Los pequeños estudiantes de primer grado de las escuelas primarias públicas de Salta reciben por parte del Gobierno de la Provincia d Salta, al inicio de clases, un kit escolar que contiene un cuaderno, lápices de colores, lápiz negro, borrador, papel glasé, un manual de estudios y libros de cuentos del autor uruguayo Horacio Quiroga. Tras casi cien años de la escritura de los archiconocidos “Cuentos de la selva”, los pedagogos deben observar la edad de sus destinatarios y practicar una reactualización de sentido, es decir, cómo se lee hoy, para qué, para quiénes.
Muchos no dudarán en responder rápidamente que Quiroga es un digno representante de la narrativa latinoamericana y que goza del calificativo “maestro” del cuento. Pero el problema no es el autor de los “Cuentos de la selva” sino de los adultos que han seleccionado este material para niños de primer grado. También pueden objetar mi columna diciéndome una y otra vez, que su lectura está recomendada para los niños, y que ni uno de ellos debe quedar sin leer esta literatura (tal y como se dice en las reseñas críticas de los especialistas). Es más, que el autor escribió esos cuentos con un gran amor por la naturaleza y que, yendo aún más lejos, los escribió para sus hijos a los cuales se los leyó él mismo.
Pero la gran y oportuna diferencia es que hace un siglo, la concepción sobre la ecología, el cuidado del medio ambiente y la protección de la flora y fauna silvestres, no existía, al menos no de la manera que se plantea hoy en día, cuando vivenciamos serios cuando no críticos problemas relacionados a la extinción de las especies junto a una progresiva destrucción de sus hábitat.
El punto es que, si bien esta literatura está recomendada para niños, su inserción en los programas de primer grado debe al menos revisarse para adoptar un criterio serio al respecto. ¿Qué leen nuestros niños de entre 5, 6 y 7 años? ¿Con qué finalidad? ¿Qué abordaje se propone para el estudio de estos cuentos?
El libro “El loro pelado” de Horacio Quiroga llegó hasta mis manos gracias a la preocupación de un grupo de padres que se vio en apuros frente a la lectura del cuento. Los niños, ante la horrorosa y cruel venganza del loro quien ayudado por el cazador de la familia, dueño de casa, mata de nueve disparos de balines que asestan al corazón del tigre de bengala, preguntan “¿qué le pasó al tigre?” , “¿pero está muerto?” Los niños en su inocencia, defienden la vida del animal sin lograr comprender el por qué de ese acto aberrante. En una época en la que se educa y forma a los pequeños en la defensa del planeta, su mente es incapaz de tolerar ese salvajismo gratuito hacia un animal.
La crueldad les llega sin haberlo pedido desde una educación que pretende arribar a un final feliz con la imagen de un cazador que lleva al tigre muerto en su espalda, a balazos, un loro feliz con la venganza quien termina su días observando la piel del animal puesta de alfombra.
¿Qué educación puede ser esta? ¿Qué valores puede promover?
Una familia tipo que goza con la muerte estúpida de un tigre de bengala que ahora yace como trofeo en el comedor de la casa, convertido en alfombra. ¿Alguien pensó en esto? Me pregunto, ¿algún adulto analizó el texto que le dan a leer a los niños del primer grado cuyas edades oscilan entre los cinco y los siete años?
¿Qué hace un tigre de bengala, oriundo de Asia, en la selva paraguaya?
Los formadores o educadores, ¿qué hacen con respecto al análisis de los personajes, del escenario, del conflicto y de la resolución? ¿Qué tipo de didáctica puede aplicarse frente a un texto que privilegia un delito contra la vida silvestre?
Algunos podrán replicar que el libro puede estar puesto allí para objetar las “poco nobles” acciones de los personajes y con ello revertir el significado. Es decir, que se necesita de lectores críticos. Este tipo de lectores difícilmente puedan ser niños tan pequeños como los que asisten a primer grado. Y salvo que se quiera hacer de sus vidas una desgraciada tarea, ponerse a pensar que en realidad estos sonrientes personajes son villanos. El criterio de selección resulta fallido al menos, si no espeluznante.
Si hubiesen obviado las patéticas imágenes, el libro permitiría otro análisis. Pero se sabe, el pequeñito se nutre de esas imágenes que acompañan a los cuentos. Y son desagradables, y las palabras, poco felices.
Observemos:
Los hombres “bajan” a tiros a los loros
Al loro “le gustaba también burlarse de las gallinas”
Los loros “como los chicos” aprenden malas palabras.
Como los ricos el loro tiene su “five o’clock tea”.
“El loro gritando de dolor y de miedo, se fue volando”.
Lo creyeron muerto y “los chicos se echaron a llorar”.
El dueño de casa… “lo invitó a ir a cazar al tigre entre los dos”.
Este iba a comprar una piel de tigre porque “le hacía falta para la estufa”.
El hombre “apretó el gatillo, y nueve balines del tamaño de un garbanzo cada uno entraron como un rayo en el corazón del tigre”.
El loro estaba contento “porque se había vengado”.
“El hombre estaba también muy contento, porque matar a un tigre es cosa difícil, y, además, tenía la piel para la estufa del comedor”.
“Vivieron en adelante muy contentos”.
Matar tigres de bengala es delito
Nuestro columnista Norberto Ovando, especialista en medio ambiente, escribió en un artículo: “El Director Ejecutivo de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), Yury Fedotov declaró que los delitos contra la vida silvestre y los bosques destruyen la diversidad biológica y dificultan el desarrollo sostenible en nuestro planeta”.
Más abajo agrega: “Los delitos contra la vida silvestre y los bosques también deben ser considerados como delitos graves que deben ser sujetos de la aplicación de la Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional a través de una mayor cooperación internacional como son las operaciones conjuntas y el intercambio de información”. Nota completa en http://www.salta21.com/Los-delitos-contra-la-vida.html
En otro de sus artículos señala: “La caza furtiva y la sobreexplotación han colocado en peligro de extinción a decenas de especies, un problema que muchas naciones piden atender”. Ver nota completa en http://www.salta21.com/Resolucion-de-la-ONU-para-proteger.html
En búsqueda de datos acerca de la fauna en la selva paraguaya, encontré una noticia del año 2014 que dice lo siguiente: “En agosto, la WWF denunció que la población de tigres ha disminuido un 97% en los últimos 100 años, caratulando esta situación de extinción ‘silenciosa’. Mientras se busca duplicar la población de tigres en el mundo para el 2022, en el Jardín Botánico de Asunción se celebra el primer cumpleaños de Thor Agustín, Victoria y Jade, los primeros cachorros nacidos en el zoo”. http://www.ultimahora.com/ya-son-15-los-tigres-bengala-que-habitan-el-zoo-asuncion-n846073.html
Lo cierto es que, en la selva paraguaya, no existen los tigres de bengala, especie en peligro de extinción que ocupa el ranking de los diez animales en mayor peligro de desaparición a nivel planetario.
“El loro pelado” en este contexto, siglo XXI, resulta un cuento que trauma a los niños pese a la andanada de buenas críticas de las que gozan los “Cuentos de la selva”. Porque su destinatario tiene necesariamente, que ser un lector modelo. En la etapa de pensamiento del niño quien no se desprende aún de su experiencia más cercana a la salvación que a la destrucción, al pensamiento mágico y a la resolución feliz de las historias, no es conveniente la tortura, esta vez sí China, de darle a leer experiencias negativas como la venganza, el ataque a la vida silvestre, la alegría por matar una “presa” difícil y en peligro de extinción, y que todos rían y sean felices luego de cometer estos actos.
Después de leer esto, no le pidamos a los niños que eviten bajar a hondazos a los pajaritos o les aten piolines a las lagartijas.
¿Qué hace una alfombra de piel de tigre de bengala en el living de una familia que por contraste al rito de los ricos que toman té, sería apenas una familia de pobres campesinos delincuentes?
Acto seguido… “Las medias de los flamencos”. Unos animales que se ponen cueros de víboras de coral para ir a un baile. En la previa, una lechuza mata a las víboras para sacarles la piel; y sus hermanas, en venganza, hacen sufrir el resto de sus vidas a los flamencos quienes por siempre, experimentarán dolor y se hallarán en peligro de morir por el veneno. Por eso, tienen las patas rosadas y viven en el agua. Una tragedia de la naturaleza… para una edad que no es la adecuada para vivirla, en una ficción que lejos de atrapar, provoca angustia.
– Fuentes:
Quiroga, Horacio (2013). «El loro pelado. Cuentos de la selva». Bs. As.: Tinta fresca.
Quiroga, Horacio (2013). «Las medias de los flamencos. Cuentos de la selva». Bs. As.: Tinta fresca.
Tigre le llamaron los gringos cuando vieron a los yaguaretés o jaguares, una especie emblemática de América y en vías de extinción en nuestro país. Se lo puede relacionar en el cuento y es perjudicial para nuestra fauna.
Un cuento que se lee en las escuelas públicas de Salta trauma a los niños: “El loro pelado”
Estimad@s: Me sorprende el punto de vista del artículo, ya que toma a un cuento -que es una ficción literaria- como si fuera un hecho real, y a la literatura como pedagogía. El relato es un juego donde cada lector juega con los saberes que tiene en cada edad, no con los que tiene el adulto que está su lado. Pienso que el principal problema que tiene el cuento para primer grado es la extensión, no el supuesto ‘mensaje’ que dice el artículo. Justamente es literario porque es plural, puede llevar a múltiples significados, por ejemplo el triunfo de los pequeños (loro) frente a los poderosos (tigre). La literatura no es una receta para pensar bien, sino una propuesta para pensar, reflexionar, barajar opciones, divertirse, crear. Atte.
Un cuento que se lee en las escuelas públicas de Salta trauma a los niños: “El loro pelado”
Esto es producto de los Burócratas Sin-vegüenzas (ver mi nota), que podrían» rascarse» y leer libros para seleccionar y recomendar los aptos a la edad correspondiente. Un saludo al Ministro de Educación. Felicidades por tu nota y advertencia Romina.