La funcionaria dejó en claro que en la paritaria docente está en disputa algo más que un aumento salarial. En su visión, es la instancia en la que se juega el principio de autoridad y el tipo de relacionamiento político de los próximos años. El conflicto corre el riesgo de judicializarse.
María Eugenia Vidal se puso al frente de la estrategia del Gobierno para contrarrestar la ola de conflictividad sindical. Por cierto, está exponiendo una dureza mucho mayor a la esperada.
La conferencia de prensa del martes la mostró determinada a dar una pelea que, a esta altura, excede una mera discusión salarial: dejó en claro que lo que está en juego es el principio de autoridad y, además, atribuyó una intencionalidad político-partidaria a dirigentes del gremio docente.
Aunque no lo mencionó, sus dardos estuvieron claramente direccionados a Roberto Baradel, la cara más visible del conflicto.
Vidal se abonó ayer a la tesis de que este líder de Suteba, que simpatiza con el kirchnerismo, está en realidad tensando el conflicto como parte de una estrategia personal para liderar la central sindical CTA.
En esta pulseada, la gobernadora desplegó una estrategia que combina incentivos económicos con factores judiciales para así lograr una fisura en el gremio docente.
La parte monetaria incluyó el anuncio de un pago a cuenta de futuros aumentos y, además, una medida inédita: un premio extraordinario por «presentismo» aplicable este mes.
En otras palabras, ofertó dinero a quienes decidan no acatar la huelga y presentarse a trabajar.
En línea con la directiva oficial de dividir al sindicalismo, Vidal reconoció que «hay muchos dirigentes gremiales de buena fe» pero, de inmediato, advirtió que otros «quieren sólo el conflicto».
«A esos le pido qué digan de qué partido son, a qué acción política quieren presentarse», disparó.
Como era de prever, su ofrecimiento fue repudiado por parte del gremio. No sólo por el hecho de que otorga un pago extra mientras sostiene el argumento de que no hay más fondos provinciales para mejorar la propuesta del 19% sino, sobre todo, porque implica un intento de incentivar a los «rompehuelgas».
El mensaje de Vidal fue contundente: está dispuesta a administrar este conflicto bajo un estricto criterio de premios y castigos. Porque la segunda parte de la conferencia consistió en la confirmación de descuentos a quienes han faltado.
Dirigiéndose más a la masa de los docentes que a la dirigencia gremial, la gobernadora dejó en claro el alto costo que implica acatar la convocatoria al paro.
Su endurecimiento fue tal que llevó al frente compuesto por todas las agremiaciones docentes a solicitarle una entrevista personal.
De momento, la postura gremial es no asistir a la reunión convocada para este jueves, en el marco de la conciliación obligatoria, y buscar una salida en un plano más político.
La pelea en la terreno judicial
El otro factor clave de este conflicto es la «judicialización». Vidal volvió a citar a los gremios para una negociación, pero esta vez ya no fue con tono de invitación sino de citación inexcusable.
Remarcó que la conciliación obligatoria -avalada por un fallo de cámara de la Justicia bonaerense- obliga a los dirigentes a presentarse a dialogar bajo el riesgo de la aplicación de sanciones.
En otros conflictos, al oficialismo le había jugado en contra el argumento judicial.
Por caso, en la paritaria de los bancarios, el ministro de Trabajo, Jorge Triaca, tuvo un fallo adverso, que apoyó la postura sindical de que el Gobierno no podía interferir en un acuerdo ya firmado. La sentencia de primera instancia fue apelada por este último, que volvió a perder en la sentencia de Cámara.
Por cierto, fue uno de los peores momentos de Triaca desde que asumió su cargo: no sólo debió dar marcha atrás en la negociación sindical sino que -al criticar a los jueces por su politización- quedó ante la opinión pública como un funcionario díscolo ante las decisiones de la Justicia.
Justo lo que el Gobierno quería evitar: un conflicto con el Poder Judicial que diera pie a comparaciones con el kirchnerismo.
A Vidal, en cambio, el marco legal le está jugando a favor. Al menos por ahora, ya que los docentes se guardan un as bajo la manga.
Un reciente fallo del Juzgado en lo Contencioso Administrativo Número 4 del departamento judicial La Plata -a cargo de María Ventura Martínez- ordenó al Poder Ejecutivo Provincial que «se abstenga de llevar adelante todo acto que altere, restrinja, limite o afecte la libertad de los trabajadores y sus entidades gremiales en las negociaciones colectivas».
Según hicieron público los docentes, la sentencia interpela al Ministerio de Trabajo provincial para «que tome todas las medidas necesarias a fin de garantizar que las negociaciones colectivas sean llevadas adelante en un marco de buena fe, igualdad y libertad entre las partes».
En este contexto, los docentes subieron la apuesta y comunicaron su postura de no asistir a la reunión convocada por la gobernadora.
Por lo pronto, los dirigentes gremiales argumentan que nunca fueron notificados de la decisión de la Cámara (que avalaba la conciliación obligatoria) y, a raíz de ello, fueron este martes a «auto notificarse» a Tribunales.
Acto seguido, recusaron a los camaristas que rubricaron el fallo porque «no se ajustaron al ‘debido proceso'». Además, realizaron una nueva presentación para que la Provincia «convoque a paritarias» y «no persiga a los docentes».
Fue en el marco de esa presentación que la jueza María Ventura Martínez se pronunció en la tarde del miércoles.
Según los líderes gremiales, la magistrada intima a la gobernación a no descontar los días de paro, algo que para María Eugenia Vidal ya está fuera de toda discusión.
A esta altura, queda claro que en esta pulseada ambas partes sienten que se están jugando más que el salario de 2017.
Es, como dijo la propia gobernadora, un momento en el que se están estableciendo las reglas del relacionamiento para el futuro.
Desde el punto de vista de Vidal, está en juego el principio de autoridad de un funcionario, así como la preponderancia del derecho de los chicos a tener clase por encima del derecho de los docentes a plantear sus reclamos.
Desde el punto de vista de los gremios, las actitudes de la gobernadora se acercan a un cuestionamiento del derecho de huelga y echa mano a recursos estatales para crear una fisura sindical e implementar estrategias «rompehuelgas».
La apuesta al endurecimiento
En el marco de una pelea que apunta al desgaste de la otra parte, la incógnita es a quién daña más el paso del tiempo sin que haya una resolución.
Cuando el gobernador era Daniel Scioli, no cabía duda de quién se perjudicaba. Hubo conflictos todos los años y en una ocasión las clases se iniciaron un mes después de lo que preveía el calendario.
Los maestros se mostraban fuertes porque, además de contar con la simpatía de la opinión pública, también tenían de su lado a buena parte del gobierno kirchnerista.
No era misterio para nadie que había una puja entre Cristina y Scioli. Y que los recursos de la Nación le eran retaceados al gobernador, que debía recurrir a medidas impopulares para obtener fondos.
En esos momentos, Scioli más se perjudicaba cuanto mayor era el tiempo de demora en la resolución del conflicto. Ahora, en cambio, no está tan claro que esto resulte de la misma manera.
Es evidente que Vidal cuenta con el respaldo pleno de Mauricio Macri. Tanto es así que su estrategia de procurar la división (al premiar a los sindicalistas dialoguistas y castigar a los más radicalizados) es la misma que se intenta a nivel nacional con la dirigencia de la CGT.
La «mesa chica» del Gobierno llegó a la conclusión de que la opinión pública tiene rechazo por la dirigencia sindical y que aprecia una postura firme por parte de los funcionarios.
En el caso de Vidal, esto se ve reforzado por su imagen de fortaleza ante el embate de mafias y grupos de presión, tal como le ocurrió el año pasado en los episodios de amenazas y ataques a su domicilio.
La gobernadora sigue siendo la política mejor evaluada del país, según una medición reciente de la consultora Poliarquía, que da cuenta de que mantuvo en febrero una imagen positiva del 58%.
Todo un logro luego de un mes complicado para el macrismo, en el que ese mismo indicador, en el caso del Presidente, mostró una caída abrupta del 48% al 41%.
En la conferencia de prensa, Vidal reforzó una postura que hasta ahora le ha dado rédito. Al confrontar con Baradel -a quien acusa de anteponer intereses políticos personales por encima del general-, se presenta como una persona que busca el objetivo totalmente opuesto.
«Yo no soy candidata, no especulo, mi único interés son los chicos. No me importa si pierdo una elección por esta discusión», enfatizó. Toda una declaración de principios que, además, conlleva un mensaje implícito de sacrificio político personal en aras de un objetivo mayor.
Y, sobre la base de esa declamación de convicciones, la confirmación de que no está dispuesta a hacer concesiones.
Mientras Vidal redobla su apuesta, algunos analistas ya comparan su dureza con la de la mismísima Margaret Thatcher, quien se ganara el apodo de «dama de hierro» por haber quebrado una huelga minera de más de un año, entre otras cosas.
Por lo pronto, ya envió un mensaje al país: en esta huelga docente no se define un porcentaje salarial, sino el futuro de las relaciones políticas en la Argentina.
– iProfesional