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domingo, noviembre 24, 2024

«Tan biónico»: en su hora triunfal, Prat Gay puso fin al default con tasa del 7,2% y pasó factura a todos sus críticos

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El ministro confirmó la megaoferta del mercado internacional para la emisión del nuevo bono. Anotó pedidos por u$s69.000 millones. Pero su mayor satisfacción fue la tasa de interés, que se ubicó por debajo de la prevista por los operadores financieros. Cómo sigue y cuál será el debate que viene.

La imagen de Mauricio Macri despidiendo a la Fragata Libertad fue toda una síntesis del actual momento político. El Gobierno buscó, así, darle un tono épico a la salida del default.

Siempre atentos a la comunicación gestual y al marketing, los funcionarios prefirieron que el pago a los «fondos buitres» se mudara de la city porteña al Puerto de Buenos Aires y se convirtiera en un hecho positivo (y palpable) de la nueva realidad.

Puntual, a las cinco de la tarde, el ministro Alfonso Prat Gay dio detalles de la mega colocación de bonos, que registró «la mayor demanda de la historia»: u$s68.600 millones.

De ese total, el Gobierno emitirá u$s16.500 millones. Es decir, u$s1.500 millones por encima de los u$s15.000 millones originalmente previstos.

Con el dinero obtenido de la venta de títulos en el mercado, prevé pagarles u$s9.300 millones en efectivo a los holdouts. Cuando le preguntaron, el ministro no quiso dar detalles sobre cómo se iba a utilizar el excedente.

La Argentina recibió la demanda de compra más alta para un mercado emergente, a partir de 220 acuerdos de «distinto tamaño, forma y color».

¿Por qué no quiso aceptar más si recibió ofertas por casi u$s69.000 millones «desde todos los rincones del mundo»?

En su visión, porque en el equipo económico están convencidos de que la tasa a pagar seguirá bajando y, además, para no desplazar del mercado del crédito al sector privado, que también necesita hacer colocaciones para conseguir dinero fresco.

Para cumplir con los holdouts, la Argentina dispuso de cuatro bonos, a plazos de 3, 5, 10 y 30 años.

El más elegido fue el de 10 años, tanto en lo que se refiere al ofrecimiento como a la colocación. El monto dispuesto para esta alternativa representó casi el 40% del total.

La gran expectativa estaba puesta en la tasa de interés que finalmente iba a convalidar el Gobierno, que se transformó en el tema protagónico de esta mega emisión.

Consciente de la importancia política que tiene, Prat Gay le sacó todo el rédito posible al hecho de haber logrado un porcentaje menor al previsto inicialmente por el mercado.

Es por ello que no se limitó a presentarlo como el mero resultado de un proceso técnico habitual en las emisiones de deuda, sino como un reconocimiento al buen rumbo elegido por el Gobierno.

«Es la tasa más baja de la historia argentina», precisó el titular de Hacienda y Finanzas, al tiempo que no ahorró en pases de facturas a sus críticos.

«Nos decían que nos prestarían al 8% u 8,5%. Nosotros sabíamos que no sería así y seguimos en el camino correcto», sentenció, tras haber cerrado la colocación en algo menos del 7,2%.

Su afirmaciones fueron en alusión directa a analistas y operadores de la city porteña y de Wall Street. En cuanto a los tipos de interés, así quedaron conformados según los plazos de los bonos:

– A 10 años: u$s6.500 millones al 7,5% anual (mayor suscripción).

– A 5 años: u$s4.500 millones al 6,87% anual.

– A 3 años: u$s2.750 millones al 6,25% anual.

– A 30 años: u$s2.750 millones al 7,62% anual (menor suscripción).

En su jornada triunfal, el ministro también tuvo dedicatorias indirectas a su antecesor en el cargo.

Sucede que Axel Kicillof cancelaba deudas ofreciendo bonos en forma directa y no por la vía de colocar un título en el mercado para luego, con el dinero obtenido, afrontar el compromiso de pago, tal como lo hizo Prat Gay.

El problema que hubiese tenido que afrontar la actual gestión (de haber hecho lo mismo que la anterior) es que esos papeles inmediatamente iban a perder valor en el circuito secundario, lo que hubiese obligado a tener que efectuar una emisión adicional compensatoria.

Prat Gay se vanaglorió de la estrategia utilizada y precisó que el pago en cash generó un ahorro para el Estado de unos u$s3.000 millones.

Esto, gracias a dos cuestiones: que los títulos se pudieron colocar a un costo inferior del que hubiesen aceptado los fondos buitres y, además, a que se logró una quita del 40% promedio en los acuerdos sellados, con el aval del juzgado de Thomas Griesa.

Palpitando el punto de inflexión

La salida formal del default será el próximo viernes, cuando los acreedores vean en sus cuentas bancarias el pago concretado.

En cuanto a la procedencia de las ofertas de compra, el titular del Palacio de Hacienda especificó que cerca de dos tercios (65%) corresponde a inversores de los Estados Unidos, un 25% provino de Europa, un 5% de Japón y otro porcentaje similar de América Latina.

El resultado de la operación tuvo su efecto positivo en los mercados financieros: el índice de acciones líderes Merval repuntó casi un 5%.

También registraron alzas en los bonos que ya vienen cotizando en plaza. Incluso, hubo subas de hasta un 3% en estos títulos que aún no fueron emitidos y que conforman el llamado «mercado gris«.

«El default del 2001 hoy se cierra en forma definitiva. También implica la salida del default del kirchnerismo del 2014, que no pudo pagar los cupones de los bonistas que entraron a los canjes de 2005-2010», refrendó Prat Gay.

En la conferencia de prensa que tuvo lugar en el microcine del quinto piso del Palacio de Hacienda, el ministro también aseguró que, de haber querido, hasta habría podido obtener el doble de dinero y «a una tasa parecida». Es decir, algo más de u$s30.000 millones.

Sin embargo, optó por dejarle espacio a otros actores, como las provincias o el sector privado, que también necesitan financiamiento. «No quisimos hacer canibalismo», graficó.

Tras el pago a los holdout (u$s9.300 millones) quedará un remanente de u$s7.200 millones.

Una parte – u$s3.100 millones- servirá para los bonistas que entraron a los canjes de 2005 y 2010 y cuyas cancelaciones habían quedado retenidas a raíz del fallo de Griesa, de julio de 2014.

El resto, dijo el titular de Hacienda, se usará para atender «gastos de capital» (inversiones en la economía real), si bien evitó dar mayores detalles.

Por lo pronto, el Gobierno apuesta a que el éxito de esta operación no quede acotado al mercado financiero, sino que se derrame al sector privado.

En otras palabras, quiere darle la certeza tanto a empresas como a particulares de que se clausuró un ciclo de «transición» entre el kirchnerismo y la flamante administración.

Los funcionarios están convencidos de que el cierre del litigio con los holdouts se convertirá en una especie de «refundación» de la economía argentina.

Esta idea estuvo presente en el discurso de Prat Gay, cuando mencionó que planea hacer otro road show pero no para atraer a financistas sino a inversores de la economía real.

«En el mundo existe un interés enorme por la Argentina», vaticinó.

A la vez, supone que -de cara a lo que viene- ya no habrá demasiadas trabas que impidan el crecimiento económico. La apuesta es que los primeros números positivos aparezcan hacia el cuarto trimestre.

La hora de alinear la señales

Por ahora, el clima cálido que se instaló en la city porteña contrasta con el frío intenso que soporta la economía.

El INDEC divulgó este martes que la facturación en los supermercados se ubicó nueve puntos por debajo de la suba general de precios, al marcar un magro 26% interanual en febrero.

En las cadenas no sólo dan cuenta de esta mala medición sino que, además, aseguran que las ventas de la primera quincena de abril cayeron incluso con mayor intensidad.

Las fichas del Gobierno, entonces, están puestas en que él éxito logrado en el plano financiero sirva como disparador para mejorar las expectativas entre los actores de la economía real.

El Ejecutivo pretende contagiar su propio convencimiento de que una vez superado el default, será el momento de que el capital privado haga su parte.

Este mensaje fue, precisamente, el que le transmitió al Presidente a los dirigentes de empresas que lo visitaron el lunes en Olivos.

El propio Macri señaló durante su alocución que si bien la crisis en Brasil genera incertidumbre, el segundo semestre estará signado por la vuelta a la expansión económica que -a su vez- será acompañada por una notable baja de la inflación.

En tanto, en el sector privado hay expectativas puestas en que, como segundo eslabón de la cadena, el crédito no sólo se abaratará sino que habrá una mayor disponibilidad.

Por ahora, el Banco Central permanece ajeno a la euforia. Federico Sturzenegger mantuvo la tasa de interés referencia de los títulos Lebac en el 38% anual a 35 días.

De este modo, no se alineó con la expectativa de un mercado que preveía un descenso de al menos un punto. Algunos en el microcentro le enrostran al titular del BCRA la falta de audacia que sí parece tener su colega de Hacienda.

A primera vista, parece contradictorio el mensaje oficial en el sentido de que los empresarios inviertan cuando el costo del dinero está por las nubes y cuando se sigue convalidando una tasa ruinosa.

Pero en el Banco Central prefieren evitar cualquier tipo de análisis cortoplacista y fundamentan que su actitud conservadora responde a la imperiosa necesidad de bajar la inflación.

Es verdad que nada se juega de una semana para la otra, pero también es cierto que si el Gobierno quiere más inversiones y crecimiento, entonces el mercado le exigirá señales concretas en ese sentido, como la de abaratar el costo del dinero.

La baja de la tasas de interés será, precisamente, parte del debate que viene.

Un debate que comenzará luego de este viernes, cuando ya se le haya pagado a los buitres y el default de catorce años quede sepultado en el pasado.

– iProfesional

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