Los padres se quejan de que sus hijos no guardan los celulares durante las comidas familiares, pero los chicos también reclaman que los adultos están viciados con la tecnología. La asociación civil Chicos.net propone una campaña con juegos y desafíos para recuperar el diálogo en la mesa.
Sentarse a la mesa con la familia y compartir la cena sin la interferencia de los dispositivos tecnológicos es una decisión saludable. Es que la conversación cara a cara y sin injerencia del mundo exterior genera una mejor conexión de la familia y promueve el diálogo entre padres e hijos. Los padres protestan porque los chicos no se separan de las pantallas móviles pero, contrariamente a lo que se cree, los chicos y adolescentes también se quejan porque durante las comidas sus papás están más pendientes de los teléfonos que de ellos.
¿Es posible desenchufarse en los momentos de encuentros familiares, dejar de contestar mensajes o ver un video y desplazar la mirada y la atención hacia otras personas presentes ya no a través de la pantalla táctil, sino en carne y hueso? Por segundo año consecutivo, la asociación civil Chicos.net busca contribuir para alcanzar ese objetivo a través de la campaña #CenaSinPantallas, que además cuenta con la adhesión de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP). La idea es dejar la tecnología a un lado –celulares, tabletas y también computadoras y televisores– aunque sea por un rato, y aprovechar al máximo los espacios más íntimos de la familia, las parejas y los amigos.
«Lanzamos una botella al mar», graficó Marcela Czarny, presidenta de Chicos.net, en diálogo con Infobae. «La tecnología ayuda a mejorar la vida de las personas, pero usarla de manera inteligente también implica saber alejarse de ella para dar espacio al diálogo», señaló. Y planteó algunas ideas y juegos, con toques de sentido común y diversión, para que las familias pongan en práctica en sus casas.
– 1. Colocar un recipiente, caja o canasto en la cocina o en un estante del living donde todos los integrantes de la familia puedan dejar sus aparatos mientras comen. De esta manera, se asegura que los celulares se mantengan fuera del alcance durante la cena.
– 2. Convertir la experiencia familiar en algo divertido y hacer una competencia o inventar una prenda: el primero que no respete la regla y vea su teléfono durante la hora de la comida, tiene que lavar los platos o encargarse de otra tarea del hogar o hacerse cargo e invitar a todos con un postre.
– 3. Proponer turnos para que cada miembro de la familia cuente algo que ocurrió durante el día que quiera compartir con el resto, desde una anécdota de la jornada hasta la necesidad de pedir o brindar una ayuda o un consejo para resolver determinada cuestión. Es una oportunidad para promover una charla necesaria que se torna esquiva cuando aparece la tentadora presencia de los celulares.
– 4. Cambiar el estado de Whatsapp por «Estoy teniendo una #CenaSinPantallas», así los que se contactan sabrán que por un tiempo los mensajes no serán respondidos. Es, además, una manera de transmitir la experiencia a los amigos y familiares y animarlos para que también ellos se sumen al reto y participen.
– 5. Al juntarse con amigos o familiares a cenar en un restaurante o bar, en la medida de las posibilidades elegir un local que brinde un sector como servicio para que la gente cargue su teléfono, o bien un simple recipiente para dejarlos, y así poder olvidarse de ellos por un rato. Hay algunos negocios que tienen el sticker con el logo de la campaña en la puerta y que ofrecen descuentos para aquellos que dejan su celular a un lado.
– 6. Asegurar que toda la familia participe y que los más chicos se animen más si observan que el esfuerzo es de todos. Una idea que puede ayudar a estimular al grupo familiar a continuar con la acción es crear un diploma para entregar a fin de mes a los entusiastas participantes.
«No tener el celular encendido en la mesa, efectivamente, da una oportunidad para el diálogo entre las personas. Claro que el resultado dependerá de la dinámica familiar y de la relación entre padres e hijos: dialogar más o quedarse en silencio», explicó a Infobae Roxana Morduchowicz, doctora en comunicación y autora del libro «Los chicos y las pantallas». Y agregó que «es bueno que la decisión sea explicada y consensuada, para que todos los miembros de la familia la entiendan y la cumplan».
La especialista destacó que estos juegos y retos pueden servir como disparador para que cada familia acuerde no sólo las horas de uso de las pantallas, sino también los tiempos y momentos de utilización. En ese sentido, propone pautas claras y precisas: «Los chicos en edad de escuela primaria no tienen que tener pantallas en sus habitaciones; con los adolescentes la regla debe ser que los dispositivos se apagan y se cargan durante la noche, y para todos el tiempo de uso no puede superar las dos horas seguidas por día».
Paula Otero, presidente de la Subcomisión de Tecnologías de Información y Comunicación de la SAP, indicó que el uso abusivo e invasivo del celular en la mesa familiar es una problemática que ya se trata en las reuniones que la entidad mantiene con la comunidad educativa e incluso en los congresos de la especialidad. «El tema también aparece en la consulta con el pediatra, pero consideramos que debería ser abordado en forma integral en más campañas en las escuelas y en los medios de comunicación«, sugirió.
«Es necesario –continuó Otero– definir reglas claras para darse un espacio como familia y que todos las cumplan: los chicos y adolescentes son los primeros en reclamarles a los padres que no lo hacen. Es una conducta social que se necesita y de la cual hay que tomar conciencia. Puede costar al principio porque nos creó adicción: es tentador revisar el teléfono todo el tiempo para chequear mails, mensajes, redes sociales o noticias; es lo último que vemos a la noche al irnos a dormir y lo primero que miramos cuando nos despertamos».
«La botella ya fue lanzada al mar. Ahora, es momento de reflexionar: ¿Podemos convertirnos en ciudadanos digitales inteligentes capaces de poner límites al uso de la tecnología?», preguntó Czarny. Será, quizás, cuestión de probar qué cosas pueden suceder cuando las familias deciden mantener, al menos por un rato, los dispositivos móviles fuera de la mesa. Al fin y al cabo una hora de desconexión no es algo tan grave y puede generar gratas sorpresas.
– Por Graciela Gioberchio
Infobae