Pese a que una resolución impide la ceremonia militar a los acusados por delitos de lesa humanidad, el jefe de la V Brigada de Montaña de Salta, Jorge Altieri, quiso homenajear a Rodolfo Wehner, procesado por secuestros. Garré no lo autorizó.
– Por Nora Veiras (Página 12)
“Por suerte, la mayoría de las Fuerzas Armadas cree que éste es un capítulo vergonzoso que hay que cerrar con justicia”, dijo Garré.
El jefe de la V Brigada de Montaña de Salta, general Jorge Enrique Altieri, pidió el pase a retiro porque la ministra de Defensa, Nilda Garré, no lo autorizó a velar con honores al general retirado Rodolfo Wehner, procesado por 154 secuestros. Altieri había sido ascendido en diciembre pasado y le había ofrecido a la familia de Wehner realizar el velorio en el Regimiento de Caballería Ligero 5 “General Güemes”. Una resolución firmada por Garré establece que ese privilegio está vedado para los imputados en causas por delitos de lesa humanidad. Los allegados a Altieri hicieron trascender que estaba “harto de ser funcional a la destrucción de las Fuerzas Armadas”. En el Edificio Libertador evaluaron como “exagerada e impropia” la reacción del general. Un camarada interpretó que “es evidente que es una muestra de rechazo a la política de derechos humanos del Gobierno”. Garré dijo que “por suerte la gran mayoría de las Fuerzas Armadas cree que éste es un capítulo vergonzoso que hay que cerrar con justicia” (ver aparte).
Altieri fue uno de los coroneles propuestos para ser ascendidos a general por el ex jefe del Ejército Roberto Bendini y por su sucesor, Luís Pozzi. “Es un hombre poco flexible, pero hasta ahora podíamos decir que ideológicamente no estaba en ningún lado”, comentó un alto oficial que creía conocerlo. Altieri le pidió autorización al comandante del III Cuerpo de Ejército con asiento en Córdoba, Carlos Pedro Artuso, para realizar el velatorio con honores. La respuesta fue que se comunicara directamente con el Estado Mayor Conjunto. En un par de horas, Altieri recibió la orden de no avanzar en esa ceremonia.
Guillermo Wehner, el hijo de uno de los jefes de las siete áreas en que se dividió la represión ilegal en jurisdicción del Primer Cuerpo de Ejército, calificó como “una gran injusticia” la decisión de Garré. En diálogo con Radio 10, Wehner dijo que “es un orgullo” contar con generales como Altieri pero que le causó “dolor perder hoy a un general”.
La esposa de Wehner, Lucrecia Milagro Grande, fue quien pidió la ceremonia con honores. Reina de Belleza en su juventud y perteneciente a una de las familias tradicionales de Salta, daba por descontado el beneplácito de las autoridades. El apoyo de los militares retirados y el acompañamiento de la prensa local tornaban inconcebible un rechazo. Para entender lo que estaba pasando, su hijo recomendó un artículo de El Tribuno, titulado “La montonera que se hizo jefa”, en alusión a Garré.
Prontuario
Wehner es uno de los seis acusados por 154 secuestros en la causa a cargo del Tribunal Oral Federal 5 en la que el principal imputado es el general retirado Jorge Olivera Róvere, ex segundo comandante del I Cuerpo y jefe de la subzona Capital de la represión ilegal durante la última dictadura.
Como ex jefe del Regimiento de Granaderos “General San Martín” y del área militar III desde el golpe de marzo de 1976 hasta fines de 1977, a Wehner se le imputaban 51 privaciones ilegales de la libertad. Bajo esa jurisdicción represiva funcionaron centros clandestinos de detención, torturas y exterminio como los denominados Club Atlético, El Banco y Olimpo.
El 24 de marzo de 1976, Wehner estaba al frente de los Granaderos que custodiaban a la entonces presidenta María Estela Martínez de Perón. No intervino en su detención porque la sacaron de la Casa Rosada directamente en helicóptero y la recluyeron en la residencia de descanso oficial El Mecidor, en Villa La Angostura.
El proceso contra Wehner estaba suspendido por razones de salud. En realidad, había sido recluido con prisión domiciliaria, pero a raíz de su tratamiento de diálisis había sido beneficiado. Altieri habría discutido con su superior directo, el jefe del III Cuerpo, porque alegó que tiene que primar la presunción de inocencia. “No tuvo en cuenta que estaba procesado por más de cincuenta secuestros”, señaló un abogado que recordó la responsabilidad como responsable de área de Wehner.
El protocolo castrense sigue vigente aunque ha sido restringido en los últimos años. En 2003, el dictador Leopoldo Fortunato Galtieri fue velado con honores y despedido por el entonces jefe del Ejército, Ricardo Brinzoni, quien lo definió como “un soldado disciplinado”. Murió mientras cumplía prisión domiciliaria por delitos de lesa humanidad, pero como mantenía el grado y no tenía una condena firme cumplieron con el ritual vigente. Desde la asunción de Garré se prohibió el reconocimiento a los imputados en causas por violaciones a los derechos humanos. Hasta el planteo de Altieri no habían aparecido reclamos de familiares que querían despedir con honores a los represores pese a que fueron varios los que fallecieron en los últimos años.
La inhumación de los restos de Wehner en el cementerio privado Virgen de la Misericordia fue acompañado por unas 160 personas, entre ellos cinco oficiales en actividad y varios retirados. Todos vestían uniforme, tal como lo estipula el reglamento vigente. El general Altieri asistió junto a un grupo de camaradas.
El desenlace del caso Wehner puso en evidencia que todavía quedan pendientes privilegios que sólo se justifican como una rémora del pasado. Garré repite que los militares son ciudadanos que visten uniforme. Ningún otro empleado público recibe honores por el sólo hecho de morirse.
La ministra Nilda Garré
“Un capítulo vergonzoso”
“Hay algunos que creen que salvan a las Fuerzas Armadas mediante un comportamiento solidario y corporativo con los terroristas de Estado”, dijo la ministra de Defensa, Nilda Garré, en alusión al pedido de pase a retiro del general Jorge Enrique Altieri porque se le prohibió despedir con honores al represor Rodolfo Wehner.
En diálogo con el programa El nombre de las cosas, de Radio Nacional, Garré destacó que “la justicia es la única forma de cicatrizar las heridas y de acercar a las Fuerzas Armadas con la sociedad”.
¿Cómo se llega a la decisión de ordenar que no se le realizaran honores a este general que falleció el viernes en Salta?
–Este general era, en el momento del Proceso, coronel y estaba a cargo del Regimiento de Granaderos a caballo de manera que era la guardia presidencial, incluso en el momento del golpe de Estado. Estaba ahora procesado por graves delitos, en la causa en la que están también procesados el general Olivera Rovere, que es la causa del Primer Cuerpo del Ejército. Atento que tenía que estar haciendo diálisis dos o tres veces por semana, el tribunal entendió que había que suspender ese juicio para que pudiera atenderse de su problema de salud adecuadamente. No era posible tener una persona en las audiencias en la medida en que tuviera que ser retirada todo el tiempo para ser llevado a diálisis. Realmente por un tema de caridad, un tema humanitario, el tribunal suspendió el juicio. Es decir, que además de los múltiples obstáculos que se pusieron para que en tiempo y forma estuviera condenado por estos hechos aberrantes, hubo una situación en la que por el verdadero y profundo respeto por los derechos humanos que tiene hoy esta sociedad, se determinó que no estuviera todavía condenado. Pero su situación en ese juicio era muy comprometida. En medio de esta situación, se produce su muerte. Obviamente no íbamos a facilitar un regimiento para que fuera velado y le rindieran cualquier tipo de homenajes porque entendemos que es una persona que estaba sometida a juicio por hechos gravísimos y no podíamos ser tan incongruentes frente a esta acción de la Justicia que se interrumpe nada más que por razones humanitarias. De manera que dimos esa orden que motivó el pedido de retiro del jefe de la unidad. El retiro no está fundado, pero uno podría deducir que ha sido por discrepar con esa orden.
Sí, al parecer ha dicho que él no iba a ser funcional a la destrucción de las Fuerzas Armadas.
–No conocía sus declaraciones ¿Qué no iba a ser funcional a qué?
A la destrucción de las Fuerzas Armadas.
–Hay algunos que creen que salvan a las Fuerzas Armadas mediante un comportamiento solidario y corporativo con los terroristas de Estado, con aquellos que incurrieron en gravísimas violaciones a los derechos humanos, hechos que le produjeron a las Fuerzas Armadas un deterioro, un desgaste, un alejamiento de la sociedad y que las hicieron incurrir en los hechos más aberrantes, desde robarse chicos, hasta torturar a mujeres embarazadas. Algunos creen que rindiendo honores a los que hicieron esas cosas prestigian a las Fuerzas Armadas. Por suerte la gran mayoría de las Fuerzas Armadas entiende que ése es un capítulo vergonzoso y que hay que cerrarlo con justicia, es la única forma de cicatrizar las heridas y poder iniciar un proceso de acercamiento y de definitiva reconciliación entre las Fuerzas Armadas y la sociedad.
¿Cómo analiza que se juzgue a militares que torturaron o habilitaron torturas en Malvinas?
–Es otra deuda pendiente, lamentablemente. Siempre se ha juzgado el acierto o el error de la decisión de la Guerra de Malvinas, se han juzgado también a través del informe Rattenbach, los errores de tipo profesional, de tipo táctico. Pero había un capítulo que era el del tratamiento de los soldados conscriptos tanto en la guerra como después de la guerra. Se los trajo casi escondidos y se los ocultó como si los culpables de haber perdido la guerra fueran ellos. Con eso se agudizaron las situaciones de stress postraumático y seguramente, este tratamiento tuvo mucho que ver con los suicidios que se produjeron posguerra. De manera que tanto el tema de juzgar los abusos, como el de reparar el olvido y los agravios que recibieron estos muchachos eran asignaturas pendientes de esta sociedad.
En otro sentido, pero también con rémoras del pasado, usted tomó una decisión hace pocos meses de pedirle a la misión oficial militar de los Estados Unidos que tenía oficinas en el Ejército y la sede del actual Ministerio de Defensa que buscaran otro lugar donde alojarse.
–Parece una lógica obvia que no puede haber presencia de fuerzas extranjeras, de ninguna fuerza extranjera en el área de la Defensa argentina. Esos eran viejos convenios muy marcados por los principios y los criterios de la guerra fría. Había dependencias, primero en las tres fuerzas, incluso había una oficina de investigaciones de cooperación científica tecnológica en el propio Ministerio de Defensa y entendimos que eso no correspondía. Lo conversamos con las autoridades norteamericanas, con el propio embajador. Entendieron que esas cosas no son lógicas, más aún cuando no existe un mecanismo de reciprocidad.
No hay militares argentinos en el Pentágono.
–No, claro. Y es lógico. Porque son áreas en las que no es razonable que haya fuerzas extranjeras presentes. Era algo de fuerte sentido simbólico y nos parecía razonable, en un ejercicio de nuestra soberanía, que fueran así las cosas. Las autoridades norteamericanas lo comprendieron. Y dijimos que si ellos no tenían donde ubicarse, podíamos dar alguna instalación por algunos meses en alguna de las áreas civiles del ministerio, pero de ninguna manera en las áreas militares. Las relaciones con Estados Unidos son de cooperación, de amistad, de intercambio y eso de ninguna manera lastima esos vínculos.
La “guardia de velatorio”
Dentro de la Jefatura de Personal de cada fuerza armada existe una “guardia de velatorio”.
Oficiales superiores y jefes de cada jerarquía (generales, brigadieres, almirantes y así en línea descendente) permanecen atentos a que se produzca la muerte de un oficial de su misma jerarquía. Su función es comunicarlo a cada fuerza, informar del deceso y del lugar del velatorio.
El oficial de la misma jerarquía que el fallecido es el encargado de organizar la rendición de honores reglamentaria, así como la presencia de un determinado número de oficiales y suboficiales y la posterior rendición del homenaje en el lugar de la inhumación de los restos.
Cuanto mayor es el grado, mayor es la cantidad de gente y las pompas que corresponden.
En el caso de los oficiales superiores con mando de unidades, la reglamentación habilita a que sean velados en el lugar donde ejercieron su comando de mayor importancia.
A nivel internacional, los usos y costumbres establecen que los honores se les rinden a los muertos en combate y a los que tuvieron acciones heroicas durante la guerra. En línea con este criterio, la ministra Nilda Garré dictó hace un par de años una resolución que les otorga a veteranos de Malvinas de todas las jerarquías la rendición de honores idénticos.
Salta, un velorio sin honores: Altieri quiso homenajear a Wehner
No sorprende el manejo espúrio de la información que realiza un medio que, con el tiempo, se ha ido convirtiendo en vocero de los sectores más conservadores y elitistas, con opiniones que permanentemente rozan o sobrepasan los límites de la ética periodística. Antes se limitaba a hacer campaña para los aliados de la familia Romero, hoy vemos con estupor una decidida postura en cuestiones de política internacional (siempre noticias a favor de los republicanos, tal vez por el acercamiento Romero-Bush, a favor del PP en España o de Berlusconi en Italia, siempre en contra de cualquier mandatario o líder progresista de América Latina. Postura que siempre es anti indígena (esta semana titula una nota sobre el alzamiento indígena en el Amazonas haciendo mención a las bajas entre los policías represores y no entre los indígenas que fueron masacrados). En el caso particular de Bolivia, en una postura abiertamente partidaria del separatismo racista cruceño y en contra del presidente Evo Morales Ayma para intentar influir sobre la importante comunidad boliviana asentada en nuestra provincia. Aún hoy, luego de varios años del fracaso del neoliberalismo en el mundo, se ha transformado en un bastión en la difusión de esas ideas que nos han llevado a la crisis del 2001 y ahora al desastre de la economía mundial. En lo nacional, no hace falta mencionar la prédica permanente en contra del gobierno, el bastardeo de los derechos humanos o a favor de la entrega indiscriminada de los recursos naturales.
En síntesis, con el pretexto de la libertad de expresión, apela a los recursos más burdos y empobrecedores del debate en contra de la pluralidad ideológica para demonizar a aquellos que sostienen ideales de verdadera independencia política y económica y pretenden una sociedad más justa y equitativa, con oportunidades para todos y sin discriminaciones. Es por todo ello que no sorprende la reacción en contra de la ministra Garré, avalando los supuestos derechos de aquellos que han violado la ley y la institucionalidad en contra del sistema democrático. Y cuando ya no tienen argumentos, usan el chauvinismo («la culpa es del centralismo porteño»)y la xenofobia («el desastre de Tartagal y el dengue ocurrieron por culpa de los bolivianos»), como si no hubiese suficientes sinvergüenzas entre nuestros comprovincianos con poder, capaces de entregar los bosques, la tierra de los campesinos y originarios a los pooles de soja, el agua y los recursos mineros a los capitales extranjeros por un puñado de dólares que han ido y aun van a parar a sus bolsillos miserables de funcionarios corruptos.
Para terminar, celebro que alguna institución desenmascare a un medio que desprestigia a una profesión tan digna, pero creo que el INADI se queda corto con sus reclamos. La verdad es que cuando cae en mis manos EL TRIBUNO, hasta del obituario desconfío.