El cordobés de mitad de siglo (va con onda) le saca el jugo a su show humorístico con una hora cuarenta y cinco de chistes que marcaron su carrera en los escenarios del país. Anoche y a pesar del repentino frío y la lluviecita invernal, agotó entradas en el Teatro del Huerto. La gente hizo largas filas para ver a uno de los ya consagrados humoristas de la cartografía argentina. El popular artista dejó otra estrellita en los escalones de la risa.
Tranquilino Salazar (el Flaco) ingresa a la escena con escobillón y pala: “se van todos porque tengo que limpiar”, le dice a dos enormes músicos, Germán Náger en piano y Agustín Bartolomé en saxo. “Ustedes también”– espeta al público que estalla en carcajadas, la primera de una seguidilla de explosiones de risas por parte de los espectadores. Y se queda como en casa para hacer alarde de su talento. Esta vez, los cuentos sobre santiagueños suben la temperatura de la sala.
“Eh Fernando!, ¿por qué tardaste tanto en llegar?”– le pregunta Agustín. Excusa para sacar a pasear un rosario de chistes donde no se salvan los salteños con el “pue”, y por supuesto, ningún cordobés. Bah! No se salva ningún argentino, materia prima para hacer todo tipo de anécdotas humorísticas. El actor, cual clown, porta una valija llena de objetos como si fuese una galera mágica cargada de personajes que constituyen verdaderos representantes de determinados grupos sociales. Estos “tipos” son representados de manera caricaturesca, y el show se colma de la exageración que propone el realismo. El grotesco y el absurdo los delinean de manera tal, que el humor de Pailos conserva la esencia y permite el arribo de lo nuevo.
Instrumentos en miniatura proponen una tanda musical con tributo al rock y al blues, donde cabe un nombre como el de Gustavo Cerati, un acierto en la línea creativa del espectáculo.
El cruce de historias entre Mosqueteros y la shakesperiana Romeo y Julieta, agrega pimienta al formato del show aniversario tras dos décadas de humor. La literatura artúrica también se intertextualiza entre los cuentos. Antes del cierre, el borracho es el protagonista de los chistes.
El timing se acorta por el entretenimiento, pero el efecto del ingenio persiste. Lo bueno de Pailos es que va a fondo: lo verde es verde, lo ingenuo es ingenuo, lo inmoral es doblemente inmoral y sin tapujos. No hay concesiones para decir lo que haya que decir, que está dicho con todas las letras. Humor desprejuiciado y auténtico. A prueba de cualquier cinturón de castidad.
– Foto de portada registrada durante «El show del Flaco Pailos 2015… 20 años de Humor… ¡ Que lo pailó !»
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