Una misma problemática de cambio cultural demanda dispositivos tales como periodizaciones, una intelectualidad comprometida y reconstrucciones documentales que confronten para su estudio múltiples campos del saber. El vínculo de la guerra con los procesos de formación de las elites tiene un rol determinante en los códigos de conducta colectiva. La reconstrucción de los catastros urbanos desatará la existencia de variables recónditas, la localización geográfica de las parcelas y su posición relativa marginal, y permitirá efectuar comparaciones etnográficas, cartográficas y demográficas.
Introducción. Espacio, tiempo y lugar en la producción del saber Los orígenes de la colonización hispánica, y el devenir neo-colonial de los posteriores estados-nación, debieron apuntar a profundizar sentimientos de arraigo individual y de una conciencia colectiva inmersa en cíclicas crisis de barbarie y de guerras mercantiles y civiles, y que a su vez fueron posteriormente hijas de crecientes inmigraciones internas y externas. En esas sociedades, se debe asumir que las invariantes telúricas de los tiempos míticos, y las utopías histórico-culturales de los tiempos antiguos y los de los más recientes, han tenido que ver íntimamente con lo que los pueblos y los individuos vienen padeciendo en su presente, y cuyo valor y sentido es preciso recuperar.
La construcción de un futuro no puede estar ajena a una reconstrucción del pasado ni puede estar exenta de una agenda que, como lo han señalado los cultores norteamericanos de las tres olas de la sociología histórica (Adams, Clemens, Orloff, 2003), se debe contemplar al menos siete (7) variantes o fenómenos históricos: la imitación global de los modelos, la subjetivación social, el re-encantamiento moral, la totalización ideológica, el giro epistémico (cambios culturales y educativos), la reconfiguración patriarcal, y el reconocimiento racial.
El estudio de esas variantes y de esas utopías del pasado, y sus
respectivas transiciones, no debe estar restringido a una periodización histórica binaria y mecánica (tradicional-moderna) ni a reduccionismos o determinismos cientificistas (demográficos, geográficos, políticos, jurídicos, económicos, sociológicos, antropológicos, biológicos, arqueológicos, psicológicos, pedagógicos, comunicacionales). La transición político-cultural debe entonces problematizar los argumentos contradictorios que emanaron de los múltiples saberes desagregados y en pugna, como el que se dio entre las historias económica, cultural, social y política; las antropologías física, cultural (honor, poder, ritual, reciprocidad) y simbólica (Geertz); las sociologías de la ciencia y del arte; las geografías
política (John A. Agnew), histórica (Said, Giddens), y cultural (Timothy Cresswell);
y últimamente, la ciencia política y las ciencias de la comunicación.
Esa íntima y múltiple pugna de saberes estuvo muy presente en el pasaje de la tradición a la modernidad. Pero ese pasaje se mantuvo siempre distorsionado por las llamadas siete (7) falacias de las que nos habló hace medio siglo el sociólogo norteamericano Joseph Gusfield (1967), a saber: que las sociedades tradicionales fuesen estáticas, que su cultura fuese un cuerpo consistente de normas y valores, que su estructura social y política fuese homogénea, que las tradiciones fuesen desplazadas por cambios nuevos, que la tradición y la modernidad fuesen excluyentes entre sí, y que los procesos modernizadores fuesen capaces de debilitar las tradiciones.
La indagación histórica, y más específicamente las investigaciones etnográficas,
estadísticas y cartográficas, tampoco deben estar circunscriptas a una perspectiva científica unidimensional, pues los fenómenos geográficos (urbanísticos), lingüísticos, económicos, jurídicos, y sociales (demográficos), son esencialmente multidimensionales y su estudio científico se ha venido desarrollando al ritmo de sucesivos hallazgos de naturaleza científica (astronómica, geodésica, geométrica, aritmética, topográfica, biológica, lingüística, musicológica, mineralógica, náutica o trigonométrica, grandes números, probabilidades, correlaciones, muestreos); y al vaivén de sustanciales cambios de paradigma, como el de los análisis contables (partida doble), estratégico-militares, espaciales, arqueológicos, genéticos, y antropológicos.