Ante vencimientos de bonos por u$s15.000 millones para 2017, el equipo liderado por Alfonso Prat Gay está tanteando al mercado para una posible emisión que permita saldar deuda vieja y mejorar el perfil financiero. La tentación reside en las tasas de interés bajas, aunque con perspectiva de suba.
La permanente tentación del equipo económico por emitir deuda podría tener un punto de inflexión a comienzos del año próximo.
Es que en abril vence el Bonar 2017, título por el que tendrá que desembolsar más de u$s6.200 millones.
Si bien es cierto que hoy en día no le resulta imperioso «encanutar» dólares, también es verdad que varios funcionarios ven como una oportunidad el hecho de aprovechar un escenario de bajas tasas de interés a nivel global.
Entienden, además, que esta ventana pronto puede cerrarse ya que se han incrementado las posibilidades de que la Reserva Federal de Estados Unidos (FED) eleve el costo del dinero antes de fin de año.
En este contexto, no ven con malos ojos el salir a aprovechar el actual contexto para así darle una mayor holgura al calendario de vencimientos.
Parte del interrogante pasa por la capacidad del Gobierno de seguir tomando deuda -tal como lo ha hecho a lo largo de los últimos meses- y en cómo podría utilizar la ventanilla del crédito para contrarrestar la carga de cancelaciones de cara a los meses venideros.
En definitiva, hoy día Alfonso Prat Gay tiene que tomar la decisión de volver, o no, a recurrir a una vieja práctica: «salir a pasar la gorra» en los mercados para así afrontar el pago de deuda vieja.
Por cierto, la historia económica argentina muestra que esto ya ha sucedido en reiteradas oportunidades, si bien ahora el contexto presenta dos ventajas que juegan a favor del equipo económico:
– La primera es que todavía persiste un nivel relativamente bajo de obligaciones externas
– La segunda es que el mercado se muestra más amigable ante la oferta local, lo que le permite conseguir el costo financiero más bajo en muchos años.
La salida del cepo cambiario, la negociación con bonistas que habían quedado fuera de los canjes de deuda y un Macri que se mostró muy «market friendly» desde el primer día multiplicaron las chances de acceder a los mercados financieros internacionales.
Esta posibilidad, en un contexto de tasas muy bajas a nivel global, fue utilizada en forma intensiva a lo largo del corriente año.
Tal es así que el Gobierno nacional y los provinciales han realizado 18 emisiones en los mercados voluntarios.
Como resultado, lograron tasas de interés decrecientes y mayores plazos, tanto para los bonos en moneda local como en dólares y en euros.
La nueva deuda emitida se acerca a los u$s40.000 millones (6,4% del PBI).
De ese total, casi un 54% son compromisos «de mercado» (es decir, dejando afuera los pasivos con el propio sector público y con organismos oficiales).
En el desagregado, se observa que, en moneda local:
– Fueron emitidos bonos a tasa fija por $204.000 millones
– Se colocaron títulos ajustables por CER por $4.600 millones.
En moneda extranjera, el resultado fue otro:
– Se emitió nueva deuda por u$s20.000 millones (u$s16.500 millones para pagarle a los holdouts)
– Se realizaron emisiones en euros por 5.600 millones.
Es decir que -en números redondos- un 65% de los nuevos compromisos son en divisas norteamericana y europea, mientras que el 35% restante se han tomado en pesos argentinos.
La oportunidad tentadora
Con estos números sobre la mesa, en la city porteña ha comenzado a cobrar fuerza una pregunta que para muchos ya tiene respuesta.
Concretamente, qué hará el Gobierno cuando llegue el momento de pagar los u$s6.250 millones del Bonar 2017, algo que ocurrirá en «apenas» seis meses.
Es más, varias consultoras, como Econométrica, advierten que el ministro Prat Gay deberá desembolsar la friolera de u$s15.000 millones por vencimientos de capital e intereses.
Es que, además del Bonar 2017, otro de los títulos habrá que cancelar es el Global 2017, emitido por el ex ministro Amado Boudou en la reapertura del canje del 2010. Dará lugar a desembolsos por más de u$s2.000 millones.
En ambos casos, los papeles son «bullets». Es decir, el vencimiento del capital se desembolsa al final.
Una fuente de Gobierno, que pidió no ser identificada, confirmó que ya se están evaluando alternativas.
El diagnóstico que trazan en el equipo económico es que persistirá el interés de los inversores del mundo por la Argentina.
Esto podría generar un escenario que le permitiría al secretario de Finanzas, Luis Caputo, entregar otros títulos a cambio prácticamente sin ofrecer un premio adicional.
«Vemos que seguirá el interés por comprarle deuda a la Argentina. Sobre todo si se da un contexto en el que los índices de referencia en esta materia comienzan a incorporar deuda en pesos y en dólares emitida por nuestro país», sostuvo el funcionario.
En esta línea, son muy altas las probabilidades de que el Gobierno inicie sus movimientos para fondearse en estos últimos dos meses del año, de modo tal de asegurarse los recursos necesarios para la cancelación de los títulos.
Pero hay más. Con esta jugada se estaría anticipando a la casi segura suba de tasas en la que avanzará la Reserva Federal de los Estados Unidos, que daría lugar a un incremento en el costo a pagarle a los inversores.
Es decir, con el canje de deuda el equipo de Prat Gay se estaría asegurando la obtención de recursos más baratos.
«Si el contexto externo lo permite y el mercado termina de absorber los bonos emitidos, el Gobierno podría hacer alguna emisión adicional antes de fin de año, en dólares», señalan fuentes a iProfesional.
Con esto, «estaría buscando prefinanciar el 2017 y hacer caja de manera anticipada en vistas al vencimiento del Bonar 2017», anaden.
La importancia del mensaje correcto
Así, el equipo del ministro Prat Gay podría salir en la búsqueda de los u$s6.250 millones que necesita para cancelar el Bonar.
Pero, además, de los recursos que requerirá para saldar el otro título: el Global 2017.
Esta posibilidad toma fuerza cuando se analizan las señales que podrían recibir los inversores si la Argentina anticipara el anuncio de un canje.
No obstante, para Aníbal Casas Arregui, director del Mercado de Valores de Córdoba, «un canje de deuda para compensar los dólares fruto del pago del Bonar podría transmitir un mensaje erróneo al mercado».
En su visión, sería interpretado como «que el Gobierno quiere evitar ese desembolso en un contexto en el que no existe ese inconveniente».
En esta línea, Arregui recuerda el último proceso de este tipo realizado por el ex ministro Axel Kicillof, cuando pretendía dar un mensaje de confianza ofreciendo un intercambio del Boden 2015 por el Bonar 2024.
En aquel momento -diciembre de 2014- un grupo de inversores (con tenencias por u$s377 millones) aceptó la propuesta. En tanto, por la emisión extra de este mismo título hubo ofrecimientos por u$s286 millones.
En aquella oportunidad, el objetivo del equipo económico kirchnerista era bastante más alto: u$s3.000 millones.
Sin embargo, Kicillof «maquilló» aquel traspié al señalar que con el resultado había recibido «un fuerte espaldarazo de confianza».
En esa línea, había afirmado que la operación de recompra se había impulsado para «que no quedaran dudas de la capacidad de pago de la Argentina».
Agregó que «si el mercado hubiera desconfiado -tal como se estaba tratando de instalar- lo que tendría que haber ocurrido era que los tenedores se hubieran desprendido» de esos títulos.
Apremios fiscales
Las necesidades financieras no le van en zaga a este esquema.
Según el Presupuesto 2017, que ya recibió media sanción en la Cámara de Diputados, las finanzas públicas necesitarán de una emisión de deuda por unos u$s38.000 millones el año próximo.
Según la «letra chica«, dicha emisión podría ascender a $720.000 millones, si bien el endeudamiento neto llegará a $640.000 millones el año próximo.
Uno de los datos a tener presente es que el proyecto contempla el freno de la asistencia del Banco Central al Tesoro en $90.000 millones netos adicionales de adelantos transitorios y unos $70.000 millones de utilidades.
Si bien se trata de un monto elevado, repite en términos nominales la cifra de 2016, lo que implica una disminución en términos reales.
Las fuentes señalan que del esquema previsto, al menos un tercio de la deuda autorizada en el proyecto está proyectada para cubrir el déficit estimado (4,2%).
En tanto, otro tercio tendría como destino el roll-over de la deuda actual.
– iProfesional