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domingo, noviembre 24, 2024

El peronismo trosko

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La fracción kirchnerista, una vez desplazada del poder por el triunfo de Macri, se ha ido transformando rápidamente en una suerte de variante trotskista del peronismo.

La política de los setenta acuñó el vocablo “trosko” para designar de un modo abreviado y suavemente despectivo a los partidarios de Lev Davidovich Bronstein, más conocido como Trotsky. El trajinado impulsor de la Revolución Rusa, enemigo de Stalin, cuyo largo brazo llegó hasta Coyoacán (México) para asesinarlo, murió ignorando la cantidad de epígonos que dejaba en todo el mundo y especialmente en la Argentina.

A los “troskos” siempre se le atribuye, y no injustamente, propuestas políticas ultrarevolucionarias, alejadas de la realidad, encarriladas hacia el caos. En fin… alocadas, si no desopilantes.

La fracción kirchnerista, una vez desplazada del poder por el triunfo de Macri, se ha ido transformando rápidamente en una suerte de variante trotskista del peronismo. Nos referimos a su estilo, claro. Y al tenor de sus propuestas.

También al hecho de que vislumbran cada día la inminencia de una situación de caos irremediable que depositará el poder en sus manos como única salida ante la disolución del estado y la sociedad. Parece un grupo conducido por Violencia Rivas, el personaje de Capusotto.

A diferencia de los “troskos” genuinos, el kirchnerismo posee algún poder de fuego, lo que hace que sus flamígeras propuestas no deban ser tomadas completamente en broma.

Sueñan con el derrocamiento más o menos inmediato del flamante presidente y el regreso también más o menos perentorio de Cristina al poder. Con ese objetivo, que ellos creen de cumplimiento fatal, acosan a Macri e intentan socavarle toda base de sustentación política. Quieren, por ejemplo, que el Congreso rechace la posibilidad de acuerdo con los holdouts, minándole al gobierno toda posibilidad de supervivencia.

Olvidan, claro, que su jefa promovió el acuerdo y preparó el camino hacia él. En efecto, Cristina arregló cuentas con Repsol, con el Club de París, con el CIADI e intentó con los holdouts. Pero en este último paso, fracasó. Los “troskos” del peronismo intuyen que si Macri logra un acuerdo (lo cual resulta muy probable), se le facilitará todo. Y es efectivamente así. Por eso quieren sabotearlo y crear el caos con la ilusión de un regreso con gloria de la ex presidenta.

Pero tanta locura va encontrando coto entre sus propios partidarios. Incluso entre los que aparecían como más fanáticos. A lo largo del tiempo Cristina fue abandonada, entre otros, por De la Sota, Massa, Urtubey, Bossio y más recientemente por Abal Medina, quien pidió al titular del bloque K en Diputados que dé quórum para el tratamiento de tema tan sensible e importante.
El destino de los “ultras” es siempre la soledad. El espíritu de secta se impone y terminan siendo una caricatura.

Dicha desde el poder, una locura puede tener el predicamento que le concede la investidura presidencial. Pero fuera del poder, recobra su estricta dimensión y es vista como lo que es: un capricho infantil que busca desestabilizar.

El país ya tuvo un peronismo “ultra”. Fueron los Montoneros.
Y ya sabemos cómo terminó eso.

– Por Gonzalo Neidal
– Alfil

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