Paraje Sala Esculla, Salta. Esta es una historia de las que abundan en la Argentina postergada, que no siempre alcanza las primeras páginas de los diarios, pues atañen a una pequeña comunidad en un remoto punto de la vasta geografía de nuestro país.
Cuando el helicóptero de la gobernación salteña se aproximó a la Escuela N° 4236, del paraje Sala Esculla, en el departamento de Iruya, Salta, la escena fue estremecedora.
El piloto, Alejandro Sagristá, se emocionó durante el vuelo cuando se enteró del propósito del viaje y disfrutó tanto o más que todos ese momento, mezcla de ansiedad y alegría. Ese grupo de chicos y maestros esperaba, desde hace años, entrar en el mundo y también en el futuro: iban a conectarse a Internet.
Desde la altura, los cerros son de color marrón muy claro y desnudos de vegetación. Por los ríos, con sus cauces de piedras grises, sólo corren pequeños hilos de agua. De repente brota la emoción, cuando en lo más alto de un cerro pelado se divisan dos pequeños puntos: era la escuelita rancho de Sala Esculla.
Al acercarse, una pequeña bandera argentina flameaba desteñida y deshilachada de tanto sol y tanto viento. Desde la altura se observaba un apretado grupo de personas. Allí estaban, a 2900 metros de altura sobre el nivel del mar, con sus guardapolvos blancos y manos en alto que se agitaban sin cesar, como si agradecieran la llegada de la computadora, esa máquina que cumpliría sus sueños.
Una pequeña bandada de niños puros como pájaros corrieron con los brazos abiertos para dar abrazos interminables. Con las manitos despejaban la tierra que levantaban las palas del helicóptero, ese otro pájaro de acero que muchos de ellos veían por primera vez.
Acuña, ante la adversidad
Junto con ellos estaba el director de escuela, un hombre de 41 años que desde hace 16 años no se rinde ante la adversidad y entrega todo por los chicos. Se acercó silencioso y en un abrazo apretó a los visitantes casi sin palabras, esos abrazos fuertes donde se unen los corazones. Alejo Tadeo Acuña es un grande, por su enorme humildad y dedicación. No le quedaría holgado el traje de héroe civil.
La Fundación Aprendiendo Bajo la Cruz del Sur, presidida por Claudia Gómez Costa, volvió a reunir la voluntad del sector privado y público, y conectó a la escuela rancho en la que viven tres maestros y 35 alumnos.
La jornada de su entrada en el futuro tecnológico fue conmovedora. Hubo gestos de asombro, alegría, lágrimas, cantos y coplas. Los chicos enseguida compusieron una canción para subir a su blog en la Red. Ninguno de ellos había visto jamás una computadora.
La igualdad de oportunidades y el acceso a los nuevos medios fueron las premisas que se cumplieron en esta primera conexión realizada a tanta altura y en tanta soledad.
A Sala Esculla se llega en helicóptero, como en esta única ocasión. Desde allí hasta Iruya, la población más cercana, se debe caminar 12 horas.
Las condiciones de vida son precarias: una letrina para todos, carecen de agua corriente y energía eléctrica y no llega la señal de la telefonía celular. Tres burros son los fletes de la escuela; las varillas, escasas, son la leña para cocinar; el abono animal es el combustible para quemar y calentar agua para higienizarse.
A ese escenario llegaron la antena satelital y el servicio de Internet donados por la empresa Servicios Satelitales. También hizo lo propio la empresa Dell con una computadora, además del asesoramiento de los técnicos y la capacitadora de los docentes. La PC funcionará con la energía producida por dos paneles solares.
El helicóptero trasladó también juguetes, medicamentos, libros y golosinas y una bandera argentina traída especialmente desde el Monumento a la Bandera, en Rosario. Para los chicos fue un verdadero día de fiesta. Comieron torta, algo inusual, y la aprovecharon, pues ese día una niña cumplía sus 15 años y nunca había tenido un festejo de cumpleaños.
Ahora Internet les abrió una ventana al mundo y al futuro. Con la avidez de quienes han esperado largo tiempo para alcanzar un sueño, los maestros y alumnos de Sala Esculla ya abrieron un blog y están aprendiendo rápidamente a familiarizarse con la tecnología para mostrar al mundo el patrimonio natural y cultural de una región remota y casi olvidada, allá arriba en el techo salteño de la Argentina.
Para recibir ayuda
Conectados ya al presente reciben ahora correos electrónicos de todas partes y hasta puede accederse al blog que, en menos de un mes, han logrado sacar adelante: escuelasalaesculla@gmail.com es el correo electrónico. El blog: http://escuelasalaesculla.blogspot.com. Todos coincidieron con la primera frase que colocaron los chicos en el blog: «Ya no estamos aislados».
Allí reciben saludos y también ayuda. Será bienvenido todo aquello útil que puede necesitar una pequeña escuela rancho con 35 alumnos y tres maestros. Por la noche, después de la comida y de una jornada imborrable, la mayoría de los niños se durmió con los libros nuevos sobre el pecho.
– Epígrafe de la foto: La novedosa experiencia de los chicos de hacer un blog en el que muestran al mundo ese rincón de Salta
Foto: Fundación aprendiendo bajo la Cruz del Sur
– Fuente: La Nación por Clara Bianco – 4 de noviembre
Una escuela rancho salteña, a 2900 m de altura y con Internet
Una buena noticia, de la que seguramente hay muchas más, ojalá nosotros estemos cada vez más implicados en el bien común. Son estas actitudes las que nos van a hacer crecer como argentinos. Saludos.