Se llevó dos funciones a sala llena en el Teatro del Huerto, la noche del 25 de Mayo.
La obra tiene algo de lo hiperbólico, como la comedia de Woody Allen, “Humores que matan”, esa especie de tirada de frases híper hirientes para insultar al otro en una pelea de egos. Y desde ese punto, se lleva al lenguaje a un hiperrealismo conjugado con el humor de situaciones en donde los parlamentos de cada personaje son más importantes que el guión. Creo que la historia tiene más parentesco con una familia de la calle Central Park West en Manhattan que con Los Benvenuto o su antecesor Los Campanelli, ya que los integrantes de Los Grimaldi son personajes de mucho dinero, son empresarios o gente acaudalada. La única relación posible entre Los Grimaldi y esas telecomedias es la ascendencia italiana de la familia. Tampoco Domenico es el paralelo de mamá Cora en “Esperando la carroza” simplemente porque los personajes de una y otra obra están en situaciones económicas diferentes. Y porque el género de la obra de Langsner fue el grotesco criollo. En Los Grimaldi no se ve una sátira, lo que hay es una obra de humor moderno que refleja un conflicto de poder. En este sentido podemos hablar de universalidad temática. Pero cuando leí las asociaciones que hacen entre Los Grimaldi y Los Benvenuto o «Esperando la carroza», me parecieron muy apresuradas y hasta livianas. Los personajes de Langsner comían puchero y vivían en “una pobreza digna”…
Podríamos hablar, sin temor a equivocarnos, que la obra escrita y dirigida por Atilio Veronelli pertenece al teatro de éxito y desde ese punto de vista, los personajes representan la clase alta pero con conflictos comunes a los seres humanos: la ambición, la codicia, la apariencia, los matrimonios por conveniencia, el alcoholismo, la locura, las adicciones. Esto es lo que hace que el público ame esos tipos sociales que representan Los Grimaldi, interpretados desde la comicidad y la complicidad con el espectador.
Al público le gusta el rol de una persona timorata que compone Nazarena Vélez como Doris, especie de heroína postmoderna quien vestida casi en hábitos de claustro, hace de una hija buena, comprensiva y complaciente en oposición a la interesada Susana interpretada por la excelentísima comediante Georgina Barbarossa, quien quiere quedarse con las empresas de su padre, Don Domenico, personaje excelentemente recreado por Rodolfo Ranni, quien finge estar postrado para saber quién lo ama y quién quiere sólo su dinero.
De una gran exquisitez, me pareció el fragmento cancionero de Coki Ramírez, uno de los momentos sublimes de la comedia, aunque le quiera tocar el frívolo papel de enfermerita hot, quien entre paréntesis, exhibe un cuerpo que es pura fibra… como su dulce voz.
Un hallazgo interpretativo fue el de Esteban Prol quien crea un personaje freak muy a tono con el humor buscado. En el mismo plano, José María Muscari, quien desprende un estilo de gay que roza lo metrosexual. Tampoco pasan desapercibidas las actuaciones del resto del elenco con creaciones muy buenas. En conjunto, logran una gala de humor desopilante y entretenido.
Actores: Nazarena Vélez, Georgina Barbarrosa, Rodolfo Ranni, Diego Pérez, José María Muscari, Esteban Prol, Thiago Batistuta, Lucas Velasco, Coki Ramírez, Micaela Vázquez y Julieta Bal.
Guión: Atilio Veronelli
Dirección: Atilio Veronelli
– Fotos tomadas por Salta 21
