El continente blanco es uno de los ecosistemas más frágiles y de mayor influencia a nivel global en cuanto al equilibrio ambiental del planeta. La protección del medio ambiente es siempre un tema central de cooperación entre las partes del Tratado Antártico.
La República Argentina fue país anfitrión de la 41ra Reunión Consultiva del Tratado Antártico y la 21ra Reunión del Comité para la Protección del Medio Ambiente, que se llevó a cabo en el Palacio San Martín, entre los días 13 y 18 de mayo de 2018 donde se reunieron los representantes de las Partes Consultivas y No Consultivas, las Delegaciones de Observadores, a los Organismos del Sistema del Tratado Antártico y Expertos del Comité para la Protección del Medio Ambiente. La reunión fue presidida por la Embajadora María Teresa Kralikas, Subsecretaria del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto de Argentina.
Las Partes Consultivas han acordado analizar exclusivamente los temas más urgentes referidos a la Reunión Consultiva del Tratado Antártico (RCTA) y al Comité para la Protección del Medio Ambiente (CPA).
Tratado Antártico
El Tratado Antártico fue firmado en Washington el 1° de diciembre de 1959 por 12 países que le dieron origen, entre ellos, Argentina. Entró en vigor en 1961 y ha sido el instrumento que por casi 60 años garantiza la paz y promueve la investigación científica y la preservación del medioambiente antártico.
Producto de uno de los más exitosos ejercicios de diplomacia multilateral en la historia reciente, el Tratado Antártico es un instrumento vinculado, desde su inicio, a la cooperación internacional como pilar central para la consolidación de la paz en el Continente Blanco y para el desarrollo de la actividad científica. Con el transcurso de los años y el desarrollo de los instrumentos conexos del Sistema, también ha resultado central en la evolución de los mecanismos necesarios para la protección de su único y valioso medio ambiente.
El Principal propósito del Tratado Antártico, es asegurar el “interés de toda la humanidad para que la Antártida continúe utilizándose siempre exclusivamente para fines pacíficos y que no llegue a ser escenario u objeto de discordia internacional”.
Las partes del Tratado se reúnen anualmente para intercambiar información, consultarse sobre asuntos relacionados con la Antártida y recomendar a sus Gobiernos medidas para promover los principios y objetivos del Tratado: la paz, la ciencia, la cooperación internacional y la preservación del medio ambiente.
De los 53 países participantes, 29 son Partes Consultivas con poder decisorio y representan a los países con mayor compromiso y presencia histórica en la Antártida; a éstas se suman las 24 Partes No-Consultivas, sin poder decisorio. También participaron expertos y observadores de diversas organizaciones vinculadas o interesadas en la Antártida.
Argentina es Parte Consultiva y signatario originario del Tratado Antártico y mantiene un profundo compromiso con sus principios y objetivos. El Tratado resguarda el reclamo soberano argentino sobre su Sector Antártico, lo que a su vez se sustenta con una presencia activa de más de 114 años, la más antigua sin interrupción en el Continente.
Entre los temas que fueron abordados en el transcurso de la reunión se destacan: turismo antártico; bioprospección y recursos genéticos; impacto ambiental de las actividades que realizan las Partes en la Antártida.
Protocolo Ambiental
El Protocolo al Tratado Antártico sobre Protección del Medio Ambiente, que fue firmado en Madrid el 4 de octubre de 1991 y entró en vigor en 1998, designa a la Antártida como una “reserva natural dedicada a la paz y a la ciencia” (art. 2). En el artículo 3 del Protocolo se establecen principios básicos aplicables a las actividades humanas en la Antártida. El artículo 7 prohíbe todas las actividades relacionadas con los recursos minerales excepto las que tengan fines científicos. Hasta 2048 el Protocolo puede ser modificado solamente mediante el acuerdo unánime de las Partes Consultivas del Tratado Antártico. Además, la prohibición relacionada con los recursos minerales no puede revocarse a menos que esté en vigor un régimen jurídicamente obligatorio sobre las actividades relativas a los recursos minerales antárticos (art. 25.5).
El Protocolo tiene seis anexos. Los anexos I a IV fueron adoptados en 1991 junto con el Protocolo y entraron en vigor en 1998. El Anexo V, sobre protección y gestión de zonas, fue adoptado por la XVI RCTA en Bonn en 1991 y entró en vigor en 2002. El Anexo VI, sobre responsabilidad derivada de emergencias medioambientales, fue adoptado en la XXVIII RCTA en Estocolmo en 2005.
El Protocolo estableció el Comité para la Protección del Medio Ambiente (CPA) como grupo de expertos para proveer asesoramiento y formular recomendaciones a la RCTA sobre la implementación del Protocolo. El CPA se reúne todos los años en ocasión de la Reunión Consultiva del Tratado Antártico.
El Protocolo al Tratado Antártico sobre Protección del Medio Ambiente, entró en vigencia a partir del 14 de enero de 1998 y fue aprobado por la República Argentina mediante Ley N° 24.216.
Cambio climático y turismo
El Comité de Protección Ambiental del Tratado Antártico evaluó los impactos ambientales de futuras obras en las bases y la actividad turística.
Dos cosas están aumentando en la Antártida: las temperaturas y el turismo
El aumento de las temperaturas en la Península Antártica en los últimos 50 años ya está teniendo efectos en la vida marina de la región.
En 2018, el hielo marino que rodea la Antártida y se descongela durante el verano austral, se redujo a 2,15 millones de kilómetros cuadrados, lo que supone el segundo nivel de extensión más bajo desde que existen registros.
A partir de julio del 2017 hay 63 embarcaciones registradas por la Asociación Internacional de Operadores Turísticos de la Antártida.
Entre todas ellas trajeron al continente blanco durante la temporada 2015-2016, unos 38.500 turistas y en la última temporada 2017-2018 la cifra aumentó a 45.800 visitantes.
“Aumentar el turismo en la Antártida es algo de lo que tenemos que ser muy conscientes, con todos estos barcos quemando combustibles fósiles”, dice John Durban, investigador británico de orcas que trabaja con la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA, por sus siglas en inglés). Por otro lado el turismo antártico aumentan la conciencia sobre el cambio climático y los ecosistemas y crean embajadores para la protección de la vida silvestre.
La Asociación Internacional de Operadores Turísticos de la Antártida está de acuerdo en exigir las mejores prácticas para minimizar el impacto en el medio ambiente.
Conclusión
Se debe gestionar el turismo de una manera que priorice la Antártida.
– Foto de portada: Norberto Ovando, Observador en la 21ra reunión del Comité de Protección Ambiental Antártica.
– Fuente: AAPN
– El Autor es Presidente / Asociación Amigos de los Parques Nacionales – AAPN –
Experto Comisión Mundial de Áreas Protegidas – WCPA – de la IUCN-
Red Latinoamericana de Áreas Protegidas – RELAP –