Desde hace 70 años existe en la Argentina una afirmación que es casi una revelación religiosa, un verdadero paradigma: el Peronismo es el partido político de los pobres, es el “Movimiento” político-social (como suelen llamarlo los peronistas más viejos) que vino a reivindicar los derechos de los humildes y excluidos para llevarlos a su destino de grandeza.
Esa reivindicación sería la gran tarea, la gran misión histórica que el General Perón habría confiado a la clase dirigente peronista, para lo cual esta debía ocupar su puesto de lucha junto al pueblo para conocer de cerca su realidad y necesidades. En esa misión no debía haber dobleces; una de las 20 Verdades Peronistas que el Conductor legó a sus seguidores dice: “Ningún peronista debe sentirse más de lo que es ni menos de lo que debe ser. Cuando un peronista comienza a sentirse más de lo que es, empieza a convertirse en oligarca”.
Mi viejo, que supo ser militante de ese Movimiento en los años duros, me explicaba en mi adolescencia que existía una línea divisoria simbólica que separaba al Peronismo de la “Oligarquía” antiperonista, de un lado estaba el Pueblo y del otro el anti Pueblo. Agregaba que en el caso de la Ciudad Capital de la República esa división era marcada y literal por una simple cuestión geográfica: el Barrio Norte (como se lo conocía genéricamente hasta los años setenta, porque está ubicado al norte de la coqueta Avenida Santa Fe) era el lugar donde habitaban los exponentes de esa “Oligarquía”. Mi papá –que falleció relativamente joven- tenía todavía en mente ese barrio que había visitado algunas veces, de gente muy pudiente, y no llegó a ver como el mismo se fue diferenciando después en dos grandes parcelas, que dieron lugar a dos nuevos barrios: Retiro y La Recoleta. En este último se concentraría con el tiempo la clase más rica del país, el lugar donde viejos y nuevos millonarios aspirarían a vivir algún día.
En los años noventa la geografía de la ciudad de Buenos Aires sufrió una gran transformación. El gobierno peronista encabezado por el presidente Carlos Saúl Menem decidió urbanizar la zona del puerto para convertirla en un lugar moderno, con edificios de arquitectura de avanzada, que superaría en valor a La Recoleta. Para ello contó con el apoyo político del Intendente de la Ciudad, el también peronista Carlos Grosso, y con la primera y segunda línea política del Movimiento Peronista.
¿A qué viene esta larga introducción? A que, con el tiempo los dirigentes que debían guiar a los pobres y excluidos para que estos algún día dejaran de ser pobres y excluidos, terminaron contagiándose de los gustos de la odiada “Oligarquía” y, con una billetera abultada fruto de varios años como funcionarios públicos o como dirigentes gremiales, pudieron llegar a cumplir sus sueños personales de progreso. Si la gente bien vivía en esos lugares exclusivos por qué los dirigentes populares no, total una cosa no quita la otra. Hay que reconocer que los dirigentes de hasta los setentas eran más pudorosos: por ejemplo Lorenzo Miguel, el histórico jefe de la UOM y de las 62 Organizaciones gremiales Peronistas, vivió hasta su muerte en el barrio obrero de Villa Lugano, o José Ignacio Rucci, el jefe de la CGT hasta el año 1973 cuando fue asesinado por Montoneros, vivía en un barrio de la clase media baja porteña. En cambio los que vinieron luego se sacudieron la vergüenza y decidieron que los gustos debían dárselos en vida.
A continuación va una lista de los compañeros dirigentes del gran Movimiento Peronista que decidieron pasarla muy bien ellos y su familia, y que tienen propiedades en La Recoleta y en Puerto Madero (para que la lista no sea tan larga tomamos solo los nombres más conocidos). En algunos casos residen ahí en forma permanente y en otros no.
Dueños de propiedades en La Recoleta
Carlos Saúl Menem y familia.
Cristina Fernández de Kirchner y familia.
Juan José Zanola, jefe de la Asociación Bancaria, preso hoy por la causa de la mafia de los medicamentos.
Omar Viviani, secretario general del sindicato de peones de taxis.
Antonio Caló, secretario general de la UOM.
Juan Carlos Crespi, dirigente gremial petrolero y vicepresidente de Boca Juniors.
José López, ex secretario de Obras Públicas (el que tiraba bolsos con dólares en el convento).
Dueños de propiedades en Puerto Madero
Cristina Fernández de Kirchner (el barrio fundado por Menem, adoptado como propio por el kirchnerismo).
El ex intendente de la Capital Federal Carlos Grosso (tiene varios departamentos a su nombre, igual que Cristina).
Alberto Fernández, integrante del gabinete de Carlos Menem en los noventa y luego de Néstor Kirchner a partir del 2003. Hoy asesor de Florencio Randazzo.
Aníbal Fernández, ex jefe de Gabinete, y Julio De Vido, ex ministro de Planificación
Florencio Randazzo, ex ministro del Interior y Transportes, y Enrique Albistur, ex secretario de Medios.
Amado Boudou, ex vicepresidente de la Nación; Ricardo Jaime, ex secretario de Transporte; y Juan Manzur, ex ministro de Salud y ahora gobernador de Tucumán.
Martín Insaurralde, intendente de Lomas de Zamora, pareja de la modelo Jessica Cirio quién le insistió en mudarse a este barrio por ser más seguro.
José Pedraza, secretario general de la Unión Ferroviaria, preso hoy por el asesinato del militante trotskista Mariano Ferreyra, y Oscar Mangone, secretario general del sindicato del Gas.
Héctor Icazuriaga y Débora Giorgi, ex funcionarios del gobierno kirchnerista.
Baldomero “Cacho” Alvarez, ministro del gobernador bonaerense Daniel Scioli, y Claudio Uberti, secretario de Estado con Néstor y amigo del valijero Antonini Wilson.
Ricardo De Presbiteris, dueño de la empresa Covelia recolectora de residuos, presunto testaferro del dirigente camionero peronista Hugo Moyano.
Alejandro Amor, secretario general de Sutecba.
Mario Montoto, ex oficial montonero (nombre de guerra “Pascualito”), hombre de confianza de Firmenich, convertido en empresario en los años noventa con Menem.
Carlos Liuzzi, subsecretario de Legal y Técnica en el gabinete de Cristina Kirchner.
Los intendentes peronistas de Carlos Casares y Florencio Varela, Walter Torchio y Julio Pereyra respectivamente.
El caso de Amado Boudou es muy singular. El amplio departamento que tiene en ese barrio caro lo compró su mamá, una señora anciana que tiene la jubilación mínima y que hoy está internada en un asilo de ancianos contratado por el PAMI.
Hay peronistas como los sindicalistas Luis Barrionuevo, Hugo Moyano, el fallecido Oscar Lezcano, de Luz y Fuerza, y políticos como Daniel Scioli y su colaborador Walter Carbone (el de la caja fuerte en el dragón), que eligieron para vivir los countries de lujo de la zona norte y oeste del conurbano. Lo mismo que el General Milani que vive en La Horqueta.
Para que nos demos una idea de lo que sale una propiedad en estos lugares: en La Recoleta un departamento de 120 metros cuadrados, sin cochera, sale 540.000 dólares promedio, mientras que en Puerto Madero cuesta 780.000 dólares (al cambio actual ¡Doce millones ochocientos mil Pesos!) Y en los edificios exclusivos de estos barrios la mayoría de los departamentos tienen más de 120 m2. Las expensas mensuales son carísimas lo mismo que los impuestos y tasas.
Un vecino es siempre un vecino y existen reglas de buena vecindad que hay que respetar, lo sabemos los ciudadanos de a pié y también los ricachones. ¿Como se saludarán cuando toman juntos un ascensor en Puerto Madero un vecino peronista y un vecino “oligarca”? ¿Se saludarán con afecto o se darán la espalda? ¿Sus hijos conversarán, se pondrán de novios entre ellos? Suponemos que a las piscinas de los edificios en las tardes de verano van los hijos de uno y otro bando, debería ser el lugar de encuentro de los jóvenes. Un dato curioso: en las elecciones todos los habitantes de Puerto Madero -oligarcas y peronistas- votan en el edificio de la Universidad Católica que está ahí. Qué bronca, es la Universidad donde estudió Mauricio Macri, el que supuestamente gobierna para los ricos; es la Universidad que da a conocer las cifras de la pobreza, las de Macri y las del Gobierno nacional y popular.
Alguien podría decir: y con Macri y sus funcionarios qué ¿acaso no viven en esos barrios? No me cabe la menor duda de que sí, la mayoría deben habitar esos lugares. La diferencia es que una gran parte de ellos nacieron ricos; además nunca dijeron que venían a luchar por los pobres y excluidos ni mucho menos que pretendían hacer la Revolución. En sus dormitorios no tienen los cuadros de Evita y el Ché como sí los tienen los funcionarios nacionales y populares.
Qué grande Luis Buñuel, el gran maestro del cine español, el que en el exilio filmó películas como “El discreto encanto de la burguesía”, que ganó el Oscar a la mejor película extranjera en 1972. No estaría mal verla de nuevo.