Esta nueva legión busca integrar la vida profesional y la familiar, participando en tareas cotidianas y desafiando los viejos arquetipos de la masculinidad y la figura paterna.
Los millennials han sido objeto de análisis y -digamos todo- también de críticas. Lo cierto es que este segmento que despierta fascinación tiene ya entre sus filas a jóvenes hombres y mujeres que integran el colectivo de los nuevos «papás». Como en otros ámbitos de la vida adulta, la generación catalogada de egoísta e inconformista apuesta a romper con viejos paradigmas. En el caso de ellos, la diferencia con sus antecesores se hace más que clara en la concepción del rol paterno. Privilegian el equilibrio entre la vida personal y profesional y apuestan a estar presentes en el proceso de crianza, con responsabilidades cotidianas concretas y una distribución de roles más equitativa.
Esto se confirma, a nivel global, con algunas encuestas reveladoras. La consultora Ernst & Young llevó adelante un estudio internacional que indaga en las preferencias de los millennials en el ámbito laboral. De él se desprende que los hombres de esta generación son mucho más propensos a optar por tomarse una licencia por paternidad que los de generaciones anteriores e incluso que este factor tiene mucho más peso para estos nuevos papás a la hora de elegir un lugar de trabajo.
Al respecto, Alejandro Melamed, coach y experto desarrollo profesional, señala: «Hay ahora una nueva concepción de lo que es el equilibro de la vida familiar y laboral. Antes había dos planos y por eso había que equilibrarlos. Hoy en día la evolución del concepto nos lleva a pensar que hay una integración entre los planos. Se habla de una vida integralmente balanceada, donde lo que hagas se potencie y se sinergice. En este sentido, la flexibilidad, la agilidad y muchas iniciativas que ensayan las compañías te permiten trabajar cuando tenés que trabajar pero no en un momento determinado. Eso hace que el trabajo se pueda complementar con otras responsabilidades personales o familiares».
Muchos papás millennials apuestan al camino de emprender y logran así tener cierta autonomía en el manejo de su tiempo. Otros eligen la relación de dependencia convencional, pero hacen lo posible por no claudicar. La prioridad, ante todo, es una vida balanceada. Así lo confirman testimonios como el de Leandro González, un joven papá que, aún con las exigencias de su profesión (es productor de TV y periodista), hace malabares para estar presente en el día a día de sus hijos (Joaquín, de 4 y Tomi, de 15, hijo biológico de su pareja, Fernanda, e hijo por opción de él).
«No existe una fórmula muy certera de cuál es el porcentaje que le doy finalmente a la paternidad y a las actividades laborales o incluso de pareja, -dice-. Terminan siendo 24 horas de todo ese combo: puedo desayunar con mi mujer respondiendo mails o integrar una de mis actividades laborales con un momento con los chicos, porque el espíritu es seguir generando espacios de enseñanza mutua».
Con respecto a los intereses que comparte con sus hijos, Leandro destaca: «Siento que tenemos muchos más códigos compartidos con mis hijos que los casi nulos yo pude tener con mi padre. Me refiero a la cultura, al lenguaje, a la moda, a las cuestiones sociales que nos interpelan. En estos tiempos, hay una conexión mucho más directa en el vínculo padre-hijo».
Como Leandro, Matías Pierrad también se siente parte de una generación que rompió el molde. Tanto es así que él, dueño de una agencia, creador de un blog culinario (Antigourmet) y dueño de un bar, incluye a su pequeño hijo Marco («Tibu»), de 2 años, en todos los ámbitos de su universo profesional. «Antes de ser papá, muchos me decían: ‘Te va a cambiar mucho la rutina’, ‘¿Cómo vas a hacer?’ ‘Vas a tener que replantearte la vida’. A mí me pasó todo lo contrario. Básicamente, él se adaptó a nuestra vida. Lo llevamos para todos lados con nosotros. Lo sumamos a lo que hacemos. Ahora tengo un compañero de ruta«, dice, orgulloso.
Siguiendo su propio manual, Matías encontró una forma de que su mundo fuera también el de su hijo. «Hace poco, hablando con un amigo que fue papá, me contó que él le planteó a su mujer la idea de que ella volviera a trabajar y él se quedara con la hija. Eso era impensado hace años, -cuenta-. Mi mujer por trabajo se tuvo que ir cuatro días afuera y yo me quedé con mi hijo solo. Mi mamá y mi papá me decían: ‘¿Cómo vas a hacer para bañarlo, para darle de comer, para dormirlo?’ Y la verdad es que el día que se quedó conmigo durmió en su cama. Yo no le tengo miedo a la crianza ni a esos tabús que dictan que ‘esto lo hace sí o sí la madre’. Si hay que cubrirnos, nos cubrimos».
Sin dudas, algo está cambiando drásticamente en la concepción de la paternidad, con viejos arquetipos de género que son cuestionados y reemplazados por paradigmas más igualitarios y adaptados a la realidad de cada núcleo familiar. Una realidad que presenta formas diversas de distribución de roles y tareas, con la emergencia de hogares homoparentales, monoparentales y familias ensambladas.
Al respecto, Melamed, que asegura que son muy positivos los resultados que se han observado con la ampliación de las licencias por paternidad, señala: «Se visualiza entre los millennials una nueva masculinidad, un nuevo enfoque de lo que es la paternidad y una distribución más equilibrada de los roles y las responsabilidades con el hogar y los hijos. Incluso, hay parejas donde los roles tradicionalmente entendidos se han invertido. Además, hay una concepción de la vida laboral y familiar ya no como ámbitos distintos sino como ámbitos complementarios. Entonces, se da una maduración y una naturalización de muchas cosas que hubieran sido imposibles de pensar tiempo atrás».
– TN