La guerrilla de Orán: Una historia muy poco conocida

En 1964, en Orán se detecta una célula guerrillera, liderada por el periodista Jorge Ricardo Masetti. La experiencia dura poco y la mayoría muere a manos de patrullas de Gendarmería. Oscar Fernández Real, fue el único periodista que cubrió la cacería.

Hace cuatro años, su historia y datos de esos días fueron fundamentales para localizar los restos en el cementerio de Orán del guerrillero cubano Hermes Peña Torres. A pesar de los esfuerzos nunca se encontraron los restos de Jorge Ricardo Masetti, el “Comandante Segundo” y líder del malogrado “Ejército Guerrillero del Pueblo”.

¿Cómo llegaste a incorporarte a la patrulla que salió a buscar a Masetti?

– Fue un accidente en realidad. Yo quería hacer notas de aventuras con patrullas de Gendarmería. Recién empezaba en Clarín.
Un día entre de casualidad en el viejo edificio de Gendarmería, para pedir conexiones y contactos, y le digo que soy del Clarín y el Jefe de Prensa me dice sorprendido “¿como ya se enteraron?” y le contesté. “¿de que tenía que haberme enterado?” y al instante me comentó “esto lo mantenemos en absoluto secreto, recién estamos descubriendo en las cercanía de Orán un foco de guerrilleros o de escuelas de guerrilleros que ahí quieren instalar”

Había algo de paranoia…

– Hay que situarse en la época. Hacia cuatro años que Fidel Castro había tomado Cuba y se estaba propagando con mucha fuerza en todo el continente los gobiernos militares y se tenía más terror al castrismo que al comunismo.

¿Cómo detectaron a los guerrilleros?

– Usar barba era una rareza, entonces cuando surgieron los primeros informes sobre la presencia de barbudos con uniforme en el norte de Salta, Gendarmería comenzó a investigar.

Desde el primer momento sabían de su presencia…

– La investigación de gendarmería estuvo muy bien hecha, a tal punto que ellos pusieron a uno de los gendarmes, de apellido Dalmonin, que era de Orán a buscar datos y fue a Colonia Santa Rosa para recoger más hechos y se comenzó a indagar con más profundidad.

Dalmonin detectó que en Colonia santa Rosa había ruidos de vehículos a la noche en la zona de finca El Bananal, arriba, en una zona muy despoblada, en el límite entre Salta y Jujuy, sobre el Río de las Piedras. Con esa información enviaron patrullas a la zona y una de ellas sorprende en el paraje La toma a cuatro guerrilleros que estaban preparando un campamento y esperando recibir a más aspirantes. Además la Policía Federal había logrado infiltrar a dos personas en el grupo original en Buenos Aires.

¿Dónde los reclutaban?

– Hacían un primer reclutamiento en Córdoba o Buenos Aires y lo mandaban a Salta, y acá le cambiaban los documentos y le tomaban juramento para el Ejercito Guerrillero del Pueblo.

¿Cuándo llegaste a Orán?

– Llegué a Orán al día siguiente que un camión de Gendarmería volcó con 14 tropas en una alcantarilla, hubo varios gendarmes muertos. Días antes había habido un tiroteo, en donde muere el gendarme Romero y a consecuencia de la cacería que provocó ese hecho lo
matan a Hermes Peña Torres, cubano y a Jorge, que era de Rosario de Santa Fe, que era como el médico del grupo en el Paraje de La Toma. Los otros escaparon por el monte. Hubo patrullas de Gendarmería que siguieron más arriba del paraje de La Toma y capturaron a dos grupos más, que eran casi todos.

Estaban diezmados…

– Sí. La retirada del grupo se organizó para avanzar corriente arriba del Río de las Piedras, siguiendo hasta las Sierras Morenas, que es el límite entre Salta y la Quebrada de Humahuaca. La idea de ellos era trepar las sierras y bajar a la quebrada y escapar a Bolivia.

¿Por dónde llega el grupo?

– Ellos primero fueron a Bolivia y de allí entraron al país por Los Toldos.

A esa altura no tenían mucha fuerza los guerrilleros…

– Ya habían encontrado dos campamentos, el de El Limonar y el de la Toma. Más arriba había otro en Piedra Morada y en frente a la ribera del río, en unos huecos que habían hecho, enterrados y protegidos por ramas y plásticos fusiles, habían balas ametralladoras y granadas Energas. También tenían un generador que se usaba en la segunda guerra mundial y que montaba en un trípode y se ponía un hombre a dar manija como una especie de bicicleta y un transmisor, que era inútil, pero que podía captar la transmisión de las radios locales, lo que le permitió saber lo que pasaba con las patrullas de gendarmería y que ya habían detenido a parte del grupo.

¿Con quiénes estabas?

– Yo estaba en una patrulla liderada por el segundo Comandante Honorato e integrada por 14 hombres y un baqueano.

¿Cuántos días estuviste en la patrulla?

– Estuve entre 15 o 17 días tras los pasos de Masetti. Lo único que teníamos una cebolla chica y panes que se cocinaban entre las brazas y las cenizas. Agua había mucha por los arroyos. No había pesca, casi no había caza.

Igual que los guerrilleros…

– Los guerrilleros habían conseguido, con mucha suerte, cazar un Anta, pero no sabían como conservarla y se les echo a perder al segundo día.

No tenían nada para sobrevivir…

– Habían quedado escondido muy debilitados y enfermos. Tres guerrilleros, que era César Carnevalli, en el campamento de Piedra Morada, un muchacho alto de 24 años de Buenos Aires; Diego y Marcos quedaron en el campamento del Alisal, muy arriba. Cuando llegamos ya estaban muertos.

¿Eran parajes conocidos?

– No, para nada. Los nombres de los lugares se los pusieron los gendarmes para identificarlos.

¿Hasta dónde encontraron rastros de los guerrilleros?

– El Alisal fue el último punto donde había rastros del paso del Comandante Segundo. Él siguió para arriba, Juan Jouvet y uno de los Hermanos Paul lo intentaron seguir, pero uno de ellos se desbarrancó, porque era una zona altísima y muy escarpada.

¿Por qué no siguieron?

– Para nosotros, por los medios que teníamos, era imposible seguirlos. En ese lugar teníamos todas las nubes por debajo.

¿Cuál fue el momento de mayor tensión?

– Siempre fue tensionante, pero en especial un sábado, a las 14:45, justo estaba tomando una de las fotos, cuando llegamos al campamento del Alisal. Hasta ese momento no podíamos encender un fuego de noche y durante el día se trataba de hacer el menor humo posible, para que los guerrilleros no supieran nuestra ubicación. Porque no sabíamos si aún quedaba alguno con vida.

En ese momento se hace un despliegue de la patrulla. Yo llevaba un trípode antiguo y los gendarmes bromeaban diciendo que había que alejarse del periodista “porque le van a tirar”, yo no sabía por qué y cuando terminó todo me explicaron: el trípode que llevaba parecía el fuste de una ametralladora y era un blanco seguro.

En medio de la avanzada quedé en el medio de los grupos de gendarmes. Estábamos todos caminando por el lecho del río con las alpargatas destrozadas y en calzonsillos con la ropa sobre los hombros. Los bichos nos mataban, pero no podíamos hacer ningún ruido, cuando veo que las cañas que había en el islote se comienzan a mover. Pensé que era un guerrillero y como no podíamos gritar comencé a hace señas y tirar unas piedritas. Era en realidad un gendarme que había ido a revisar el lugar para evitar un ataque del costado. Y hasta que no se comprobó que estaban muertos los dos guerrilleros fue un momento de mucha tensión.

¿A quienes encontraron en el campamento?

– Encontramos a César Carnevalli, con la Carmaca desprendida, lo dejaron porque estaba débil y enfermo. Fue un muchacho que ayudaba mucho a los demás y fue algo contraproducente para él. Lo dejaron con los documentos y los utensilios y cubierto. Murió solo. El cadáver fue comido por los bichos. Le dieron sepultura los gendarmes. Tiempo después, Vandoni, un muchacho de 20 años de Ciudadela, Buenos Aires, cuenta que cuando llega con los restos del Anta encuentra a sus dos compañeros muertos y los acomoda y los cubre con ramas. Cuando llegamos sólo se les veían los botines en medio de la maleza y muy descompuestos. Estaba todo muy ordenado.

¿Cómo era el campamento?

– Todos los campamentos que hacían seguían las directivas dadas por el Che Guevara en su “Manual del Guerrillero”. Tenían un descampado perimetral de unos 150 o 200 metros, que se pudieran cubrir con armas de repetición y un sector selvático con sendero para poder escapar. Habían “carmacas”, que era unas hamacas sujetada entre dos árboles cubiertas con un plástico con un hilo más tenso y eso servia como hamaca y como carpa para estar lejos del suelo y mantenerse seco

¿Encontraron más cuerpos?

– En una segunda patrulla encontraron a dos hombres fusilados. Nando y Pupi. Habían sido juzgados. En Piedra Morada encontré un diario muy detallado, con muchos errores de ortografía y mal redactado, como de alguien que no tenía una cultura sólida, pero allí se relataba los pormenores del juicio.

¿Después de llegar al campamento de El Alisal regresaron?

– Sí, Los últimos cinco días, que nos tomó regresar pasamos un hambre feroz. No teníamos nada que comer.

¿Hablaste con los sobrevivientes?

– Después volví para el juicio en Salta y entrevisté a los sobrevivientes en la cárcel de Villa Las Rosas. Tenían reticencia para hablar con el periodismo, que en mi caso estaba justificado, porque yo de buena fe le tome una declaración, con el compromiso de publicarla y no modificarla, pero cuando la entregué en Buenos Aires a la revista Panorama, que era de Time Life hicieron lo que quisieron. Me enojé y renuncié.

¿Cómo te sentiste con la experiencia?

– Sentí una cierta solidaridad con ellos, yo no tenía una inclinación política, ellos decían que eran nacionalistas peronistas, pero tampoco la tenían muy clara, porque Perón no era muy de izquierda precisamente. Había un desánimo general en esa época. Ellos me contaron muy en detalle cómo se habían incorporado a la guerrilla y me sentí identificado con ellos, como muchos de mi generación. Eran muchachos de buena voluntad y de una gran ignorancia de la realidad argentina. Buscaron apoyarse en el campesinado, como en Cuba, pero en la zona donde estaban no había nadie. Les dejaban unas proclamas muy largas y complejas que nadie entendía y no que no tenían nada que ver con los intereses y las necesidades de los pobladores del norte de Salta. Todos eran citadinos, incluso Vandoni aseguraba que vino al norte a ayudar a levantar la cosecha de trigo. No sabían nada.

¿Quién era el comandante primero?

– Todos especulaban que si Massetti era el comandante segundo, el comandante primero era el Che Guevara, pero ya Massetti había aclarado que tomó el nombre de Segundo Sombra.

Oscar Fernández Real

Periodista, por más que su título sea de Técnico Aeronáutico. Desde principio de los 60 transitó por las redacciones de Panorama, Clarín, Nación y Parabrisas. A principios de los 90 vino a Salta a fundar Eco del norte, del cual fue jefe de redacción.

Estuvo en la Antártida, Recorrió en balsa el Paraná y fue el único periodista que cubrió la desventura de la guerrilla de Massetti en Salta. En 1982, poco antes del inicio de la guerra de Malvinas, cae preso tras descubrir y denunciar la presencia de helicópteros ingleses en la frontera argentino – chilena de Tierra del Fuego, siendo el primero en dar a conocer la colaboración que prestaba el régimen de Pinochet al Ejército Ingles.

Una historia

“A comienzos de 1964 los diarios publican las primeras noticias de la guerrilla, cuyos días estaban contados. En marzo los servicios de informaciones consiguen infiltrar dos hombres que promueven un incidente donde resulta herido el guerrillero Diego. La Gendarmería captura un campamento con cuatro hombres, donde estaban las provisiones. El hambre acosa ahora a la guerrilla: la zona está desprovista de caza, incluso de pájaros. El guerrillero Antonio muere despeñado. El 18 de abril es sorprendido un nuevo grupo. .Días después en un confuso choque con la Gendarmería resultan muertos Hermes Peña Torres, cubano y Jorge. Diego, César y Marcos mueren de hambre. Los dipersos van cayendo en grupos de dos o tres.

Masetti no aparece nunca. Se ha disuelto en la selva, en la lluvia, en el tiempo. En algún lugar desconocido el cadáver del comandante Segundo empuña un fusil herrumbrado. Tenía al morir 35 años, había nacido en Avellaneda”

Parte final del prólogo de Rodolfo Walsh, al libro de Masetti “Los que luchan y los que lloran”, de la edición de 1969.

NdR: Esta entrevista se publica también en el semanario El Expreso

– Huaity González es periodista y escritor. Trabajó en los diarios El Tribuno y Eco del Norte. Condujo programas de radio y dirigió el sitio Salta Noticias. Actualmente colabora con medios locales y es columnista de Salta 21. En 2007 publicó el libro de relatos Arizaro .

– Columna de Huaity González en Salta 21:

La dulce miel de la burguesía

http://www.salta21.com/spip.php?article1006

– Comentario sobre la obra literaria de Huaity:

Arizaro, el entrañable mundo de Huaity González en 12 relatos

http://www.salta21.com/spip.php?article1045