Luciana Rajal y Pablo Dragone crearon “asulunala” y este domingo 25 de mayo en La Fundación entregaron su calidez al público. La sala de espera de un hospital o de una clínica puede ser divertida sólo para aquellos que puedan desplegar sus fantasías. Teatro salteño del grupo El Cofre con dramaturgia propia.
Luciana Rajal es Lola y Pablo Dragone es Pancho. Traviesos, curiosos, juguetones. Transforman sus dudas “existenciales” en un buen motivo para comunicarse entre ellos, jugar y torcer la monotonía de las salas de espera.
Lola va a tener un hermanito, es pícara y domina los juegos. Pancho tiene un problema en su vesícula. Los dos están allí por distintos motivos. Lola tiene que esperar que revisen a su mamá y Pancho tiene que entrar a ver al médico. Los actores componen dúctilmente a los nenes que interpretan.
En este ínterin, inventan un “canuto” por el que queman los focos de la sala y son “amonestados” por una administrativa. Pero la sorpresa es que aparece una gran muñeca, muy bien caracterizada y además de reprenderlos, aparece una crítica a la educación de los padres. Pero no son irreverentes, son traviesos. La voz de Graciela Cruz aparece como una típica “adulta mala vuelta con los niños”, con un discurso tan real como cierto.
Las conversaciones de Lola y Pancho son divertidas, sutiles e inteligentes. Divierten por la frescura de los personajes elaborados a la vez que reparan en los “mitos” infantiles sobre el origen de los niños: vienen del repollo o de la cigüeña.
Los juegos que presentan se mueven en la lógica infantil en donde las reglas corren según el más inteligente. Pero el hallazgo de jugar al elástico con una niña del público, en donde Lola también hace valer su dominio, es un acierto.
Cuando subió la niña del público a jugar al elástico, Lola le pregunta si está por tener un hermanito. La nena respondió que no porque su mamá era soltera. Esta respuesta increíble, suscitó una buena salida en el personaje de Lola que responde a Pancho que cuando sea grande será soltera. El público se divirtió con estas ocurrencias de los niños del público y de los personajes de la obra “asulunala”, título que simboliza los recuerdos de la infancia en la escuela pero lo gracioso que los chicos cantan, tergiversan y entonan estas canciones patrias. El tema musical es un recurso dentro de la obra, los personajes inician así su amistad y nos llevan hacia sus miedos, sus alegrías y su mundo lleno de contradicciones impuestas por los adultos.
Dragone interpreta también al portero, quien transporta a Lola en su escobillón. Un bonito elemento doméstico logrado para jugar en la escena, recurso que puede permitir la participación de más chicos. En él sube un niño del público. Pablo dice que la idea es no perder el ritmo de la obra. Y no se pierde el ritmo porque la dinámica que le dieron a la estructura dramática es permeable y potable. Es cierto que todos van a querer subir en él, esa es la idea.
El escobillón es colorido y mágico, muy bien armado. Una idea divertida y original como el mismo planteo argumental de los protagonistas quienes escribieron este texto para chicos, grandes chicos y chicos grandes.
Lograron trabajar con una escenografía movible, con la que pasan por distintos espacios y se diferencian por los colores. Otro acierto. Un cuadro viviente de una enfermera aumenta la magia para el espectador y el portero habla con ella, le da una flor e imagina un romance. Es vistoso y cautiva porque propone más aspectos lúdicos en la obra y dispara la imaginación.
Lo interesante es ver a los niños expectantes y concentrados. La obra es atractiva, los niños se identifican con Lola y Pancho mientras que los adultos disfrutan.
Por los corredores que transitan Lola y Pancho se oyen voces (Cristina Sánchez, Marcelo Cioffi, Graciela Cruz) del personal llamando a cirugía o a x doctores pero con humoradas que cruzan a cada momento la historia.
Con vuelo propio, exquisitos lenguajes y buenas actuaciones, Dragone y Rajal incursionan la mística infantil desde su propio anecdotario. Graciela Cruz, humilde y simpática rescata: “la dramaturgia y la idea es de ellos, yo coordiné las escenas, asistí técnicamente”. Y lo logra.
El Cofre saca de su interior una sorpresa encantadora para regalar a su público desde la creatividad, lo lúdico, el disparate sutil, la belleza de los colores, la gracia de los niños en sus interpretaciones frescas y la chispa vivaz del discurso “sincero” de estos seres menudos.
¿Cómo surge Asulunala?
Dicen Pablo y Luciana a Salta 21:
– Pablo: Como proyecto estaba hacer un espectáculo infantil, teníamos algunas ideas que consideramos interesantes y decidimos escribirlas. Al principio no costó porque no avanzábamos en la historia, entonces pensamos en trabajar en un espacio diferente, poco común para niños y allí surgió “una sala de espera”.
– Luciana: Pensamos jugar con la dupla cómica, teniendo en cuenta nuestra propia fisonomía, por eso mantuvimos desde un principio las características de los personajes: ella petisa y mandona; y él alto y obediente.
– Pablo: Nos pareció gracioso y atractivo escribir sobre lo que los chicos creen del mundo de los adultos, por eso elegimos mostrar situaciones donde repiten palabras o frases que no entienden, como también la mirada que tienen de los lugares y de las cosas. Por esta razón muchos de los diálogos son dichos tal cual nos los contaron algunos papás al saber sobre lo que estábamos haciendo.
– Luciana: Fuimos escribiendo las escenas pensando en los personajes que también habitan ese lugar, los roles que cumplen y las características comunes y así fueron surgiendo la utilería y la escenografía.
La obra se escribe a partir de nuestros recuerdos de la niñez, de las anécdotas propias y otras que nos compartieron. Cosas que vimos o escuchamos y que nos hicieron reír… y porque también cantamos asulunala.
– Dato: la obra se estrenó el 4 de mayo en La Fundación a las 16, 30 hs. con reposiciones el 11, el 18 y el 25. Se hacen funciones para colegios.
Página del grupo: http://www.teatrosalta.com.ar/asulunala