El film plantea un juego de dobles: alguien espera en la oscuridad, que se produzca una posesión. La cinta se va desarrollando lentamente y revelando enigmas sobre la extraña persecución que experimenta Jessie, una muy buena composiciónn de la actriz Sarah Snook.
La protagonista era una chica feliz hasta que la tragedia se apodera de su vida. Se ve, de un tiempo a otro, impedida físicamente, ha quedado en silla de ruedas, no tiene dinero y está sola. Le queda un único recurso: instalarse en la casa de campo del padre, vieja, rodeada de pantanos y bastante aislada.
Las pesadillas parecen tan reales que vive experiencias oníricas traumáticas, con un delgado hilo que separa lo real de lo que no lo es.
Una presencia la invade, pero descree de ella. El padre (David Andrews) suma una cuota de misterio ante sus actitudes hostiles, caracterizado como un hombre huraño y con cara de pocos amigos, quien parece un ser marcado por un sufrimiento hasta ahora inexplicable.
Jessie descubre un video de su madre muerta, Kate (Joelle Carter), quien va a darle pistas sobre su destino con predicciones sobre su futuro, pero realizadas antes de que ella naciera. Un nuevo giro da la historia con la muerte del padre, León, de manera horrible. Esto le permite a la indefensa Jessie, reencontrarse con un ex compañero de secundaria, Mark Webber en el papel de Preston. Este le hace compañía en la casa siniestra después del velorio y nota de inmediato que nada huele a cosa normal, muy por el contrario.
Viajando por el pantano encuentran rituales de vudú. Las cosas comienzan a tomar otra magnitud, y el terror inicia su partida mortal.
La intromisión de los videos, tecnología vieja, nos sitúa en otra época, la de los 80′ o 90’, y es un buen recurso que favorece el suspenso, porque además, ya vimos varias películas sobre el peligro de reproducir cintas añejas.
La protagonista se ve envuelta en una historia de sangre de la que no es culpable, pero los fantasmas vienen por ella a cobrar venganza. La dulce Kate, su madre, se revela un ser diabólico que vuelve de otra dimensión y que mediante la magia negra, pretende recomponer un pasado terrible.
Casi como en un policial de enigma, las piezas van encajando una a una. El final es estremecedor. El film, en general, acierta en las actuaciones de los protagonistas y en el guión escrito por Robert Ben Garant. Si bien el director Kevin Greutert, no introduce elementos novedosos, ni escenas de efectos especiales, parece que la idea fue conservar la vieja usanza del género. Creo que esta es la intención final del director. Pocos elementos, un mismo escenario, ambientación lúgubre, nada de efectos, y un buen resultado.
¿Por qué Jesabelle? Es algo que le dejamos al espectador descubrir por sí mismo, seguro que de ver el film, encontrará una buena película de terror. No será de las supremas, pero está lograda.