La elección de Mauricio Macri como Presidente de la Nación en las elecciones de octubre del 2015 significó para el Kirchnerismo, la intelectualidad progresista y la izquierda un duro golpe del que aún no terminan de recuperarse.
A los pocos días de asumir, esos sectores comenzaron una feroz embestida contra su gobierno con virulentas declaraciones y movilizaciones en las calles casi siempre violentas, con el acompañamiento permanente de los organismos de derechos humanos y, algunas veces, de los jerarcas sindicales millonarios. Desde Quebracho, D’Elía, y los viejos y nuevos montoneros llamando a la rebelión para volver al poder “por las buenas o por las malas” hasta Hebe Bonafini declarando públicamente que las Madres de Plaza de Mayo dejaban de ser un organismo de derechos humanos y se convertían desde ahora en una organización política dentro del Partido Kirchnerista, para enfrentar a la “dictadura macrista”.
Cada declaración, cada paso que dio desde comienzos del año pasado el progresismo criollo, aún cuando haya existido un motivo legítimo, está teñido de esa embestida ideológica contra el gobierno de Cambiemos. En el discurso de esos espacios políticos, propalado por todos los medios de comunicación –aún por los que ellos denominan “hegemónicos”-, Mauricio Macri se fue convirtiendo en el gran represor de los años democráticos.
Hoy todo el país está conmocionado por la desaparición de Santiago Maldonado, el rubio militante de una fracción violenta de la comunidad aborigen mapuche, que según testigos habría sido detenido y secuestrado por la Gendarmería. A propósito de ello, el periodista y referente principal del CELS Horacio Verbitsky, en su columna del diario Página 12 del 07 de agosto pasado expresó: “Macri tiene su primer desaparecido”.
Convengamos en que el “Perro” Verbitsky tiene razón y como él afirma Macri tiene ya su primer desaparecido (como si se tratara de un mérito, una medalla que alguien se cuelga orgulloso en el pecho). Surgiría entonces una pregunta inevitable. Si Macri ya tiene uno ¿cuántos desaparecidos tuvieron los presidentes constitucionales anteriores? O, hablando en serio y con respeto por las familias de las víctimas ¿cuántos desaparecidos ha tenido el país desde el retorno de la Democracia en el año 1983 y cuál ha sido la responsabilidad del Estado en cada uno de esos casos?
El CORREPI (Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional), que tiene como figura principal a la abogada María del Carmen Verdú, es uno de los organismos de derechos humanos que ha tenido en estos días un papel protagónico en las movilizaciones para pedir por la aparición con vida de Maldonado. Supongo que también es uno de los querellantes en la causa judicial abierta por este motivo.
A mediados del año 2013 este organismo publicó un listado (el de la imagen que precede a esta nota) con un título que impresiona: “Desde 1983, el aparato represivo del Estado desapareció a 210 personas”. El detalle abarca solo el período 1983-2012 y en él se mencionan los nombres de los presidentes bajo cuyo gobierno ocurrieron las desapariciones.
La mayor cantidad de casos corresponden a los tres gobiernos peronistas: el de Menem (81 casos), Rodríguez Saá-Duhalde (22) y el de los Kirchner (78 hasta el 2012). Siguen luego los gobiernos radicales: Alfonsín (10) y De la Rúa (19). En total 210 como mencionaba el título. A partir del 2013 el CORREPI no publicó nuevos casos: no podemos asegurar si los hubo o no.
Ese listado fue difundido también por el SERPAJ de Adolfo Pérez Esquivel en su página del Facebook, por lo que es de suponer que el Premio Nóbel de la Paz coincide con los datos del organismo de la abogada Verdú.
Son interesantes todas las estadísticas que, sobre violaciones a los derechos humanos de distintos tipos, detalla el CORREPI en su sitio oficial. Hay allí un listado con nombre y apellido de los muertos en la represión de las protestas político-sociales durante los años de la Democracia. Figuran los muertos de De la Rúa en diciembre del 2001, los casos de Kosteki y Santillán, el del maestro Fuentealba y el de Mariano Ferreyra entre otros, pero no los más de diez asesinados en las jornadas trágicas de Diciembre de 2013 (aquellos que Cristina ignoraba mientras bailaba con sus seguidores en la Plaza de Mayo).
Con toda esa información, cuya fuente son los mismos organismos de derechos humanos, ¿se puede afirmar que el de Mauricio Macri es el gobierno más represor de la Democracia como lo sostienen Pérez Esquivel, Juan Grabois, Estela de Carlotto, las Madres de Plaza de Mayo y todo el progresismo? ¿No se irán de boca cuando hablan de estas cosas? ¿No deberían ser más equilibrados cuando encaran estas cuestiones?