan de una mujer mundana cuyo único vuelo posible ha surgido veinte años más tarde. Reivindica el lugar del poeta como único ser capaz de liberarse de ataduras para entregarse al sentimiento.
El pasado, el primer amor y los sueños de juventud se activan en la soledad del recuerdo de una noche en la vida de ella, instantes que insumen una vida entera. El desencuentro sigue siendo, tanto en el pasado como en el presente, la excusa para el encuentro aunque esta vez, sea la última.
En la puesta se han suprimido la voz en off y el eco; la escenografía se plantea casi desnuda: un banco donde está el vagabundo esperando, sentado. “Miedo” es la palabra clave de la obra, miedo de amar pero también, miedo a ser.
Un teatro del desencanto que exige un escape a la frivolidad y una vuelta al humanismo.
Sobre la obra:
La Quinta Estación fue estrenada en el año 2005 en Buenos Aries por el Grupo Rayuela y fue elegida para participar en el año 2006 en el Festival Internacional de Iquique en Chile.
En el año 2008 fue estrenada en Rosario por el Grupo La Catapulta en el Teatro «Amigos del Arte».
El texto de la pieza esta publicada en el libro “Teatro” de Editorial Atuhel en el año 2004 y cuenta con el prólogo de Jorge Dubatti.
Ficha técnica:
– La Quinta Estación de Mario Cura
– Grupo de teatro «El Altillo»
– Dirección: Marisa Ruiz
– Actores: Mario Cura y Jacqueline Minati (actriz invitada)