En los últimos 200 años la inadecuada actividad humana como la sobrepesca, la deforestación, la introducción de especies no autóctonas, el desarrollo fluvial, la contaminación del agua y el cambio climático global amenazan los sistemas fluviales en el mundo
Los cuerpos de agua superficial son el eje de desarrollo de los seres humanos que permiten el abastecimiento para las diferentes actividades socioeconómicas llevadas a cabo en los asentamientos poblacionales. No obstante, muchas de estas actividades causan su alteración y deterioro. El deterioro en la calidad del agua supone un grave problema ambiental, económico y social a nivel mundial.
Las represas, la canalización artificial, la extracción de áridos o encauzamientos, son algunos de los ejemplos que no solo alteran el flujo natural del que se nutren las poblaciones, los animales y plantas, sino que destruyen los hábitats y a la fauna acuática y ribereña.
Se sabe poco sobre la escala y la magnitud global de los impactos humanos en las aguas dulces. Para abordar esta cuestión Guohuan Su, del Laboratoire Evolution et Diversité Biologique (EDB), en Toulouse, junto a un equipo de investigadores de varias instituciones de Francia y China, en su artículo publicado en la revista Science han descripto que el 53% de las cuencas fluviales del mundo, que cubren el 40% de la superficie del planeta, han sufrido marcados cambios en la biodiversidad, especialmente en las regiones templadas.
En total, recopilaron datos sobre 2.456 cuencas aseverando que los humanos han producido un gran impacto en ríos, arroyos y otros cuerpos de agua, particularmente desde el comienzo de la revolución industrial, una época en la que las fábricas comenzaron a arrojar desechos en las vías fluviales.
La contaminación del agua provocada por los desechos de aguas residuales de origen doméstico y de las actividades agrícolas y pecuarias crea más desigualdad. Los más afectados son los pobres de las zonas rurales de los países en desarrollo porque son los que más usan el agua de los ríos y arroyos para beber, para bañarse, lavar ropa o cocinar. En América Latina 25 millones de personas podrían contraer alguna enfermedad que ponga en riesgo su vida, como cólera, tifoidea, hepatitis, polio o diarrea, como consecuencia de la contaminación acuática.
Nos preguntamos ¿Es posible revertir la contaminación en los ríos? Sí, es posible pero se necesita la participación de todos los sectores. Se precisa de la conciencia de la sociedad civil, mecanismos gubernamentales locales y regionales, así como mayores inversiones.
Ríos en riesgos
La WWF señala que los árboles cumplen una función reguladora del agua, por lo tanto, si los bosques aledaños a los ríos desaparecen, estas fuentes hídricas también se ven afectadas y poco a poco van disminuyendo su caudal y tienden a secarse.
Varios ríos a nivel mundial están empezando a padecer síntomas del “síndrome de los ríos vacíos”, es decir, ríos en los que circula el agua y aparentemente todo funciona bien, pero en los cuales no hay peces, o su cantidad está muy disminuida.
La contaminación invisible de los ríos debido a actividades extractivas como la minería, derivada de la extracción del oro con mercurio es muy grave, pues además de que afecta la calidad del agua, es consumido por las especies que dependen de estas fuentes hídricas, incluyendo los seres humanos, lo que acarrea graves problemas en la salud relacionadas con el sistema nervioso central y el periférico, según la Organización Mundial de la Salud.
La contaminación biológica se debe a la presencia de especies introducidas como peces, crustáceos y caracoles entre otras, en ríos y ecosistemas que no sean su hábitat natural, son una amenaza latente para el equilibrio ecológico de los ríos y las especies que lo habitan.
Las obras de infraestructura como las represas y presas hidroeléctricas afectan drásticamente el caudal de los ríos, limitan los procesos naturales de reproducción, desove y alimentación de los peces y algunos mamíferos que se alimentan y se reproducen en sus orillas. Las poblaciones de peces migratorios de agua dulce en el mundo disminuyeron aproximadamente un 76%, y en América Latina la cifra asciende al 84%, según informe de la Fundación Mundial de Migración de Peces y la Sociedad Zoológica de Londres (ZSL) publicado en julio de 2020.
Impactos
El cambio climático impactará los ecosistemas de agua dulce -incluyendo los ríos-cambiando la cantidad, calidad y tiempo de los suministros de agua, debido a varios factores como la estacionalidad e intensidad de la lluvia, las temperaturas más altas del aire y el agua, y los cambios en la recarga de aguas subterráneas, entre otros factores.
La construcción de represas que interrumpen el flujo normal del río, hasta la deforestación, ha hecho que estos ríos sean uno de los ecosistemas más amenazados de nuestra región y nos provoque grandes perjuicios como por ejemplo:
El río Iguazú es un río del sur de Brasil y del nordeste de la Argentina. Nace en la Serra do Mar, en el estado de Paraná y desemboca en el río Paraná. El área identificada se ubica en la subregión ecológica de las Selva Paranaense, que ha sufrido la deforestación y tala inmoderada de la selva afectando el clima del área.
En su curso dentro del territorio brasilero se construyeron seis represas hidroeléctricas, Foz de Areia, Salto Segredo, Salto Santiago, Salto Osorio, Salto Caxias y Baixo Iguaçu, que cuando falta la lluvia cierran las compuertas para retenerla provocando diversos problemas en Argentina como: se “secaron” las cataratas del Iguazú; dos ciudades de Misiones se quedaron sin agua potable; los ríos Iguazú, Paraná y Uruguay llegaron a sus niveles más bajos de los últimos 90 años, provocando la mortandad de miles de peces y otras especies.
En su curso el río cuenta con numerosos saltos, entre los cuales, se encuentran las Cataratas del Iguazú, dentro del Parque Nacional Iguazú, Patrimonio Mundial Natural, categorizado según la UNESCO como de Alta preocupación por los impactos externos producidos por la deforestación y el mal manejo de la cuenca alta del río, entro otros.
Las represas afectan las relaciones dentro y fuera de las naciones; entre poblaciones rurales y urbanas; entre intereses río arriba y río abajo de las represas; entre los sectores agrícolas, industrial y doméstico; y entre las necesidades humanas y los requerimientos de un medio ambiente sano.
Como segundo ejemplo son evidentes los impactos reales y potenciales de la minería sobre importantes fuentes de agua, tanto en términos cualitativos como cuantitativos. Existen impactos graves en la salud humana y la productividad de los ecosistemas debido a la contaminación del agua con cianuro, metales pesados y materiales suspendidos; como también la reducción en la cantidad de agua disponible, lo que genera competencia y conflictos con otros usuarios del agua. Esta situación afecta a una variedad de ecosistemas, incluidos los glaciares y lagos glaciares, ríos y arroyos, lagunas naturales, y acuíferos subterráneos. Una preocupación en particular para la población rural es el impacto de las actividades mineras en los nacimientos de agua y quebradas que alimentan los acueductos locales.
Conclusión
Decía Miguel de Unamuno que “los ríos son el alma del paisaje”.
Los ríos son un patrimonio de naturaleza que, más allá de desempeñar unas funciones naturales y proporcionarnos agua, son también un bien de interés común y un activo ecosocial.
La tendencia a restaurar los ríos se está dando en muchos países.
Es urgente la protección de la biodiversidad de los cursos de agua ya impactados por las actividades humanas.
Debemos garantizar abastecimientos seguros y saludables pero también debemos compartir el agua con el ecosistema y, por eso, es preciso establecer medidas para el cumplimiento de los regímenes de caudales ecológicos.
Apostando por la protección del medio hídrico podremos construir un futuro más sostenible, para nosotros y para las generaciones venideras, donde los ríos sigan siendo lo que siempre han sido, ríos.
– El autor es Presidente / Asociación Amigos de los Parques Nacionales (AAPN)
Experto Comisiones Mundial de Áreas Protegidas (WCPA) y,
Educación y Comunicación (CEC)
Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN)