A Baumbach, el director, lo suelen comparar con Woody Allen. Se plantean situaciones inteligentes donde hay cierta filosofía y problemáticas sociales muy actuales, críticas al consumismo y a la vida del 2.0 por la que se pierde la “conexión”. Sin embargo, hay un camino propio en el guionista y director, que va precisamente por el sendero largo, sin atajos. Un observador de la realidad que enfoca ángulos pocos frecuentes y sin lugares comunes de gente que habita New York.
Los protagonistas Josh (Ben Stiller) y Cornelia (Naomi Watts) son dos cuarentones apagados que trabajan en rubros similares (realizador y productora de documentales) que se despiertan al conocer a dos veinteañeros, Jamie (Alan Driver) y Darby (Amanda Seyfried), absolutamente despreocupados, libres y motivados en cada cosa que hacen. El mundo de la pareja madura ya había entrado en crisis cuando un matrimonio amigo interpretado por Maria Dizzia y Adam Horovitz se convierte en padres.
Josh y Cornelia sienten (internamente) que no “encajan” y el universo perfecto y armado se derrumba. Hay cierto humor amargo en estos personajes trágicos que encuentran en los jóvenes una especie de bote salvavidas. Se embarcan con la ayahuasca, el hip hop, los paseos en bici y algún lookete enrarecido para no aceptar el paso del tiempo. ¿Hasta que tocan fondo? Más o menos. Hasta que sus héroes favoritos (los jóvenes) les plantean un dilema moral. Es que Josh, bien interpretado por Stiller, es orgulloso y viene rechazando a su suegro (el excelente veterano Charles Grodin), gran documentalista, que en cambio es muy bien recibido por Jamie, quien pretende filmar como hacer rosquillas, pero se anima a ser y a hacer, cosa que no hace Josh.
Una formidable Watss, Cornelia, comienza a ver los defectos de su actual matrimonio, y nota que el aire fresco viene en realidad, bastante cargado. Sus amigas, una mujer quince años menor y la otra, mamá reciente, la expulsan de la vida cómoda en que se encontraba.
Todo viene a convertirse en una gran paradoja: los maduros colgados al appe y a las nuevas tecnologías; y los jóvenes, entre sus discos de vinilo y su descubrir la vida sin Google. Unos rescatando el saber de los viejos; y otros, rechazando las experiencias consagradas. Josh, el opuesto de Jamie, vive sumido en la complejidad, articula la vida desde perspectivas convencionales y en realidad, es un fundamentalista del consumismo. El otro, abierto y liberado de tradiciones, comienza a ejercitar un poder sobre el protagonista, negado a los cambios profundos.
Muy bien llevada la cinta, hasta cruel si se quiere con los achaques del tiempo, pero que finalmente termina por demonizar esta apariencia de ser totalmente libres por parte de los jóvenes. Chocan los prejuicios, se redoblan las paradojas, y finalmente lo caótico comienza a acomodarse en una suerte de aceptación de la realidad.
Muy buena la comedia, con tintes de hondo dramatismo, un film para reflexionar y compartir con generaciones distintas. Por momentos se representa como una screwball-comedy donde la experiencia narrativa se vuelve ágil y lo simple triunfa sobre las excentricidades.
Los últimos minutos podrían haberse obviado, pero la imagen final retoma el conflicto y vuelve a anteponerse el humor, esta vez inteligente.
Mientras somos jóvenes (While We’re Young, Estados Unidos/2014). Guión y dirección: Noah Baumbach. Elenco: Naomi Watts, Ben Stiller, Maria Dizzia, Adam Horovitz, Adam Driver, Amanda Seyfried y Dree Hemingway. Fotografía: Sam Levy. Música: James Murphy. Edición: Jennifer Lame. Diseño de producción: Adam Stockhausen.
