En esta primera presentación han evidenciado cohesión, empatía, amor por lo que hacen, usando un muy buen nivel técnico en busca de la belleza sonora. De casi cuarenta cuartetos escritos entre 1770 y 1790, por el austriaco Mozart, un genio, los artistas eligieron el de do mayor, cargado de disonancias casi desacostumbradas para la época.
Salta, sábado 9 de 2016. Centro Cultural América. Cuarteto de Cuerdas “Auralia”. Angel José Martínez Haza y Sofía Pilliteri (violines), Mauricio Torres (viola) y Romina Granata (violonchelo). W.A.Mozart (1756-1791) Cuarteto K.465 “disonante”. Dmitri Shostàkovich (1906-1975) Cuarteto nº 8.
Un nuevo desprendimiento de la Orquesta Sinfónica de Salta se ha producido esta noche. El debut del Cuarteto de Cuerdas “Auralia”, altamente promisorio, es otro producto de la plausible existencia de la orquesta. En esta primera presentación han evidenciado cohesión, empatía, amor por lo que hacen, usando un muy buen nivel técnico en busca de la belleza sonora. Dicen ellos “el poder de la música une ideologías, cultura y religiones diversas y solo por ello, rompe fronteras”. O sea, estamos hablando de un aporte artístico con objetivos superiores para el ser humano.
De casi cuarenta cuartetos escritos entre 1770 y 1790, por el austriaco Mozart, un genio, los artistas eligieron el de do mayor, cargado de disonancias casi desacostumbradas para la época, aunque aún se ignora quién fue el destinatario de tamaña burla sonora. A pesar de esta circunstancia, la página tiene singular atractivo y maestría constructiva por lo que también es válido imaginar que su composición fue producto de su espíritu libertario en el buen sentido. Es música sólida, con sus partes gozando de gran independencia melódica y estructuras sabiamente combinadas. En este caso el primer violín fue Martínez Haza que mostró su poderío interpretativo.
Stalin fue una figura terrible en la ex Unión Soviética. Sus ideas generaron que una impresionante lista de creadores artísticos se aislaran o directamente silenciaran su arte. Entre ellos está el “artista del pueblo”, Dmitri Shostákovich (cuyo apellido comienza con SCH en la escritura rusa). Receptor de innumerables premios, sufrió al mismo tiempo el repudio del dictador ruso. Shostákovich odiaba la guerra y rechazaba violentamente el fascismo.
El cuarteto escuchado esta noche tiene como destinatario las víctimas de ambos, la guerra y el fascismo. Fue escrito en tres días en Dresde, ciudad alemana que el compositor amaba y fue compuesto en 1960, año en el que aún se estaban realizando las obras de reconstrucción de una ciudad que fue sencillamente aplastada durante la conflagración 1939-1945 y que se dice generó el llanto desconsolado del músico. Tal vez por eso el autor usa sus iniciales personales DSCH que en la notación alemana son re-mibemol-do-si, agregando una cuota más de dramatismo salvaje. Su audición causa un estado emocional devastador del cual el oyente no se libera con facilidad. Aquí el primer violín estuvo a cargo de la excelente Sofía Pillitteri.
Como para salir de esta agobiante atmósfera, dicha con alto nivel, el cuarteto interpretó del compositor cubano Jorge López Marín, el danzón denominado “El Médico del Piano”. Me parece que ha nacido un grupo de cámara que traerá información y pujanza en el conocimiento musical de un público ávido por estas manifestaciones.