El emblemático cine Alberdi demolido y convertido en galpón maquillado para una cadena de modas internacional. Múltiples figuras pasaron por sus tablas sin contar lo que eran los estrenos de películas. Con su desaparición morimos también nosotros.
Luego de un intrincado ir y venir de trámites secretos realizados entre el gobierno de la provincia de Salta (gestión de Juan Carlos Romero) y el primer mandato del gobierno municipal de la ciudad a cargo de Miguel Isa (hoy en su segundo mandato), el emblemático edificio del Cine Alberdi, situado en la hoy peatonal Alberdi, primera cuadra, a 50 metros de la plaza 9 de Julio, fue demolido para convertirlo en uno más de los tantos galpones maquillados que van cubriendo el centro histórico de nuestra ciudad, en bien de una «cadena de modas internacional».
Ese edificio, con el precioso detalle de su marquesina, propia de los cines de los años 30, representó una época, cercana a cincuenta años de cine y teatro, entre los 30 y los 80 del siglo XX.
Fueron múltiples las figuras de la escena nacional e internacional que pasaron por sus tablas. Y ni contar lo que eran los estrenos de películas, cuando ir al cine significaba la corbata y el sombrero, la cartera y los guantes, los zapatos lustrados y el flequillo asentado con gomina.
Hacia los años 90 fue reciclado como «Teatro de la Ciudad», que, curiosamente, no propulsó ningún retorno (o avance, según como se quiera ver la cosa) al arte de Talía y Melpómene, y ni siquiera encontró el camino del Séptimo Arte moderno.
Hoy muere como mueren las cosas entrañables a la casi doméstica vida de una ciudad pequeña; muere, matado por la ponzoñosa picota postmoderna que «limpia» el terreno para la imposición, no de objetos concretos con aspiración de trascendencia, que es lo que identifica a los monumentos y construcciones urbanos, sino, precisamente, para la destrucción de la memoria social de un pueblo.
La marquesina del Alberdi, con su algo más de ciento cincuenta bombitas de luz ordenadas para iluminar esos rayos emergentes de un arco, en un art déco tardío, y las lámparas de la misma marquesina iluminando la vereda, la lluvia o qué se yo, hoy patéticamente, quizá conservadas para lavar la conciencia que falta, sirven de marco a un cartel (que ni es de neón, como se preciaría ser una herencia de las bombitas), sino de plástico horroroso, que nos grita: «en Salta, muestra de la moda internacional, etcétera».
Y Humphrey Bogart, Lolita Torres, Marlon Brando, Marylin Monroe, James Dean, Sara Montiel, Libertad Lamarque, Casablanca, Lo que el viento se llevó, La Tierra Gaucha, y las series de los sábados como Flash Gordon y Súperman, también Las de Barranco, Bodas de Sangre y el Ballet Nacional con la Sinfónica, ya no resisten, y en rulos interminables de celuloide y mágicas vestiduras de colores, pelucas, jubones y espadas brillantes, han muerto haciendo frente de pie a este truco que no supimos descubrir a tiempo. Sin saber que morimos con ellos.
Martín Risso Patrón (En respuesta a «C&A: en Salta se cambian teatros por remeras»)
Foto teatro Alberdi: edición digital del Nuevo Diario
– Nota relacionada:
http://www.salta21.com/spip.php?article784&var_mode=calculC&A: en Salta se cambian teatros por remeras
Cine Teatro Alberdi, la destrucción de la memoria social del pueblo
En la era de los simulacros y las imposturas, no debe sorprendernos la muerte de un espacio artístico. En tiempos del arte enlatado y de talentos sujetos por las riendas del poder; los espacios de arte con aroma a cosa pública se tornan peligrosos. No vaya a ser cosa que el pueblo pueda ir a ver algo que lo sacuda, que lo despierte… mejor vender remeras o cualquier otra cosa.
En los últimos años hemos visto cerrarse varios espacios. Lo único que ha quedado han sido los sitios oficiales y alguna iniciativa privada; aunque los sitios oficiales también se manejan como privados y son inaccesibles para grupos locales.
Ha muerto otro testimonio más de nuestra historia y sin embargo todo continúa. Los artífices de este crimen son extremadamente pobres… todo lo que tienen es plata.