Los Presidentes de la democracia nos mal acostumbraron a su exquisita oratoria. Hicieron un despliegue de su abundante formación, traducida al lenguaje de la erudición. No es el caso de este último Presidente, que no articula una oración feliz, no así su férrea formación liberal, dirigida, con firmeza, a ensombrecer el clima social del pueblo. Lo que menos le interesa es la felicidad popular, hoy vaciada de contenidos simbólicos, como si la Patria no tuviera historia, no tuviera hombres patriotas y probos.
La función poética
Pero volvamos al título que nos precede. ¿Qué es la función poética? Es un aporte esencial de la Lingüística moderna en la persona de Roman Jakobson, que desarrolló sus principios enumerando las funciones del Lenguaje. A saber: El hablante envía un mensaje al oyente. Para que sea operativo, ese mensaje requiere un contexto al que referirse, susceptible de ser captado por el oyente con capacidad verbal o de ser captado por el oyente y con capacidad verbal o de ser verbalizado; un código común al hablante y al oyente, si no total al menos parcialmente ( o lo que es lo mismo, un codificador y un descifrador del mensaje); y, por último, un contacto, un canal de transmisión y una conexión psicológica entre hablante y oyente, que permita a ambos entrar y permanecer en comunicación.
Referencial: es una orientación hacía el contexto, su tarea primordial de numerosos mensajes, la participación accesoria de las demás funciones de tales mensajes debe ser entendida en cuenta por el lingüista observador.
Emotiva: enfocada hacia el hablante, aspira a una expresión directa de la actitud de éste hacia lo que está diciendo. Esto tiende a producir la impresión de una cierta emoción, ya sea verdadera o fingida.
Fática: tiene la finalidad de poner en contacto lingüístico a los interlocutores, de situarlos en diálogo para, en caso necesario, abierto ya el canal, ir al asunto, al grano. Otra de sus funciones es verificar el circuito de la comunicación, es decir, verificar que nos está oyendo.
Conativa: orientada hacia el oyente, su función se encuentra su más pura expresión gramatical en el vocativo y el imperativo. Las oraciones de imperativo difieren, de manera fundamental, de las enunciativas en que éstas están expuestas a una prueba de verdad y a su vez las oraciones anunciativas se pueden convertir en interrogativas: “¿bebió?”
Metalingüística: tiene la utilidad práctica para el hablante. Gracias a ella, se recaba información sobre expresiones o palabras que no se entienden. “¿Qué es?”
Poética: es la que se reconoce en la orientación hacia el mensaje como tal, el mensaje por el mensaje. Jakobson la definió como aquella que proyecta el principio de la equivalencia del eje de la selección al eje de combinación. Es una combinación de signos organizados en un enunciado, según las reglas del código de la lengua, con el propósito de ser emitido a un destinatario a través de un canal. La finalidad de esta emisión es que el mensaje se descodificado por el destinatario, determinando así la comunicación como una relación. “Lo que se dice es tan importante como el cómo lo dice”.
El actual presidente
Es lo más exento de riqueza en su vocabulario; es decir no es su fuerte ni le interesa, porque sus intereses están focalizados en comprar al sindicalismo y toda la caterva de legisladores “embuchados”. Hemos descendidos al mismo infierno de la chatura, donde por propia expresión, la Educación no cuenta, sólo valen los números económicos que cierran o no cierran para la matemática económica liberal. Definitivamente, este Presidente no comparte el código popular ni tiene conexión sicológica con su País. Los Medios hegemónicos lo representan y hablan por él, son su conexión con el pueblo.
Pienso y repienso lo que era el anterior gobierno, en que las fechas ocupaban su lugar primordial. La Patria existía en la manifestación masiva y espontánea, porque el pueblo quería ser protagonista de una Historia que lo convocaba y se enorgullecía de tenerlo presente. Disfrutaba de participar con sus ídolos musicales, quienes representaban su euforia y alegría. Hoy el lenguaje institucional son los vallados policiales de un pueblo que protesta su pesadilla ciudadana. Recuerdo los escenarios colosales que se montaban para que el pueblo expresara su alegría.
Había una fuerte comunicación afectiva con su líder que los entendía holgadamente.
Con estas diferencias alcanza para percibir lo mucho que se perdió y la desazón presente. Indudablemente que se añora la Poesía, la ternura, el cariño, y la solvencia con que nuestra ex Presidenta se dirigía a su adorado pueblo y la respuesta calurosa con que el mismo le devolvía.