Tenía 28 años cuando lo secuestraron, un 26 de octubre de 1976, en Buenos Aires, en la esquina de Rivadavia y Callao donde estaba la antigua Confitería del Molino. Residía en Capital Federal porque la Triple A lo había amenazado en Salta. Era soltero, de profesión abogado, graduado con medalla de oro en la facultad de Tucumán. La vida lo esperaba, pero las bestias del miedo, oscurecieron su futuro. Sin embargo, no pudieron calmar su espíritu.
“Te has quedado quieto, esperándome, ya no te veo más, y sin embrago, alguna vez te conocí. Agitando la esperanza, nunca más, nunca más, quiero esto para mi país.
¿Duermes? Seguro que sí. Y es tu descanso mis ganas de imaginarte en paz, donde te guardo en silencio. Despacito… despacito … grito. Sé que estás, siempre has estado. No temas, no te harán daño, esta vez no. Nunca más, nunca más, nunca más”. (Escrito por la autora de esta nota, para los desaparecidos que como Víctor, pueblan de imágenes mi cabeza y llenan de lágrimas mi teclado).
En una carta de lectores publicada el 30 de agosto de 2002, dice el Dr. Alberto Noé, hermano de Víctor: “Hoy 30 de agosto, se inaugurará la Plaza Dr. Víctor Jacobo Noé en el Barrio Luján (…) Cuando yo vivía exiliado en México, al saber de la desaparición de Víctor, me comuniqué con Raymundo Ongaro, quien entonces estaba exiliado en París. A través de él me comuniqué con Julio Cortázar, quien a su vez denunció públicamente, durante una conferencia de prensa realizada en la capital francesa, el secuestro de mi hermano.
A partir de ahí, y durante muchos años, Cortázar denunció sistemáticamente, en distintos foros internacionales, el caso de Víctor Noé (…) fue un ser humano generoso, culto, inteligente, siempre abierto al dolor de los desposeídos. Su ética judía lo impulsó a luchar por la paz entre árabes y judíos. Pensaba que la guerra era la peor de las soluciones. Soñaba con la democratización de la justicia. Soñaba con poner su bufete de abogado al servicio de los humildes. Y por eso lo mataron. Víctor Noé, mi hermano, cayó por haberse identificado con aquella estrofa de un viejo poema de Octavio Paz que dice así:
“Quien ha visto la esperanza
no la olvida, la busca
bajo todos los cielos
y en todas las gentes.” (Fuente: La represión en Salta 1970-1983
Testimonios y documentos de Lucía Barquet y Raquel Adet)
“La plaza para Víctor”, como se titula un texto escrito por su hermano, está ubicada en Coronel Suárez al 1000, frente al número 1040 del barrio Luján, tiene un monolito con una placa recordatoria. Fue una iniciativa del Colegio de Abogados de Salta, presidido en aquella época por el Dr. Daniel Tort, con el apoyo de Nora Jiménez, presidente del Concejo Deliberante en esa oportunidad.
Una plaza para Víctor
(fragmentos) de Alberto Noé (*)
«El 30 de agosto de 2002, se inauguró la Plaza Doctor Víctor Noé, en el Barrio Lujan, en la Ciudad de Salta. La iniciativa, patrocinada por el Colegio de Abogados de Salta y por la Municipalidad local, un justo homenaje a mi querido hermano, el abogado salteño Víctor Noé, secuestrado y desaparecido por la dictadura militar de los años 70. Como sostienen los principios éticos que guían la vida de las sociedades civilizadas, los pueblos siempre deben recordar y jamás olvidar las violaciones a los derechos humanos. Con ese objetivo de recordar y nunca más olvidar, trazo una breve historia de su vida.
… la Triple A lo amenazó en Salta, y como no podía ejercer públicamente su profesión de abogado, era profesor en Buenos Aires. Fue un destacado dirigente estudiantil de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Tucumán. Era tan buen alumno que, cuando se presentaba a rendir examen, los alumnos llenaban el aula para escucharlo y tomar apuntes para sus exámenes. Era muy sensible con los excluidos sociales, a tal punto que cuando era líder de la comisión directiva que administraba el Comedor Universitario, propuso y consiguió abrir sus puertas a los obreros en huelga de la Federación de Obreros Tucumanos de la Industria Azucarera – FOTIA, lo cual le granjeó la admiración y la simpatía de numerosos obreros que lo recuerdan hasta el día de hoy…
Así, una plaza testimonia su figura, engrandecida por la presencia diaria de niños que juegan, adolescentes y jóvenes que encuentran en ella un espacio de amor y los adultos que comienzan a recordar poco a poco las luchas de un pueblo oprimido y excluido, buscando el camino adecuado para construir una sociedad justa y solidaria. Ese era el sueño de Víctor Noé.
Cuando era niño también jugaba en una plaza, muy cerca donde estaba la vieja Biblioteca Provincial Victorino de la Plaza en la calle Alvarado de la ciudad de Salta, donde se reunía con sus amigos para jugar, bañado de libros y de cultura.
Su niñez transcurrió así entre la Escuela Zorrilla, la Plaza 9 de Julio y la querida Biblioteca. Siempre nos decía que era feliz jugando en medio de los libros, que fue la puerta abierta para el conocimiento. Sin embargo, muchas veces lo encontraba triste porque muchos niños pobres, estaban excluidos de las aventuras del conocimiento, y me preguntaba como era posible tamaña injusticia.
Entonces, no es casual que en su adolescencia, atravesando nuestro querido y recordado Colegio Nacional, se destacó como uno de sus mejores alumnos.
Cuando ingresó a la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Tucumán, casi al final de la década del sesenta, cuando las luchas estudiantiles y obreras recorrían el mundo con las banderas de la esperanza para vivir con dignidad, Víctor conoció la injusticia y la explotación de los obreros azucareros, los condenados de la tierra y no tuvo dudas sobre ellos: se integró a sus luchas para combatir el miedo y la desesperanza frente a un escenario dictatorial que empobrecía a los obreros casi al limite de las condiciones inhumanas de la miseria.
Por eso lo recordamos, porque Víctor Noé fue uno de los más importantes dirigentes del Tucumanazo, importante movimiento social de los comienzos de los años setenta, donde convergieron obreros y estudiantes, luchando contra una dictadura militar que preanunciaba años sombríos para nuestro país. Además y esto es muy importante subrayar, Víctor Noé no solamente se destacaba como dirigente estudiantil sino también como un alumno ejemplar en la Facultad de Derecho. Todos podemos preguntarnos como hacía para integrar la militancia con sus estudios ya que en ambos casos era una figura ejemplar.
Y recuerdo que un día me respondió que para ser un buen dirigente debería ser un buen alumno y sus exámenes sirvieron para muchos de sus compañeros de estudios, un escenario necesario para aprobar las diversas materias de la Facultad de Derecho. Claro que su visión del abogado clásico no entraba en su personalidad, estaba identificado con aquellos abogados preocupados con el destino de los desposeídos y los excluidos.
Entonces, ¿que significa esta plaza? La respuesta deberá estar contenida en la metáfora de la biblioteca, la utopía del conocimiento al servicio de los oprimidos, de los humildes, de los obreros, en fin para el vecindario del Barrio Luján a quien dedico este texto».
(*) Doctor en Sociología.
– Profesor del Doctorado en Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires.
Anécdotas
Le pedí a Alberto Noé que me relate algunas anécdotas de la vida de su hermano. Me contó lo siguiente:
“Me acuerdo algunas anécdotas de Victor, entre ellas, cuando presidía el Comedor Universitario de la Universidad Nacional de Tucumán, como era ya habitual en su gestión, no solamente entraban los estudiantes, también obreros y desocupados.
En los comienzos de los 70 se produjo un asalto al ex-Banco Regional del Norte, en San Miguel de Tucumán, pocos días después fueron arrestados y encarcelados en la Cárcel de Villa Urquiza de esa ciudad, Mario Roberto Santucho, Domingo Menna y otros que eran del PRT-ERP.
Cuando fueron interrogados por el Juez, uno de ellos le preguntó: …»Ud. donde comió la semana pasada y la respuesta del interrogado fue…..»en el Comedor Universitario» a lo que el Juez le preguntó…..¿Como entró a comer a ese lugar si Ud. no es universitario, quien lo dejó entrar? Y el detenido dijo:…..»un estudiante de apellido Noé».
Al otro día la policía por orden del Juez lo detuvo a Víctor y se lo llevaron a la cárcel de Villa Urquiza, donde el grupo de Santucho lo tenia de «hijo», es decir, lo cargaban siempre porque Víctor era muy gracioso pero tímido, a cada rato uno de los detenidos, hablaba como los guardia-cárceles, impostaba la voz y decía:.. ´Noé, con todo!!!´ ( En el lenguaje carcelario significa que el detenido había sido puesto en libertad, entonces Víctor saludaba a todo el mundo y se despedía, cuando llegaba a la puerta preguntaba a qué hora iba a salir y la respuesta era la esperada: ´usted sigue detenido´, decían los guardia-cárceles, y Víctor regresaba triste y los otros se reían mucho.
Otro día, le preguntó al guardia-cárcel si le podían mandar de la biblioteca el libro: El Capital , de Carlos Marx, la respuesta fue: ´dice el director que el capital, puede ser, pero de Marx no!!!´
A la semana siguiente fue puesto en libertad porque no tenía nada que ver con ese acontecimiento.
A Víctor le preocupaba también, cómo se podía lograr la paz entre Israel y los palestinos, decía siempre que ambos pueblos tienen derechos iguales y que lo importante era detener la carrera armamentista que proveía a ambos pueblos, porque me decía: cómo se explica que en los siglos 12, 13 y 14, judíos y musulmanes convivían pacíficamente en Sefarad (España) donde sobresalían las figuras de Maimonides (judío) y Averroes (musulmán) quienes no solamente eran amigos sino que tenían un dialogo muy productivo; no hay que olvidar que Maimonides introduce el pensamiento de Aristóteles, prohibido por la Iglesia Católica. Y yo le respondía que estaba de acuerdo con la postura pacifista, y de condena a la guerra, estamos hablando de un joven de 25 años en los años 70, en Salta se adelantó a su época y formó parte de un grupo de jóvenes judíos-salteños que hicieron una declaración por la paz entre israelíes y palestinos, esto les produjo serios problemas con algunos personajes de la colectividad judía de Salta, pero ya indicaba una personalidad sensible no sólo a los problemas sociales sino también internacionales”.
A cuatro días del aniversario de aquel nefasto 24 de marzo de 1976, un rechazo, un repudio, un dolor contenido. Cuánto, cuánto pasado; cuántas, cuántas muertes; tanta, tanta falta hacen sus vidas. Tres décadas y dos años que necesitan explotar en un grito.
Por Salta, por Argentina, por los 30 mil, por todos y cada uno de los que como Víctor, derramaron su sangre. Por aquellos que tuvieron que marcharse “a vivir una cultura diferente”… Por la justicia, por la hermandad, por la victoria de los pueblos que privilegian sus ideales. Por la memoria. Nunca, nunca más.
Memoria viva: ¿Dónde la primavera de Víctor Jacobo Noé?
Hola. Estoy interesado en conocer mas de esta historia cruel de nuestro país y me gustaría ponerme en contacto con alguien de este sitio que pueda colaborar con una pequeña nota. Resido en CABA. muchas gracias.