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sábado, noviembre 23, 2024

Murió un escritor y poeta del NOA: Carlos Hugo Aparicio

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Se fue el 2 de abril, un jueves santo, a los 79 años de edad. Nacido el 20 de junio de 1935 en la ciudad de La Quiaca, en Jujuy. Integra, junto a grandes autores de la región y del país, el corpus de la nueva narrativa argentina. Fue miembro de la Academia Argentina de Letras.

Conocido como autor de los cuentos «Los Bultos» (1974) y el volumen «Sombras del fondo» (1982, libro que contiene diez cuentos), o por su novela «Trenes del sur» (1988, traducida al francés), ha pasado a la historia de la literatura regional.

El film «Luz de invierno» de Alejandro Arroz (2005), estuvo inspirado en tres de sus cuentos; y durante el 2014, el cineasta realizó el ciclo «Historias de la orilla», una serie de ficción compuesta en al menos ocho capítulos, también basándose en los cuentos de Aparicio, entre ellos «La pila de ladrillos».

«Pedro Orillas» fue su primer poemario escrito en 1968. Le siguen «El grillo ciudadano» (1968) y «Andamios» (1980). Posteriormente publicó «El silbo de la esquina». Su obra poética concluye con «Romance de bar» (2010).

Los personajes de las obras escritas por Carlos Hugo Aparicio son simples pero de gran singularidad, personajes cuyos destinos de pobreza los encuentra del lado de la orilla. La polifonía caracteriza sus cuentos, voces que se entrecruzan y hablan desde esa realidad de los de abajo. Historias que exigen un lector atento, un lector que pueda comprender los silencios, lo no dicho y las tragedias cotidianas.

Aparicio vive en los lugares reconocibles de sus cuentos, en el habla coloquial de sus personajes, en la realidad que acontece como absurda:

«Cómo demora en partir este tren, ya debe estar atrasado; mi impaciencia hojea sin interés el diario de hace tres días (así llega aquí); a mi alrededor crece la agitación con inminencia de última campanada; gente que sube traspirada y acezando, busca lugares apropia dos, aquí che, que no da la luz; gente que se despide en voz alta, saludálo en mi nombre, escribí, no seás floja y no te olvidés de averiguarmeló; gente en el andén, ofertando empanadas, refrescos, masitas, y a escasos cien metros la campana de la Iglesia llamando a misa, y esta ternura que me nace por las calles siempre pálidas y polvosas, abiertas en la soledad, con alguna sombra esporádica yéndose apurada o quedándose al sol, tomándolo casi con abandono absoluto». (fragmento de «Los bultos»)

El quiaqueño echó raíces en Salta y desde aquí, dio vida a esos seres que deambulan por el norte, sacados de la misma realidad que nos circunda.

Su escritura se nutrió en el NOA y nos devolvió una literatura recreada y crecida. Hölderlin decía que la patria de un escritor es su lengua. Creo que Aparicio ha trascendido las fronteras de la literatura: no se trata de qué escribió sino de cómo lo hizo. Desde ese punto de vista, su escritura es universal.

Así lo reconocemos.

– Dato: Sus restos son velados en Pieve y hoy a las 15, serán trasladados al Cementerio de la Santa Cruz.

1 COMENTARIO

  1. Murió un escritor y poeta del NOA: Carlos Hugo Aparicio
    Carlos Hugo Aparicio, un genio de nuestra literatura, un poeta de los grandes y dueño de una prosa de singular belleza. Nacido en La Quiaca, como el gran Javier Pantaleón, de Los Cantores del Alba, y que, como éste, adoptó Salta como su terruño definitivo.
    La crónica de los «Los trenes del Sur» -una de las obras del querido maestro- refresca en nuestra memoria los relatos de nuestros padres, cuando iban a la estación del pueblo a esperar el tren que venía de Buenos Aires, no porque esperaran a algún conocido, sino simplemente porque el convoy traía las revistas de Buenos Aires que grandes y chicos esperaban, como «Goles», «Dartagnan» o «Billiken», o por el solo hecho de verlo pasar hacia el norte, tal vez a Bolivia. El día no estaba completo si no habían visto pasar el tren.
    Aparicio es uno de esos hombres a los que la Provincia no ha sabido homenajear en vida, tal vez porque, en todos los ámbitros, prestamos poca atención a los tipos valiosos pero humildes y en cambio preferimos a los bocones y figurones.

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