Regresó la Orquesta Sinfónica de Salta. Poco más de un mes entregando su arte en el Festival de Ushuaia y en el auditorio La Ballena Azul en Buenos Aires, y generando críticas elogiosas. Un orgullo para los salteños. Su reaparición en escena trajo un debut y una novedad.
Salta, sábado 31 de octubre de 2015. Teatro Provincial. Solista: Romina Granata (violonchelo). Orquesta Sinfónica de Salta. Directora Asistente Maestra Yeni Delgado. Piotr Ilyich Tchaicowsky (1849-1893) Variaciones sobre un tema rococó para violonchelo y orquesta op. 33. Modesto Mussorgsky (1839-1881) Cuadros de una Exposición (Orquestación Maurice Ravel).
Regresó la Orquesta Sinfónica de Salta. Poco más de un mes entregando su arte en el Festival de Ushuaia y en el auditorio La Ballena Azul en Buenos Aires, generando críticas elogiosas. Un orgullo para los salteños. Su reaparición pública trajo el debut como solista a una instrumentista de la cuerda de violonchelos en las célebres “Variaciones sobre un tema rococó” del ruso Tchaikovsky, página altamente virtuosística que se toca por segunda vez en nuestra ciudad. Es el tema principal más siete variaciones que no son otra cosa que modificaciones o transformaciones de la idea original que el compositor elaboró con inspiración, pero también con un altísimo nivel de exigencia. Romina Granata, luego de un inicio cargado de inquietudes por su debut frente a la orquesta a la que pertenece, fue in crescendo en un actuación prometedora, tenaz, largamente preparada con un momento sublime como lo fue la bella escala descendente del final de la variación sexta. Su trabajo global disimuló algún problema de afinación rápidamente superado, lo que no impidió una merecida aprobación del oyente.
Ya hablé del debut; ahora la novedad. “Cuadros de una exposición” es una obra escrita para piano por el ruso Mussorgsky intentando retratar musicalmente los cuadros que en una exposición póstuma organizada por su viuda, el compositor pudo apreciar y sentir emoción dado que el pintor muerto, el arquitecto Viktor Hartman era su amigo. Años después de la muerte de Mussorgsky, el compositor francés Maurice Ravel mostró una de las facetas que lo hicieron famoso en la historia de la música académica: su enorme capacidad de orquestación. Ravel convirtió la atractiva obra para piano, en una fulgurante obra sinfónica que está en todos los escenarios y orquestas del mundo y que además es altamente exigente dadas las combinaciones tímbricas que ofrece. Ravel actuó con prodigiosa visión acerca de las posibilidades que mostraba el original y plasmó un momento mágico de lo que se llama música descriptiva.
Pero -siempre hay un pero- ocurre que la mayor parte de los públicos que la aprecian, no conocen los cuadros originales. No sé de quién fue la idea, pero el experto Leonardo Magallanes, esposo de una de las mejores integrantes de la orquesta, fue parte de una investigación cuyo resultado final fue la exhibición de los famosos cuadros de Hartman que mezcla bocetos, con dibujos o con oleos y lo hizo gracias a su dominio de la técnica informática. Hay varias obras cuyos originales se han perdido o estarán en alguna colección privada, lo cierto es que a veces se producen discusiones acerca de la veracidad de alguna de ellas. Yo mismo tengo dos de esos cuadros en tela de juicio: 1) Samuel Goldenberg y Schmuyle y 2) La casa de la bruja Babá-Yaga, pero el detalle no es muy importante. Lo trascendente es que el público hoy tiene una referencia tangible y no abstracta de las obras descritas a través de la música.
Se lucieron los solistas Nelson Montero (saxo) en el Viejo Castillo y Christian Ríos Saavedra (fliscorno) en el carro polaco denominado Bydlo. Pero quien se lleva las palmas, sin duda, es la maestra Yeni Delgado que con refinamientos del que sabe, encontró la fenomenología del riquísimo sonido de la obra logrando una exposición convincente en el plano global y luciendo su labor y la respuesta orquestal en sus ritmos particulares, sus intensidades, un fraseo inmaculado y un pulso atrapante. Un trabajo delicadamente sólido.
