Comicidad y complicidad, dos ingredientes del afortunado estreno de la comedia Arpiana “Sedúceme Shakespeare”, climatizaron la noche del helado viernes en el Teatro de la Fundación Salta, escenario al que subieron Ana María Rodríguez como la mucama y Pablo Andrada como Guillermo, su empleador; ambos harán roles dobles como Julieta y Romeo; y como Cleopatra y Marco Antonio, respectivamente.
La anécdota es que Rogelia y un pequeño apartamento fueron heredados por el propio Shakespeare desde el más allá a su tataratatara nieto, de nombre Guillermo, escritor sin dinero y sin fama.
La comedia reviste la estructura de una caja china en la que la historia marco se encuadra en la Comedia de corte realista, mientras que la enmarcada, pertenece al Teatro del Absurdo y; en una tercera línea, una obra satírica que caracteriza o interpreta humorísticamente al teatro isabelino. Además, invoca al metateatro con personajes haciendo de personajes.
Los actores se sumergen en cada de una de las estructuras de manera simultánea, no se producen cortes, sino que se trata de una comedia de continuidades en la que lo que produce los cortes, son los diálogos.
En la comedia de corte realista, Guillermo solicita de arranque a su mucama Rogelia que le prepare un té. Esto no solo nunca ocurre, sino que ningún pedido del dueño de casa es cumplido por la empleada, rebelde y enamorada. Pablo Andrada se luce en sus cambios de personaje, incluso en aquellos en los que hace de mujer y de gay; mientras Ana María Rodríguez, logra la caracterización deseada y recupera matices importantes cuando cambia el registro del lenguaje. La dupla funciona, es efectiva y dinámica.
El absurdo juega un papel fundamental en los blancos de la historia: Rogelia no sabe por qué su empleador se comporta de manera extraña y el público, que sigue atento la historia, comienza a sacar conjeturas; entre ellas, que lo que está pasando es que él usa a Rogelia para escribir una novela inspirada en el romanticismo de los amantes jóvenes de Verona, en los celos de Otelo y en la pasión entre Marco Antonio y Cleopatra, unión tormentosa capaz de desestabilizar al Imperio Romano. Aquí se da la parodia, de manera humorística, especie de versión contraria a las tragedias shakesperianas, fragmentos en los que hay poeticidad y en los que es posible reconocer la fuerza de William. Cada cita del dramaturgo clásico se convierte en una confesión para Rogelia y en una oportunidad para Guillermo, quien luego, y despiadadamente, arroja su “modelo” por la borda trágica.
Lo esperado no resulta tal y el final es bastante auspicioso. Omar Pizzorno toma la obra escrita por Leonardo Serrano para moldearla, cual pieza de arcilla, para sus propios intérpretes en el teatro que concibe, para generar no solo diferentes puntos de vista e interpretaciones diversas, sino una oferta que atraiga a quienes piensan que un Shakespeare es cultura y a quienes disfrutan de un género serio como es el humor.
– Fotos tomadas por Salta 21 el 15 de junio (estreno)