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lunes, noviembre 25, 2024

“Dionisia, la menora”, una Eréndira correntina en el Teatro Infinito

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Alejandra Valle sale a escena y descubrimos su orfandad. La mirada dulzona va desapareciendo mientras desnuda su interior con recuerdos de las tardes correntinas de su infancia. Todo candor ella. De niña jugaba con el Rufino. Alessita, la actriz, es la mujer que confiesa, entre restos de memoria ingenua, la maldad de la que fue presa. Una obra prohibida en los 80 y resignificada en el nuevo milenio.

Siempre vuelvo a García Márquez, no sé por qué. ¿Será que su literatura esconde todas las literaturas? Algún lirismo mágico aparece en esta “Dionisia”, escrita por Mauro Santamaría y dirigida por Gastón Alexis; este último, integrante del Grupo La Trastienda, de Corrientes, compañía teatral que hizo su paso por el Encuentro Escénico Teatro Infinito el miércoles 6 de mayo por la nochecita, al tiempo que siguió su gira por Jujuy, no sin visitar también otra provincia del NOA: Santiago del Estero.

Recorrer la escena correntina con una obra profunda que plantea el abuso sexual, es hacer una vuelta al pasado de la protagonista, quien a través de sus anécdotas pueriles, nos permite montarnos en diversas imágenes que nos son cercanas: las vías del tren, la siesta en un pueblito del interior, el piar de los pájaros…Hay en este unipersonal, una mirada sobre un tipo de esclavitud cuya consecuencia más directa es la humillación. Tanto Dionisia como Eréndira son personajes que sufren el ultraje y el abuso de poder en complicidad con un miembro de la propia familia.

La propuesta de Alexis es mostrar la soledad del personaje por medio de un espacio vacío en el que sólo cabe la mueca del dolor.

La actriz nos conduce hacia su habitación en la que parece haber un refugio, un dejo de consuelo. Y nos arroja hacia los brazos de un niño que fue lo más cercano al amor que conoció. El público se hace co-partícipe de la repulsión de Dionisia en una suerte de confesión íntima de sucesos abominables. La pobreza es un factor condicionante del tipo social que representa la protagonista, una jovencita analfabeta de un rincón provinciano, quien es sometida bajo la excusa de tener un trabajo: servir a su agresora.

Alessita desarrolla su papel de manera convincente y el tono dulcificado de su relato obra por contraposición a la violencia. El acento correntino le juega a su favor y emplea formas dialectales muy propias de su región.

La propuesta artística permite posicionar a este tipo de teatro de corte social, como un drama actual cuyo contenido resulta de gran interés para reflexionar sobre los contextos de miseria y exclusión. El teatro es un espejo de la sociedad. Y el abuso sexual es una práctica naturalizada que hay que condenar. El teatro lo hace con pocos y efectivos recursos.

– Foto tomada por Salta 21

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