El vicepresidente de la Junta lloró en una de las audiencias, tras revelar que su hijo adolescente le pregunta si es un corrupto y una hija pequeña lo espera para saber cómo le va en el juicio. Objeciones a la prensa y, en especial, a Salta 21.
Tal vez el momento más intenso de la querella que le inició Fernando Mazzone a Milagro Castro se dió cuando el querellante brindó su declaración testimonial y prorrumpió en llanto.
Tras manifestar que su salud fue severamente minada por lo que considera «calumnias e injurias» vertidas contra él, expresó que su hijo adolescente luego de leer lo que «se escribe por internet» le pregunta si es un corrupto, mientras que otra hija, una pequeña de sólo siete años lo espera en casa luego de cada audiencia para preguntarle «cómo le fue». En ese tramo el vicepresidente de la Junta sollozó, visiblemente emocionado.
La jueza Sandra Espeche lo contuvo, con palabras que buscaron tranquilizarlo, recordándole el respeto que se merece todo ciudadano incluso en la instancia judicial y la imparcialidad de la Justicia que no se lleva por lo que dice la prensa o por cualquier otra voluntad ajena al proceso, ni mira si el implicado o querellante tiene fortuna o es una persona humilde.
Es que Mazzone también había cuestionado la atribución que le hicimos desde Salta 21 acerca del poder político y económico que ostenta su familia. «Yo soy hijo de una mujer que tuvo que luchar para educarnos porque quedó sola», expresó el querellante y recordó cómo muy temprano tuvo que salir a trabajar y costearse con esfuerzo sus estudios.
«No somos un clan», replicaron familiares de Mazzone a este cronista en un intermedio del juicio, atribuyendo a ese término una presunta connotación mafiosa. «No tenemos fortuna, tenemos que trabajar para vivir», dijo una joven. La madre, una señora anciana de expresión digna y sonrisa triste, expresó: «este es mi hijo menor; tengo otro que es productor agropecuario pero no es propietario de las tierras que trabaja».
Respondimos que el término clan no necesariamente tiene un sentido peyorativo, ya que se usa para aludir a un grupo de integrantes de una misma familia que se destacan en la actividad pública, política, empresarial o artística. Tal el caso del famoso «clan Kennedy».
Con respecto al nivel económico de los Mazzone se puede recordar la difusión por parte de la prensa local de un contrato millonario en la zona de Güemes a favor de Liliana Mazzone, hoy asesora del gobernador Urtubey, para la instalación de radares en la ruta. (Si bien luego también se dijo que ese negocio cayó porque «no le convenía a Romero»). También se comentó que ella habría aportado unos 300 mil pesos para la campaña de Urtubey.
Acerca de otro famoso Mazzone que apareció envuelto en disputas políticas con cargos a nivel municipal y legislativo el grupo de familiares que acompañaba al querellante aclaró que se trata de un primo con el que no tienen mucha vinculación.
A nuestro señalamiento sobre las resonancias políticas del caso, dada la condición de «asesora del gobernador» de Liliana Mazzone, la hermana del vicepresidente de la Junta, que es abogada y lo representó en el primer tramo de la querella, espetaron: «¿Y la presencia en la sala de la diputada Patricia Poblete? ¿No le parece eso una injerencia política? Y consideraron que era mayor el peso político de una legisladora que el de una asesora «que hoy puede estar en el gobierno y mañana no».
«Vos publicaste que el doctor Castiella se apartó de la causa, pero en realidad fui yo el que le revocó el mandato para que deje de representarme. Me hubiera gustado que así como le hiciste tantas notas a Milagro Castro hubieras venido a preguntarme a mí. ¿Acaso te pusiste a pensar que yo le gané a ella las elecciones en la Junta, que los docentes me eligieron a mí porque saben -como lo saben todos en Güemes- quién soy yo?», dijo Mazzone.
Tras su objeción -dentro de una de las audiencias-, a la cobertura del caso y la mención expresa a FM Noticias, Salta 21, Nuevo Diario y el programa El Informante, conducido por Héctor Alí en Cable Expréss, el letrado de Castro le inquirió a Mazzone si se oponía a la labor del periodismo. El querellante expresó entonces su respeto por la libertad de prensa.
Pero poco de todo esto -que fue motivo de una discusión con este cronista- tuvo mucho desarrollo dentro del juicio ya que la jueza insistía que se debía volver al tema en cuestión: la reunión del 22 de mayo del 2006 en el colegio 20 de Febrero y las presuntas calumnias e injurias allí proferidas.
Sin embargo sí pareció pertinente la insistencia de Mazzone en mostrar que fue severamente afectado en su integridad moral (por el desprestigio que todo este asunto le habría causado) y psicofísico (señaló que sufre de insomnio y que tiene que tomar pastillas y que todo esto le generó una afección cardíaca severa), porque ello haría evidente el presunto daño que le ocasionó la supuesta calumnia y la denunciada injuria.
Otro momento clave -porque podría mostrar si las acusaciones y sospechas de los docentes y en especial de Castro tenían fundamento- fue cuando la jueza le preguntó si no debió abstenerse de firmar la titularización de su esposa. Señaló Mazzone que esa decisión (que debía firmar) fue tomada en pleno por toda la Junta y que eran nuevos en la función y no tenían asesor.
¿Pero fue ético hacerlo?, le preguntó Espeche. Mazzone demoró un poco la respuesta y con voz apagada dijo: «No».
El llanto de Mazzone: «no soy un corrupto»
ESPECHE AUN NO TIENE LAMADUREZ NECESARIA REQUERIDA PARA ESTAS RESPONSABILIDADES
El llanto de Mazzone: «no soy un corrupto»
ME PARECIO MUY ACERTADA LA ACTITUD DE LA JUEZA ESPECHE, AL TRATAR CON ALTURA A UNA PERSONA ACUSADA DE CORRUPCION, CREO QUE LOS VALORES QUE PERDEMOS ANTE ESTAS CIRCUNTANCIAS NO LAS VOLVEMOS A RECUPERAR.