En lo personal, cumplí junto a músicos y oyentes un minuto de silencio en memoria de Domingo Garreffa. El concierto de esta noche, agrega otro jalón en el programa musical planeado por el maestro Zur para nuestras tierras.
Salta, jueves 14 de junio de 2018. Teatro Provincial. Solista Invitado Shai Rosenboim (piano). Orquesta Sinfónica de Salta. Director Titular maestro Noam Zur. Concierto para piano y orquesta nº 2 en si bemol mayor op. 83 de Johannes Brahms (1833-1897). Cuarteto en sol menor op. 25 de Johannes Brahms, versión orquestal de Arnold Schoenberg (1874-1951). Concierto dedicado a la memoria de Domingo Garreffa (corno) ex integrante de la orquesta sinfónica local fallecido hoy.
Con sentidas palabras, el maestro Zur recordó la personalidad del cornista Domingo Garreffa fallecido en la mañana del 14 de junio. Lo hizo porque el músico pasó por la filas de la orquesta local hace unos años. En lo personal, cumplí junto a músicos y oyentes un minuto de silencio en su memoria. Triste por su partida por haber compartido circunstancias musicales en nuestros años jóvenes, él como notable cornista de la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Tucumán y yo como cantante de la recordada Camerata Alter que fundara y dirigiera Salvador Rimaudo.
La noche de hoy fue especial además porque significó la despedida del público salteño del magnífico pianista israelí Shai Rosenboim con el que el maestro Zur detenta una antigua amistad de sus años de estudiante, época en la que ambos se prometieron que algún día irían a enfrentar la belleza musical y las dificultades técnicas de este concierto de Brahms. Y esto ocurrió en nuestra ciudad. Se trata de una insólita y extensa página para piano y orquesta que el visitante tocó de memoria ocupando la conducción del esquicio pues no es un concierto de diálogo entre piano y orquesta sino que es una obra donde el solista actúa como elemento principal del conjunto. Tiene cuatro movimientos de arquitectura sinfónica, cargada de momentos inolvidables como por ejemplo el sensible y tierno “andante”. El material temático, doble por movimiento, da pié para el lucimiento del solista, de clara digitación e inmaculado discurso sonoro que incluye un apasionamiento digno de la obra. Es de esperar su retorno para disfrutar de su apabullante virtuosismo.
Siempre me pregunté y lo sigo haciendo, cómo es posible llevar el arte musical de una miniatura a una obra de envergadura donde lo tímbrico adquiere tal importancia que es posible reconocer el fondo de la cuestión, la base de una obra sinfónica y tomar conciencia de quien y cómo escribió esa base. Por supuesto, no solo se requiere habilidad, sino un enorme bagaje de conocimiento sonoro instrumental. De Arnold Schoenberg conozco obras de su período predodecafónico, por caso su opus 5 “Pelleas y Melisande” un descomunal poema sinfónico que describe el amor prohibido de un matrimonio en el cual la mujer se enamora del hermano de su marido. Y también obras netamente dodecafónicas como sus Variaciones para orquesta op.31. De pronto descubrí que Schoenberg era un gran maestro de composición y por tanto dominaba el trabajo de orquestar.
El director de orquesta Otto Klemperer le sugirió orquestar el cuarteto con piano op. 25 de Brahms a quien Schoenberg admiraba casi ilimitadamente. Y realizó una labor excepcional convirtiendo música de cámara en un edificio sinfónico que respeta la combinación tímbrica del autor del cuarteto. Un ejemplo, su tercer movimiento, un verdadero canto brahmsiano o el rondó final cuya orquestación es fiel ejemplo de la influencia gitana que la parte húngara de su música se hace más que evidente. Es de tal magnitud la obra que muchas veces se nombra a este arreglo como si hubiera sido la siguiente sinfonía del compositor alemán que escribió cuatro.
El concierto de esta noche, agrega otro jalón en el programa musical planeado por el maestro Zur para nuestras tierras. Dirigido con firmeza en la búsqueda del atractivo natural de sus repertorios, sigue confirmando que la orquesta salteña no solo es un buen organismo sino que está dispuesta a incursionar en la obra nueva, en lo desconocido en materia musical llevada de la mano por este notable maestro.