No tenga dudas, espectador, que el film se lleva desde una buena calificación hasta una muy buena. Todo depende del estado de ánimo o de las expectativas que genere el film, espectacular, acerca de la pelea entre superhéroes. En lo que sí voy a coincidir con la crítica especializada es en que Ben Affleck supera en su fuerza compositiva al interpretar a Batman, a Henry Cavill como Superman. Este actor viene de hacer su película “El hombre de acero”, que para mí no califica como buena. En cambio en esta, da un giro con su interpretación y el personaje respira nuevos aires.
De arranque, las escenas son potentes y uno inmediatamente piensa lo difícil que será mantener ese nivel a lo largo de la película. En mi opinión, hay escenas que restan, como la de Louis Lane en la tina con el hombre de acero. Sin embargo, y paradójicamente, es donde se aprecia la belleza de Amy Adams. El personaje de la periodista, aparece todo el tiempo en modo trágico y pierde frescura su gran rostro, que ahora denota preocupación en exceso por la situación que vive Superman, criticado por la sociedad.
La cinta versa sobre un cuestionamiento moral a la figura del superhéroe porque sus apariciones desataron muertes y el último salvataje a su favorita Lane ocasionó daños a los sobrevivientes, en un atentado terrorista: ¿es lícito poner en peligro las vidas humanas para salvar a quien representa todo tu mundo? La ventaja que lleva Superman sobre los seres humanos es que puede salvar a Louis toda vez que ella aparece en peligro de muerte. No usa sus poderes para extraer oro de ninguna mina, lo usa para rescatarla, descontando que salva vidas siempre que está a su alcance hacerlo.
Superman es igualado a un dios. La antitesis que aparece es la de un falso dios. Justicia metropolitana y víctimas producto del atentado terrorista en África cuestionan los límites de su poder. El papel de la Senadora es crucial, con una notable Holly Hunter.
El mismo Batman coloca a superman en el lugar del villano y su afrenta tiene como objetivo eliminarlo porque representa un peligro para la humanidad. En este sentido, se expone al personaje a la altura de los malvados de la cinta y de los que no comprendieron su rol mesiánico.
Batman se considera a sí mismo un criminal, del lado oscuro de la humanidad, y se lo afirma a su fiel mayordomo Alfred, interpretado por Jeremy Irons, quien le da a su personaje su propia impronta.
La mano de Lex Luthor encarnado por Jesse Eisenberg, está detrás de una serie de maniobras conspirativas contra Superman, y su nuevo enemigo Batman. Zack Snyder, el director de «Batman v Superman: Dawn of Justice» (El amanecer de la justicia o El origen de la justicia), decidió incorporar en un papel preponderante a Jesse Eisenberg, quien en realidad en principio interpretaría a Jimmy Olsen, el intrépido fotógrafo del Daily Planet, papel que le cupo finalmente a Michael Cassidy, de muy corta participación ya que es asesinado al inicio tras conocerse que se trata de un agente infiltrado de la CIA. Jesse ha cosechado aplausos y críticas por su Lex Luthor, pero nadie puede negar que haya configurado para él, a un verdadero psicótico.
Párrafo aparte para la actriz Gal Gadot, quien aparece marcando el terreno del misterio y la seducción. Cuando Batman mantiene un breve diálogo con ella porque le ha robado un archivo y pretende ponerla a la altura de “otras chicas”, ella le responde que es única, y difícilmente halle una como ella. En este sentido, ambos aparecen integrando el bando de los villanos, operativa que se desclasifica cuando los dos muestran sus comunes intereses en defensa del planeta. La Mujer Maravilla ingresa desde este costado villano para mostrar su esplendor de heroína un metraje más allá.
Dos superhéroes terminan siendo una triada.
Algo hay en Henry Cavill que por momentos es el Superman requerido y esperado; y por otros, es un invento de la tecnología. Ya se gastaron ríos de tinta en la poco feliz comparación de su antecesor Christopher Reeve, para qué volver sobre eso. El problema no es Cavill intérprete, sino lo que los efectos especiales le imprimen a su vuelo tipo “cohete” lanzado al espacio. En esta película su desplazamiento aparece como algo secundario y poco notorio en relación a su primera aparición en pantalla. Quizá hubo un acostumbramiento de nuestra parte. Lo que es más notorio, es su poca o nula expresividad. De todas formas, en “El origen de la Justicia”, la idea de preguntarnos sobre la necesidad de un superhéroe hace que su protagonismo e importancia en el film se vean disminuidos por su figura negativa. Su presencia llega a provocar un rechazo que se mantiene en un 80 % del film. En ese intento por destruir al superhéroe, Batman cobra mayor relevancia. Lane de a ratos parece una fanática fundamentalista, muy lejos de aquella carismática Lane, ingenua e inocente, enamorada y sufriente. Piezas que se desacomodan en busca de un equilibrio, podría haber sido la gran apuesta de DC Comics.
Parece que en todo este asunto, a los laureles de la creación de superhéroes se los lleva Marvel. Pero el producto de esta idea es bueno, diferente, controvertido. Creo que en esto no hay discusión. Esta vez DC larga al mercado cinematográfico, unas piezas regulables en materia de héroes, en la que ya no es suficiente ser poderoso para garantizar la vida. Piezas esta vez no de un rompecabezas, piezas destruidas que es necesario recomponer.
Para algunos hay ausencia de guión y una falsa espectacularidad. La última palabra la tienen los seguidores fanáticos de los Cómics para quienes el film ha satisfecho su voracidad en la materia y se han sentido conformes con esta realización.
En mi opinión, la película de 155 minutos pasa velozmente, patea unos cuantos tableros y retoma el curso de un gran espectáculo audiovisual. No sé qué esperaba la crítica del diario La Nación cuando asesta que se trata de mucho ruido y poco cine. Fui a ver un film sobre Superhéroes. Entretenimiento asegurado con algunos bonus track. Entretenida. Ambiciosa. Ruidosa. Cinematográfica. Efectista.
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