Gabriela Zapata era gerente de una empresa que recibio $500 millones en contratos gubernamentales. Un 99 por ciento de los contratos del gobierno se realizan sin licitaciones públicas. El escándalo por el romance secreto que sostuvo el presidente boliviano Evo Morales con una joven con la que tuvo un hijo está acaparando cada vez más titulares tras la disputa entre ambos sobre si el niño está vivo o muerto. Pero esa no es la parte de la historia que debería estar en las primeras planas.
Lo que es mucho más escandaloso de esta telenovela de la vida real es lo que está revelando acerca de los poderes casi absolutos de Morales, y la costumbre de su gobierno de otorgar casi todos los contratos gubernamentales –99 por ciento de ellos, según un libro de próxima publicación– mediante contrataciones directas, sin licitaciones públicas. Esa es una receta para la corrupción masiva.
El escándalo estalló el mes pasado, cuando un periodista reveló que Morales tuvo un hijo con una joven llamada Gabriela Zapata, y que Zapata había sido nombrada hacía tres años gerente comercial de una empresa china que ha recibido más de $500 millones en contratos del gobierno de Morales para la construcción de carreteras, ferrocarriles y otras obras públicas.
La firma china, CAMC Engineering, consiguió la mayor parte de estos contratos sin participar en licitaciones públicas, según Carlos Valverde, el periodista que reveló la historia de la relación entre el presidente y la joven.
Al principio, Morales hizo lo que siempre hace cuando se le acusa de algo: culpó a la Embajada de Estados Unidos de estar llevando a cabo un supuesto complot para desacreditarlo. Morales admitió que habia tenido una relación sentimental con Zapata, y que tuvieron un hijo llamado Ernesto Fidel – aparentemente en honor a Ernesto “Che” Guevara y Fidel Castro– pero dijo que el niño había muerto, y que no había visto a Zapata desde hacía cinco años.
Sin embargo, pocas horas después comenzó a circular en las redes sociales una fotografía en que aparecen Morales y Zapata en una fiesta de carnaval del año pasado. Poco después, el asunto se complicó aún más cuando la tía de Zapata le dijo a la prensa que el niño, Ernesto Fidel, estaba vivo.
Zapata fue arrestada el 26 de febrero por órdenes de un fiscal bajo una investigación por presunto enriquecimiento ilícito. Sus parientes dicen que ella es inocente.
Pero lo más preocupante de esta historia es que los contratos del gobierno sin licitaciones públicas se han convertido en un fenómeno generalizado.
Diego Ayo, profesor de la Universidad Mayor de San Andrés en Bolivia y coautor de un libro de próxima publicación titulado ¿Adónde se fue la bonanza?, me dijo en una entrevista telefónica que las licitaciones públicas prácticamente han desaparecido desde que Morales asumió el poder en 2005.
Sobre la base de cifras oficiales, Ayo dice que el porcentaje de contratos gubernamentales asignados a través de licitaciones públicas se redujo del 76 por ciento en 2004, al 41 por ciento en 2010, al 8 por ciento en 2013, y al un 1 por ciento en 2014. Sí, leyeron bien, 1 por ciento.
Ayo y otros académicos que colaboraron en el libro afirman que el gobierno de Morales ha gastado $27,000 millones en inversiones públicas desde 2005, de los cuales la mayor parte –$18,000 millones– se ha ido a “proyectos presidenciales” de gran visibilidad, pero que no ayudan mucho a generar prosperidad a largo plazo.
“El gobierno ha construido más de 500 canchas de fútbol, donde juega el Presidente y mete muchos goles, pero ha hecho muy poco en proyectos estratégicos”, me dijo Ayo. “Bolivia invierte sólo el 0.3 por ciento de su producto bruto en investigación y desarrollo, uno de los porcentajes más bajos de América Latina”.
En mi opinión: El escándalo por el hijo de Morales está desviando la atención pública del hecho mucho más grave de que el presidente populista de Bolivia ha destinado una buena parte de la reciente bonanza económica de su país por los altos precios de las materias primas en contratos poco transparentes otorgados sin licitaciones pública.
La vida privada de Morales es asunto del presidente. Pero si el 99 por ciento de los contratos del gobierno son adjudicados sin licitaciones públicas, como dice Ayo, y si muchos de ellos son otorgados a personas como la madre de un hijo del Presidente, es asunto de todos. ¡Ese es el verdadero escándalo!
– Por Andrés Oppenheimer – Radio Miami