Al pueblo se le aplica la regla estricta de contener sus emociones, producto de ese fruncimiento “pequeño burgués”, altamente aplicado durante los golpes militares y sellado por la Iglesia, en que el pueblo no debe manifestar sus regocijos “socialmente” como expresión de la “chusma” y sello de lo que queda mal.
Cuando se habla de crisis del sistema patriarcal se hace referencia al debilitamiento de un modelo de familia basado en la autoridad y dominación sobre la mujer.
No soy militante, por lo tanto este rechazo al gobierno nacional, más aún a la persona de Cristina, me desconcierta y abruma (convengamos que los militantes, tienen sus defensas ideológicas y discursivas).
La monoparentalidad es una realidad social, familiar y personal que surge en determinadas condiciones sociales y de conflicto asociados a dichas situaciones.
El mayor impacto de este litigio con el Imperialismo es como el cinismo de los opositores al gobierno democrático, se regocija con el perjuicio colectivo y su indiferencia a la preocupación popular.
La historia que voy a intentar relatar tiene que ver con la amistad, con las emociones personales, con las prioridades de la vida y, fundamentalmente, con nuestra mirada de las cosas, aquello que comúnmente designamos como “valores de vida” que llegado a una etapa de los años, es casi un balance inevitable.