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domingo, noviembre 24, 2024

Venganza policial sin límites: historia de una familia salteña hostigada y desmoralizada

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La señora Ruiz, madre de cuatro hijos, trae su historia a esta cronista porque su vida y la de dos de sus hijos resultan insoportables. “Es mi deseo contar lo que nos pasa”, dice, “no puedo callar más”, confiesa. Hace dos años, comenzó una intensa persecución por parte de la policía, y tiene la firme hipótesis de que detrás de todo esto, está un integrante de la Brigada.

Hace dos años, el 18 de abril (jueves Santo) uno de sus hijos que por entonces tenía 18 años, prestó ayuda a una jovencita amiga suya quien por Facebook recibía fotos del miembro masculino erecto perteneciente supuestamente a un chico de 17 años con la consigna “Esto es para vos mami”. Diego, el hijo de la entrevistada, citó al “muchacho” y concurrió con su amiga para hablar con él para que no prosiguiera enviando estos mensajes pornográficos. Pero al lugar acudió un adulto de 35 años, el verdadero causante de los mensajes, quien era un pedófilo. Resultó ser un agente de la policía, integrante de la 5ta., quien llamó a una unidad y tanto Diego como su amiga resultaron detenidos con una causa de Asalto con arma en banda. Cayeron al domicilio de la Sra. Ruiz para realizar la detención y los menores fueron trasladados: ella a Castañares y él a la Alcaidía. Permanecieron detenidos por nueve días y el adolescente vivió allí un “verdadero calvario”. La causa se resolvió rápido porque la madre del joven presentó las pruebas del material pornográfico enviado a la menor por el policía con identidad falsa. De inmediato, el Juez pidió un allanamiento a la vivienda del integrante de la fuerza y se encontraron cuatro casos más de pedofilia con material registrado en su computadora. Este terminó preso y los menores recuperaron la libertad.

Los jóvenes vivieron un daño moral y psicológico irreparables, y sus familias pasaron las de Caín. Debieron aguantar y afrontar la situación.

Pero el que quedó preso por pedofilia tiene un primo en la Brigada (T.). Y no tuvo reparos en iniciar toda una cadena de persecuciones guiada aparentemente, por su deseo de venganza.

A Diego se lo llevaron seis veces a Contraventores por averiguación de antecedentes, la última vez fue hace dos noches cuando salió hasta el almacén de la esquina de su casa en zona oeste a comprar ingredientes para hacer una pizza. Lo largaron a la una de la madrugada. “No es vida”– me comenta la madre. Este policía de la Brigada, tiempo atrás, puso un arma en la cabeza del muchacho mientras lo hacía arrodillarse y los vecinos lo socorrieron y tomaron fotos de la escena. Sus apariciones en la parada del colectivo para agredir al hijo de la Señora Ruiz, son constantes. Llegó a amenazarlo con ponerle droga en el bolsillo para armarle otra causa.

Pero la historia no termina aquí. “Es de terror el manoseo, el abuso de autoridad, la vejación”– se lamenta Ruiz. “Yo callé por temor”– se arrepiente. “Tenía miedo que me vuelvan a llevar a Diego”.

Pero no fue a él, sino a su otro hijo a quien le hicieron dos causas: una por robo simple por la compra de una moto usada y otra por robo agravado. Lo involucraron con un robo ocurrido detrás del Súper Libertad por parte de una banda de motochorros a una mujer embarazada de 24 años. Pero Juan se encontraba en la casa de su novia, hecho que pudo probarse después de su detención. El chico fue llevado primero a una Comisaría de San Remo y luego a la Alcaidía. En el traslado, recibió una paliza, le envolvieron la cabeza con su remera para que no pudiera reconocer a sus agresores. ¿Quién paga estos daños? La mujer embarazada realizó una denuncia penal y en la ampliación agregó que una amiga de la cual no puede dar nombre, le pasó el dato de que las cosas sustraídas se encontraban en la vivienda del acusado. Tal es así que realizaron un allanamiento el 24 de marzo en casa de Ruiz para buscar lo que no había. La denunciante no se presenta en la rueda de reconocimiento, ninguna de las tres veces que fuera citada, por lo que la causa fue dada de baja. Por medio de la Justicia se le informa a la Señora Ruiz que desde la Brigada se había aportado la foto de Juan bajada del Facebook (esta era la amiga de la cual no podía dar nombre la denunciante) y desde allí se le dijo a la mujer que “este” (el de la foto) era quien le había robado. Surge más firme y con pruebas la idea de otra causa “plantada” que proviene del mismo sujeto.

“La moto adquirida fue comprada de buena fe”, dice la madre de Juan. Este hecho también pudo comprobarse. Y en pocas horas más, el hijo quedará en libertad.

Pero el señor T. de la Brigada, está suelto y anda al acecho. En una oportunidad, intentó quitarle la mercadería que Ruiz vende en locales comerciales porque es preventista. “Yo no lo conocía, y no sabía por qué me había interceptado. Me apareció de golpe en mi lugar de trabajo y me negué a entregarle la mercadería que era para mis clientes. La mercadería tiene un costo y no estoy en situación de reponerla. Tampoco sabía el motivo por el que esta persona la requería. No tenía ni idea de quién era”– afirma.

¿Cómo vivir así? Ni ella ni su familia están a salvo. “Solo me queda contar la verdad. Esto es lo que nos pasó. Quiero que se limpie el nombre de mis hijos. Hace dos años que los hostigan. Siento que me han desmoralizado, pero saco fuerzas para pelear por mis hijos. Aquel jueves Santo comenzó todo, y necesitamos paz para continuar viviendo tranquilos. Cuando pueda abrazar a Juan estaré mejor”.

Cabe aclarar que los hijos de nuestra entrevistada no registran antecedentes delictivos. Y que todo comenzó cuando el policía pedófilo fue preso.

Lo sucedido se dirimirá en la Justicia. Ruiz junto a su abogado, harán lo que corresponda ante la ley. Pero en las calles, un monstruo acecha. Alguien tiene que detenerlo.

1 COMENTARIO

  1. Venganza policial sin límites: historia de una familia salteña hostigada y desmoralizada
    En un país (y una provincia) normal esto se soluciona fácil. Desde el Gobernador hasta el Jefe de Policía si no quieren ver manchada la Institución, la «limpian» de los elementos «sucios» y corruptos. Sencillo, sin tanta burocracia judicial. A lo mejor no se animan porque la cadena de corrupción y «suciedad» es mucha que podría llegar a la autolimpieza.

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