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domingo, noviembre 24, 2024

Todo sobre San Martín: héroe de héroes

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José de San Martín: una vida dedicada a la liberación de los pueblos

Nacimiento en Yapeyú

José de San Martín nació el 25 de febrero de 1778 en Yapeyú, actual provincia de Corrientes, un pueblo que había formado parte de las misiones jesuitas. Era una comarca rural militarizada, muy expuesta a los frecuentes ataques de las bandas armadas portuguesas que llegaban de Brasil en busca de ganado y esclavos. La habitaban casi en su totalidad pueblos originarios y su actividad económica era el cultivo del algodón, la yerba mate y el tabaco, además de la cría de ganado para obtener cueros y sebo.

El padre de San Martín, Juan, había nacido en España, y era el teniente gobernador del departamento de Yapeyú al momento del nacimiento del futuro Libertador. Se había casado en el Río de la Plata, en 1770, con Gregoria Matorras, también española.

La familia se trasladó a Buenos Aires en 1781 con la expectativa de que Juan, el padre de San Martín, continuará allí con su actividad militar. Y si era posible recibiera un ascenso que le reportase un mejor pasar económico. No tuvo suerte. Desencantados, regresaron a España en 1784.

Un pequeño militar de tan solo 11 años

A los once años, el pequeño José de San Martín ingresó al ejército. Se enroló en el Regimiento de Infantería de Murcia Línea N° 20 “El Leal”, cuya guarnición estaba en Málaga. Lo instruyeron en la lucha en tierra, pero también para combatir en alta montaña. En ese momento el pequeño José no podía imaginar que con el tiempo ese aprendizaje le sería de mucha utilidad.

En los años que vivió en España, San Martín participó de varias batallas en contra del avance de Napoleón.     Las dos más importantes fueron contra los franceses: en Arjonilla (23 de junio de 1808) y en Bailén (19 de julio del mismo año). Por su desempeño en este último enfrentamiento fue ascendido a teniente coronel y recibió una medalla que conservó durante toda su vida.

Regreso al Río de la Plata

El 9 de marzo de 1812 a bordo de la fragata George Canning, San Martín regresó al Río de la Plata. Una semana después, a pedido del Triunvirato, creó el cuerpo de Granaderos a Caballo. En forma paralela fundó una sociedad secreta, la Logia Lautaro, junto a colegas de armas como Carlos de Alvear y José Zapiola. El objetivo de esta asociación, que llegó a tener una gran influencia política, era acabar con la dominación española en América.

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San Martín conoce a su futura esposa

A poco de arribar a Buenos Aires, el nacido en Yapeyú conoció a su futura esposa, Remedios de Escalada. Tenían edades muy distintas cuando se conocieron: él tenía 34 años y ella 14. ¡Cuánta diferencia! Cabe aclarar que en el siglo XIX la población tenía otros valores morales, muy distintos a los de ahora, y por eso fue posible su unión matrimonial. En ese momento, el rol de las mujeres en la sociedad era casarse, y las familias arreglaban los matrimonios sin que importara mucho la opinión de las futuras esposas.

El encuentro fue en una de las reuniones sociales más populares de esa época: . Las que se realizaban en la casa de los Escalada los domingos eran famosas debido a la posición social del padre de Remedios, quien era funcionario capitular, trabajaba en el comercio y tenía relación con los mercaderes franceses e ingleses. José y Remedios se casaron después de un corto noviazgo, el 12 de septiembre de 1812, en una ceremonia privada en la Iglesia de la Merced.

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Remedios de Escalada

La Batalla de San Lorenzo

El 3 de febrero de 1813 los granaderos tuvieron su bautismo de fuego en la localidad santafesina de San Lorenzo, cerca del convento de San Carlos. San Martín había sido advertido de un probable desembarco realista en la zona. El terreno que separaba al monasterio del río era una planicie perfecta para una carga de caballería.

Una vez producido el desembarco, los granaderos, divididos en dos columnas, se precipitaron sobre el enemigo provocando la inmediata huida. Las naves se alejaron rapidamente, lo que permitió recoger dos cañones, 40 fusiles, cuatro bayonetas y una bandera. La acción duró apenas 15 minutos, pero tuvo importantes consecuencias: no hubo nuevas incursiones realistas en el Litoral y sus barcos quedaron inactivos desde entonces.

Rumbo a Mendoza. Gobernador de Cuyo

San Martín se hizo cargo del Ejército del Norte a comienzos de 1814. Era una tropa derrotada y con problemas de indisciplina a la que reorganizó durante cuatro meses. Mientras tanto, levantó una ciudadela defensiva en Tucumán y encomendó a Miguel de Guemes la defensa frente al avance de los realistas. En junio de ese año pidió al Director Supremo, Gervasio Posadas, hacerse cargo de la Gobernación-Intendencia de Cuyo, y la solicitud fue aprobada.

San Martín no solamente se dedicó a la preparación del Ejército de los Andes, que le insumía muchísimas horas, sino que también se hizo cargo de las tareas propias del cargo de gobernador de Cuyo. Entre otras medidas, se ocupó de la vacunación antivariólica, plantó árboles, creó un laboratorio de salitre, una fábrica de pólvora y un taller de confección de paños para vestir a sus soldados. Además hizo construir más canales y desagües, mejoró los caminos y las postas, blanqueó los frentes de las viviendas, que eran de adobe, construyó el paseo de la Alameda, organizó y reglamentó el servicio de correos y de policía, atendió a la educación y prohibió los castigos corporales que se aplicaban a los niños en las escuelas.

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El Cruce de la Cordillera de los Andes

En los primeros meses de 1817 San Martín y el Ejército de los Andes llevaron a cabo la gran proeza de cruzar la cordillera para liberar Chile.

Antes del Cruce, San Martín llevó a cabo una “guerra de zapa”. ¿Qué es eso? Hacer maniobras de distracción para desorientar a sus enemigos. Difundió rumores señalando fechas erróneas acerca de la partida de su tropa, y sobre todo del lugar por donde se efectuaría el pasaje. Así, consiguió dividir las fuerzas del enemigo y mantener a salvo sus columnas mayores.

San Martín decidió atravesar la cordillera por varios pasos (Uspallata, Los Patos, Guana, Comecaballos, Planchón y El Portillo) para despistar al enemigo. La tropa estaba compuesta por cuatro mil soldados y mil quinientos milicianos, 10.600 mulas de silla y de carga 1.600 caballos además de 700 reses. Las temperaturas en la Cordillera iban desde 30 grados durante el día hasta diez grados bajo cero a la noche.

El cruce finalmente se efectuó entre mediados de enero y los primeros días de febrero de 1817. El plan era que las columnas centrales cortaran las fuerzas realistas en dos, y que las secundarias tomaran pequeños pueblos y consiguieran la adhesión de la población. Durante la travesía se alcanzaron alturas de 4.500 metros y se padecieron temperaturas de varios grados bajo cero. Se llevaron víveres para 15 días: charqui (carne seca), harina de maíz tostada, galletas, cebolla, ajo, queso, ají picante, vino y aguardiente, a razón de una botella diaria por hombre.

Luego de cruzar los Andes, las tropas de San Martín enfrentaron a las realistas el 12 de febrero de 1817 en la Cuesta de Chacabuco. Fue una batalla dura que, aunque tuvo un desarrollo rápido, produjo muchas bajas. La victoria fue total para el bando patriota. El gobernador de Chile, Francisco Marcó del Pont, no tuvo más remedio que abandonar la capital, Santiago, que cayó en manos de los vencedores. Los realistas dejaron 500 muertos sobre el campo de batalla y los patriotas apenas doce.

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Rumbo a Perú

El 19 de agosto de 1820 en el puerto de Valparaíso, Chile, la tropa al mando de San Martín comenzó el embarque hacia Perú: 1.600 tripulantes, 4.118 soldados, ocho barcos de guerra, diecisiete de transporte y once lanchas cañoneras. Días más tarde, el 8 de septiembre de 1820, la tropa desembarcó en la Bahía de Paracas, en la costa oeste de Perú.

En forma inmediata San Martín lanzó una proclama al pueblo peruano mediante la cual anunció el final del virreinato. Al mismo tiempo, una columna al mando del coronel Las Heras ocupaba el pueblo de Pisco después de dispersar una partida realista. San Martín ocupó Lima (la capital del Virreinato peruano) el 10 de julio de 1821 y cinco días después convocó a un cabildo abierto en el que se decidió la independencia. El sábado 28, en una ceremonia pública muy solemne, el general la proclamó en la Plaza de Armas.

Ejerció el cargo de Protector del Perú hasta el 20 de septiembre de 1822, cuando dejó el Perú. Pasó luego por Chile y Mendoza, donde recibió la noticia de la muerte de su esposa. Remedios había muerto víctima de un cuadro de tuberculosis.

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Fallecimiento de Remedios

El 20 de noviembre de 1823, casi cuatro meses después del fallecimiento de Remedios, San Martín partió de Mendoza rumbo a Buenos Aires, haciendo el trayecto en catorce días de marcha. Inmediatamente, se dispuso a honrar la memoria de difunta esposa, para ello erigió una lápida sobre la cual hizo grabar lo siguiente: “Aquí yace Remedios de Escalada, esposa y amiga del General San Martín”. El 10 de febrero de 1824 se dirigió a Europa en compañía de su hija, Mercedes Tomasa.

El frustrado regreso a Buenos Aires

Asentado en Europa y a cargo de su hija, el Libertador decidió regresar en 1829 a Buenos Aires. Sin embargo, no iba a desembarcar. El buque en el que viajaba hizo una parada en Río de Janeiro, ciudad donde San Martín se enteró del fusilamiento de Dorrego por orden de Lavalle, su antiguo oficial granadero. Temía represalias en su contra e intuía que su vida podía estar en peligro si pisaba el suelo de Buenos Aires. Permaneció en el buque y recibió la visita de sus queridos amigos, el coronel Manuel de Olazábal y el sargento mayor Pedro N. Álvarez de Condarco, quienes le regalaron una caja de duraznos.

Entonces, decidió ir hacia Montevideo, donde fue recibido por el General Rondeau, jefe del naciente Estado. Luego de permanecer allí durante tres meses, finalmente San Martín regresó a Europa.

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Los días en Europa junto a sus nietas

En 1831 el general se radicó en Francia, en una finca de campo cercana a París. Tres años más tarde, gracias a dinero ahorrado y a la venta de las fincas con que lo habían premiado el Gobierno de Mendoza y el de Perú, se mudó a una casa que compró en la villa de Grand Bourg, actualmente parte de la ciudad de Évry, departamento de Essonne, a corta distancia de París.

Su hija se casó en París en 1832 con Mariano González Balcarce, y San Martín vivió junto a su hija, su yerno y sus nietas: María Mercedes y Josefa Dominga.

Josefa, a quien le decían Pepa, fue la segunda hija del matrimonio entre Mariano Severo Balcarce y Mercedes Tomasa San Martín y Escalada. Se la conoce por ayudar a mantener las memorias de su abuelo José de San Martín y por su labor humanista durante la Primera Guerra Mundial en Francia.

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Sus últimos tiempos: heridas de guerra

Instalado en Boulogne Sur Mer desde 1848, San Martín aprovechaba el tiempo para pasarlo junto a sus nietas, limpiar armas y lidiar con enfermedades.

Las exigencias de la vida militar contribuyeron para ir minando la resistencia del Libertador. Había recibido varias heridas durante las batallas. En los últimos años empezó a tener serios problemas de salud, empezando por su vieja úlcera y la ceguera que padeció en el último año. Además, gota, reuma, úlceras estomacales, heridas de guerra, cólera y tuberculosis fueron otras de las afecciones que lo aquejaron. El opio y los baños termales eran los paliativos momentáneos para sus dolores.

Falleció el 17 de agosto de 1850 como consecuencia de una hemorragia interna y una complicación cardíaca.

La repatriación de los restos del Libertador

El cuerpo del Libertador fue embalsamado y durante los primeros once años luego de su muerte, permaneció en en una de las capillas de Notre-Dame de Boulogne. Luego se planteó el tema del traslado de los restos a Argentina ya que el General así lo había indicado en su testamento: “Desearía que mi corazón fuese depositado en el de Buenos Aires”.

El 25 de febrero de 1878, centenario del nacimiento del prócer, se realizó un tedeum en la Catedral porteña que concluyó con la colocación de la piedra fundamental del mausoleo donde descansarían los restos, encargado al escultor francés Auguste Carrier Belleuse.

En abril de 1880 el ataúd comenzó su viaje hacia Argentina. Luego de pasar por varios lugares, finalmente sus restos fueron depositados en la Catedral Metropolitana y allí descansan custodiados por los Granaderos.

-Billiken

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