Por una Asamblea Constituyente Provincial Libre y Soberana
Desde 1994, fatídico año en que se votó la verdaderamente ultra liberal Constitución Argentina, la provincia de Salta selló su destino. Al igual que otras provincias petroleras y gasíferas, pasó a “tener propiedad y usufructo” de los recursos energéticos. Eufemismo que quiere decir la nada. Sin solución de continuidad siguió cayendo la producción, se entregaron yacimientos por nada, concesiones que nunca terminaron de producir nada, la nada de la nada. Eso sí: con bandera nueva provincial y el orgullo de ser “bien federales”, luchando contra un puerto que pocos años después se convertiría en un patio de comidas. La lucha contra los porteños y su puerto de patio de comidas. Los slogans envejecieron pero se siguen repitiendo. La provincia de Salta como todas las provincias pobres tenía asistencia sanitaria, educativa, y de infraestructura nacional, que pasó a depender luego del ´94 totalmente de la provincia. Los zorros querían cuidar su gallinero propio. Fueron tan glotones que se comieron primero los huevos, después las gallinas. No dejaron nada. Pero son “bien federales”. Seis años después del ´94, Salta ya producía la mitad del petróleo y el gas; veinte años después ya no produce “nada de nada”. Pero son “bien federales”. Y el poncho salteño convertido en bandera ondea sobre los yacimientos vacíos y abandonados. Los señoritos feudales de las provincias no sólo no pudieron administrar el petróleo, no pueden administrar nada.
Exigimos la elaboración de una nueva Constitución Provincial, basada en las necesidades de la población y no en los negocitos de las familias gobernantes, que parecen ser solamente dos por muchos años más, si no se modifica las correlaciones de fuerzas a favor del pueblo. Exigimos como primera condición y Preámbulo de esa nueva Constitución que todos los recursos naturales esenciales sean propiedad absoluta del Estado salteño y que su explotación se realice con control obrero y popular.
Es absurdo que esta cuasi burguesía pretenda administrar la exploración y obtención de petróleo cuando es incapaz de darle agua potable a más de un tercio de la población. Algunos candidatos hablan de las posibilidades de desarrollo del Chaco salteño como salida económica. Explican que Salta puede exportar alimentos para 25 millones de personas. Estos infelices no pueden explicar por qué tenemos un déficit nutricional elevadísimo que afecta al 35% de la población. ¿Quieren exportarle a 25 millones y no son capaces de satisfacer el hambre de 400.000 comprovincianos? ¡Inútiles!. Se copian de los dirigentes rurales porteños que se llenan la boca con frases hechas que Argentina es capaz de alimentar a 400 millones de personas, mientras hay 15 millones de argentinos que están subalimentados. ¡También inútiles! Y no estamos hablando solamente de los aproximadamente 120.000 habitantes de los pueblos originarios. No son solo estos los que pasan necesidades. En los barrios de Salta y las grandes ciudades de la provincia también hay hambre. Ya no queda petróleo. Ya no hay gas. Esa es la eficiencia de la empresa privada controlando los recursos de los salteños. Ese es el resultado. Y no es porque no se puede desmontar lo que queda del Chaco. Es porque la burguesía no debe administrar los recursos, no sabe hacerlo en beneficio de la población. Por eso necesitamos una nueva Constitución que les quite la potestad de decidir con métodos eugenésicos quién vive y quién no en esta provincia.
Dentro de una década, si continúa la proyección, Argentina tendrá 40% de pobres y 10 millones de indigentes amparados por la Constitución de 1994. No hay una burguesía buena que luchará contra otra burguesía mala para evitarlo. El reparto de las culpas es patético. Este es el tipo de federalismo que quieren: que dos familias determinen lo correcto, lo incorrecto, quién come, quién vive, quién muere. Quieren que les construyamos otro ferrocarril. Destruyeron totalmente el que teníamos. Ni un solo ramal en todo el territorio salteño es confiable, ni el Tren a las Nubes. Todo lo rompen. Todo lo destrozan. Por todo piden crédito que nosotros pagamos. Ese es el federalismo que quieren. Si el ferrocarril anduviera, estos inútiles tampoco tendrían mucho que transportar. Y son tan brutos que le mienten al pueblo queriendo mandar soja por el Pacífico. No pueden administrar nada.
Y un día leeremos la infausta noticia…: por seguridad y como prevención el gobierno dispuso la evacuación de Tartagal, Aguaray, Mosconi y otros poblados del Norte. No será por un ataque alienígena, ni por un bombardeo atómico, ni por ninguna disputa por el petróleo de la zona. Simplemente el motivo podría ser que la punga burguesía argentina no puede garantizar el agua potable a la población del departamento San Martín.
Cada dos años la Casa Reinante en Salta, ya se llame, Urtubey o Romero, inaugura obras que “definitivamente” terminarán con el problema, para siempre, con el fracaso concebido, para siempre. Y cada dos años marchan las “comitivas científicas” de la U.N.Sa. y los organismos de la provincia de Salta a hacer el típico relevamiento y diagnóstico del problema. Y todas las primaveras y veranos la población no tiene agua potable.
Antes, lo resolvía Y.P.F estatal con sus técnicos estatales, proveyendo agua a las escuelas y las poblaciones. Pero como era “ineficiente” Y.P.F. la cerraron y la convirtieron en sólo un recuerdo y caja de choreo. Antes, podía circular un tren del ferrocarril Belgrano y proveer agua, pero como también era ineficiente, lo clausuraron. Y el genio del Gobernador Urtubey y su padrino político, Macri, pusieron a José Cano como comandante supremo del Plan Belgrano para resolver el problema, dilapidando millones y millones que sólo quedan en las arcas de los políticos y los contratistas del Estado. Por supuesto, son muy eficientes con los recursos del pueblo. Se roban el cien por cien de lo disponible, caudillos federales.
Muy a menudo, podemos leer en los diarios que la Sociedad Rural de Salta, y los grupos CREA y ProGrano, plantean la necesidad de “desarrollar” el departamento Rivadavia. Para ellos el desarrollo simplemente consiste en desmontar, expulsar a la población, poner en valor las tierras, y salir a venderlas al mercado. ¿Eso traerá progreso? Tomemos como ejemplo lo sucedido en el departamento de Anta donde aplicaron el mismo modelo. Joaquín V. Gonzales, Las Lajitas, Apolinario Saravia, ya tienen sus propias villas miserias. Son resultado de la expulsión de la población de puesteros, peones sin trabajo. En Las Lajitas el progreso trajo el doloroso espectáculo de mostrar centenares de familias ocupando las vías, desesperados por conseguir un lugar donde colocar su casita de plástico. Pero eso se lo dejan para que lo resuelva la Fundación Conin con el doctor Albino como salvador de nuestros niños. Si no logran que les permitan desmontar, les van a exigir a la Nación y a la Provincia, curiosos “planes de protección al Monte”, cobrándole al Estado, una tasa que hoy administra el Rabino Bergman.
En la Provincia, las contrapartes, son los sumisos técnicos estatales que con sus socios privados hacen planes de protección a los bosques, no a las familias que los habitan. Protegen a los bosques. Estos cómplices defensores de la naturaleza, son tan delincuentes como el Rabino Bergman.
La ley de protección de bosques, en el departamento San Martín generó la atroz villa miseria que rodea la ciudad de Tartagal. No la ven ni Leavy, ni Urtubey, ni Romero. La villa y sus habitantes son invisibles para ellos.
Ante esta dramática realidad, que no aparece en los discursos pasteurizados de la campaña electoral, ponemos a consideración de la ciudadanía salteña y de los compañeros del campo popular nuestra propuesta programática, para dar una batalla en regla contra los partidos que sostienen la gobernabilidad burguesa y someten a nuestro pueblo a una caótica economía de penurias.
– Partido Comunista de Salta, 9 de agosto de 2017