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lunes, noviembre 25, 2024

Birmajer o el valor de la lectura y Evo, sin lectura en el poder

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El escritor Marcelo Birmajer pasó por esta ciudad para dar una charla dentro del programa «Salta lee y escribe», dirigido por la profesora Patricia Bustamante. Y despertó polémica cuando objetó a Evo Morales por «falta de lecturas». Trayectorias.

La profesoras de Letras quedaron encantadas con la conferencia de Marcelo Birmajer quien, comentaron, reafirmó -con energía y convicción- el valor de la lectura.

Para Birmajer este es el verdadero capital que un ser humano puede atesorar. Incluso -relatan las docentes que concurrieron a la charla- el escritor puso como ejemplo su propia experiencia.

Dijo que como muchos argentinos él quedó prácticamente en la ruina por la debacle de comienzo de siglo con el corralito, la confiscación de los depósitos y el colapso económico del país.

Pero logró resurgir justamente con ese capital cultural de lecturas que le permitió dar conferencias, escribir libros y afirmarse como protagonista de la vida literaria en la Argentina y el exterior.

Pero la parte polémica vino cuando el escritor criticó al periodista Martín Sivak, porque cree entrever en su biografía del estadista boliviano, «Jefazo», una suerte de elogio a la inteligencia intuitiva y práctica pero también a la falta de cultura literaria.

Para Birmajer la falta de lectura no puede en ningún caso ser un mérito. Y es más: la ve -según lo refieren profesoras que estuvieron en la charla- como un punto débil de Morales en su enfrentamiento con las poderosas fuerzas del separatismo del Oriente del país altiplánico.

Algunas profesoras no estuvieron de acuerdo. Consideran que en la cultura andina hay otras formas de transmisión cultural más amplias que pasan por la oralidad y no sólo por cultura del libro.

jpg_alvaro_garcia_linera.jpgPero además, podemos agregar nosotros desde Salta 21 que si bien Morales no es un erudito o un lector consumado, tampoco es un iletrado. Y el vicepresidente Alvaro García Linera complementa acabadamente la fórmula presidencial a un nivel sin precedentes: es un intelectual que no sólo leyó muchísimo, sino que escribió libros que son pilares para entender la compleja cultura (en la concepción antropológica y amplia del término) de nuestra entrañable Bolivia.

El vicepresidente boliviano es una personalidad que tiene una cultura -en la acepción occidental, relacionada con los libros- sin parangón entre los presidentes y vicepresidentes actuales de Canadá a Tierra del Fuego.

«Pero tampoco es como muchos piensan, que Álvaro Linera maneja a Evo Morales, no. Evo tiene las cosas bien claras y decide la política que sigue el gobierno», nos explica un profesor cruceño que vino a un encuentro en la Universidad Católica.

A diferencia de algún vicepresidente traidor que no tiene vergüenza de aliarse con la oposición contra su propia presidenta, la relación de Linera con el presidente boliviano es sólida y consustancial, porque deviene de convicciones profundas e ideales trascendentes y no de una alianza circunstancial para llegar al poder.

jpg_Jefazo.jpgUn indigenista vital como Evo Morales Aima y un indigenista académico como Álvaro García Linera (y de acción también, ya que tomó las armas dentro de un movimiento guerrillero y estuvo preso varios años, multiplicando durante ese tiempo en un grado impresionante su acervo de libros leídos y escritos) hacen una muy buena síntesis para enfrentar el racismo fascista y separatista apoyado por los Estados Unidos.

Quién es Birmajer

Marcelo Birmajer nació en Buenos Aires, en 1966. Es escritor. Ha publicado, entre otros libros, Un crimen secundario (novela, 1992), El alma al diablo (novela 1994), Fábulas salvajes (1996), El fuego más alto (cuentos, 1997), Ser humano y otras desgracias (cuentos, 1997), Historias de hombres casados (cuentos, 1999), No tan distinto (novela 2000), Tres mosqueteros (novela, 2001), Nuevas historias de hombres casados (cuentos, 2001) y Últimas historias de hombres casados (cuentos, 2004).

Es co-autor del guión cinematográfico “El abrazo partido”, ganador del premio al Guión Inédito en el Festival de Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana 2002 y del Oso de Plata en Berlín 2004, del premio Clarín al mejor guión y mejor película, y nominada al Oscar por la Academia argentina de cine.

Ha ejercido el oficio de redactor y colaborador en más de un cincuentena de medios gráficos de habla hispana. Entre otros, ha publicados artículos y cuentos en la revistas Fierro, La Revista (del diario La Nación), Viva (del diario Clarín) y Página/30; en los diarios Clarín y Página/12; y en los diarios españoles el ABC, El País y El Mundo. Escribe semanalmente en la revista Ya, del diario chileno El Mercurio. Algunos de sus libros han sido traducidos al alemán, al italiano, al holandés y al portugués. Fue honrado con el premio Konex 2004 como uno de los cinco mejores escritores de la década 1994-2004 en el rubro Literatura Juvenil.

«No me olviden»

Esta es parte de una entrevista realizada Marcelo Birmajer por Fabiana Margolis:

¿Cómo te gustaría ser recordado?

Como un buen contador de historias. Hablamos siempre en el plano literario, ¿no? Después, en las cosas privadas, personales de cada uno, uno quiere ser recordado de muchas maneras distintas por personas distintas. Uno quiere entrar en distintos casilleros de la memoria de cada persona. Pero en el caso de los lectores, me gustaría ser recordado como un buen contador de historias inventadas por mí. Como un buen inventor y contador de historias.

¿En qué creés?

Creo en un mandato extracultural, suprahumano, de respeto por la vida y la libertad del otro y en la obligación del otro a respetar mi libertad y mi vida. Y creo que eso no es una conquista de los seres humanos en el sentido de que se haya evolucionado o que sea una decisión democrática o cultural. Creo que es un mandato que nos trasciende y que tenemos que respetar. Eso es para mí lo que conforma la idea de Dios.

¿Creés en Dios?

En ese aspecto sí. Creo que hay un mandato extrahumano. Ahora ¿qué es Dios? ¿quién define Dios? Para mí una definición de Dios es saber que la libertad y la vida del otro son sagradas. Que es más importante que exista una entidad. Porque una entidad te puede dar cualquier orden; de hecho los fundamentalistas islámicos creen que Dios ordena tal o cual cosa. Pero lo importante no es la entidad sino el mandato. El problema no es la autoridad sino qué dice esa autoridad. Y para mí los dichos son sagrados. Y los dichos son respetar la vida y la libertad del otro. En eso creo.

¿En qué género te sentís más cómodo?

Sin duda en el cuento. Porque es el que más me permite acercarme a la imagen del narrador que alrededor del fuego le cuenta a su tribu una historia. Esa es mi posición y el cuento es la que mejor me la permite.

¿Cómo influyó el hecho de ser periodista en tu literatura juvenil?

El periodismo me obligaba a tomar contacto con realidades que de otro modo yo nunca hubiera percibido.

Como lector, ¿cuáles son las historias que más te apasionaron?

El otro día justo estaba pensando… los cuentos que a mí más me gustan son de amor y de guerra. Y las novelas también. Pero siempre está relacionado con puntos de vista, ¿no? Quién lo cuenta. Porque si uno se pregunta qué historias le gustan, en realidad son escritores que a uno le gustan. Hay casos especiales, historias míticas, que no tienen un autor preciso y uno las recuerda. jpg_Bioy_Casares.jpgComo La Odisea o La Ilíada han acompañado mi vida al punto que les dediqué un libro entero, Mitos y recuerdos, y que están más cercanas a los mitos que a un autor. Pero
después yo te puedo decir que las historias de amor contadas por Somerset Maugham, Adolfo Bioy Casares, Isaac Bashevis Singer. Esos son los escritores que para mí han contado mejor que la mayoría de los que conozco del siglo XX las historias de amor y de guerra que a mí me fascinan.

¿Cómo es tu día de trabajo?

Llego a mi estudio; si dejo a mis hijos en la escuela vengo caminado y llego a eso de las nueve. Prendo la máquina, leo algunas cosas en Internet, los diarios, el mail, corrijo y a las doce, más o menos, trato de ponerme a escribir algo. Si estoy de buen humor puedo escribir cuatro horas seguidas. Si no, doy muchas vueltas hasta que logro concentrarme. La verdad es que yo tengo la sensación de que paso gran parte del tiempo sin hacer nada, pero supongo que en algún momento debo escribir porque tengo muchos libros publicados.

¿Qué pasa si no se te ocurre nada?

Salgo a dar vueltas, fumo… Una vez leí una reflexión de un muy buen escritor que se llama Amos Oz. Él trabajaba en un kibutz y cuando se fue de allí y se dedicó a la escritura se sentía muy mal cuando no se le ocurría nada, pensando que en el kibutz todos trabajaban muchísimo y se levantaban a las seis de la mañana, mientras que él estaba sin hacer nada, igual que yo (risas). Entonces se imaginó como un comerciante y las ideas como si fueran clientes. A veces vienen y a veces no. Cuando no vienen uno está igual en el negocio, esperando, y cuando vienen trabajás. Bueno, yo hago más o menos lo mismo. Espero a que vengan. Ahora me pasa también que tengo muchos encargos, me llaman de todas las editoriales, pero estoy tratando de no aceptarlos. Me puedo dar el lujo de dedicarme a escribir sólo lo que tengo ganas.

La religión judía, su humor y sus personajes están presentes en la mayoría de tus historias. ¿Lo hacés como una manera de acercar la tradición judía a los jóvenes?

Yo no uso mi literatura para acercar lo judío, uso lo judío para contar de una manera singular mis propias historias. El judaísmo es más que una religión. De hecho yo no cumplo con ningún rito pero soy judío. Es una identidad y también es una fe. La fe de creer que la vida y la libertad del otro son sagradas, como rezan los diez mandamientos. Sin que esto necesariamente te lleve a cumplir con las 613 mitzvot que señalan los ortodoxos.

Bueno, en El alma al diablo el protagonista finalmente decide, contra la voluntad de sus padres, no hacer su baarmitzvá.

Con lo cual también estoy en desacuerdo. Yo hice mi baarmitzvá y recomiendo a cualquier joven judío que lo haga. Pero en mi vida personal yo no cumplo los rituales, sin embargo sigo siendo judío, lo cual quiere decir que se trata de algo más que una religión. En muchas circunstancias el judaísmo es también una nación, una fe, una identidad. Entonces vos podés no cumplir los mandatos de la religión y sin embargo seguir siendo judío. Pero no es que yo quiera preservar el judaísmo en mi literatura. Yo utilizo mi singularidad judía para contar historias más interesantes. Me parece que un país como Argentina, donde venimos de Italia, de España, de Corea, de Perú, de la sangre judía, es un desperdicio abandonar nuestro pasado, nuestros abuelos, nuestras historias y convertirnos en algo indistinto. Se puede ser argentino judío, argentino italiano, argentino español y utilizar esas raíces para contar historias singulares. Yo lo utilicé para singularizarme y lo seguiré utilizando. Sería imperdonable que yo olvide el Monte Sinaí, la salida de Egipto, la historia de mi abuelo y me convierta en un escritor sin ningún tipo de marca personal. Mi literatura está circuncidada… (risas).

Y sobre todo en estos casos, ¿trabajás con experiencias personales?

Siempre hay experiencias personales en mi literatura, en mis guiones. Siempre hay elementos de mi vida, pero transformados de tal manera que se conviertan en la vida de un personaje. Nunca es exactamente lo que me pasó a mí. Además nada de lo que me pasó a mí es tan interesante…

¿Pensás en un lector cuando escribís?

Pienso que quiero que me lea todo el mundo. Pienso que al lector le gusta que le cuenten buenas historias, que lo entretengan, que lo emocionen, que lo mantengan en suspenso. Ése es mi lector. No me detengo a pensar si transgredí o no el lenguaje.

¿Te imaginás haciendo alguna otra cosa además de escribir?

No… bueno, jugador de fútbol, maratonista. Salvo viajar y escribir y viajar en función de escribir, no. Además todo lo que veo, por ejemplo una cara, labios, manos, siempre me convoca a escribir, a contar una historia.

¿Cuáles son tus futuros proyectos?

Ahora estoy escribiendo un libro sobre el barrio del Once, entre narrativo y periodístico, una obra de teatro y también un guión de cine contratado por una productora israelí sobre una familia argentina que viaja a Israel.

Y para terminar, si tuvieras que elegir tres palabras con las cuales definir tu obra, ¿cuáles elegirías?

(Piensa unos minutos)

No me olviden. Sí, elegiría «No me olviden».

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Diez consejos para escritores

Por Marcelo Birmajer

1) No declame que escribir lo hace sufrir. En tal caso, abandone la escritura. Hay escritores de sobra, y en los últimos años, gracias al fundamentalismo islámico, tampoco faltan mártires. De modo que no precisamos de ninguna de sus dos condiciones.

2) Si no escribe para los lectores ni para la crítica, no publique. Envíele sus escritos por mail a su abuela.

¿Para qué molestar a correctores, diseñadores y editores, si a usted no le interesa salir de su casa?

En cualquier caso, no repita más que escribe sólo para usted mismo. Ya lo dijo Borges, y tampoco resultó verosímil.

3) No repita que la novela se ha agotado como género. Es su imaginación la que se ha agotado.

4) No continúe culpando al mercado, ni a los tiempos que corren, de que nadie quiera leerlo. A usted no lo leerían ni en una sociedad autoritaria que obligara a los niños a leer sus textos so pena de muerte.

Al menos, festeje el hecho de que, si bien no le prestan atención, tampoco lo mandan a matar.

5) No se queje de la única adaptación al cine que se ha hecho de su ignota obra. A nadie le ha importado su novela, pero mucho menos su opinión respecto de la película.

6) No insista con que los personajes se le aparecen en el toilette, en la cocina y en la cama. Todos sabemos que miente.

7) En lo posible, procure no llevar un diario íntimo.

Dicho implemento se ha convertido en un engañoso género literario. Si quiere publicar sus intimidades, hágalo deliberadamente; pero no obligue a sus herederos a sentirse culpables por revelar secretos que usted indudablemente registró para continuar siendo atendido después de muerto.

8) No declame que no le gusta escribir en computador.

Abomine de la tinta, esculpa las letras en piedra, deje su testimonio pintado con sangre de mamut en una caverna. Pero háganos un favor: no siga repitiendo que no le gusta escribir en computador.

9) Nos parece muy bien que abandone la escritura. Pero no lo anuncie. Hágalo directamente, en silencio.

10) No abandone a su esposa por una más joven luego de su primer éxito. Espere al menos a dos o tres éxitos, no sea cosa de que tenga que volver corriendo.

Fuente: elforro.com

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