Antes de contar esta “historia”, hay que preguntarse por qué hay desocupación, desnutrición, los sueldos y las jubilaciones no alcanzan para vivir dignamente, cada vez se pagan más impuestos, la salud, la educación y la seguridad son deficientes, hay falta de expectativas y un futuro incierto, etc., etc. La respuesta es que todo esto tiene una causa: La deuda externa.
Los gobernantes y los medios de comunicación vinculados al poder o que forman parte del sistema de dominación, han conseguido y logran que la ciudadanía esté desinformada (o no informada) de las consecuencias de la deuda externa, como si las demandas sociales fueran ajenos a las mismas.
El endeudamiento no comenzó ayer, viene desde los pocos años del nacimiento de nuestra Patria, desde 1824, cuando nuestro “prócer” B. Rivadavia impulsó contraer una deuda con la banca inglesa Baring Brothers de un millón de libras, de las cuales el gobierno recibió solamente 560, el resto se repartieron entre los gestores (coimas) y los acreedores como adelanto de deuda. El destino del préstamo era para construir un puerto en Bs. Aires; fundar tres ciudades sobre la costa para otros puertos; levantar pueblos y proveer de agua corriente a la capital. Por supuesto que nada de esto se realizó. Se lo destinó para la guerra con Brasil, como ocurrió años posteriores con los corruptos del ‘76 para adelante: comprar armas.
Cuando ya habíamos pagado doce veces más de lo que nos prestaron, siguieron los préstamos que fueron aumentando el endeudamiento en nada productivo, aunque favorable negocio para unos pocos vinculados al poder de turno y al mismo poder. Porque la causa de nuestros males es el resultado de un pacto neocolonial entre el capitalismo extranjero y las clases dominantes criollas interesadas en continuar la explotación de la clase trabajadora, por la que siempre sintieron desprecio, incluidos los dirigentes peronistas mal llamados justicialistas.
El mismo “perro” con diferente collar
En la llamada crisis de 1890 encontramos (situaciones que se repiten hasta hoy): inflación, especulación, endeudamiento externo, fuga de capitales, enriquecimiento de unos pocos y empobrecimiento de la mayoría, descreimiento de la clase política, corrupción, privatizaciones, etc., etc.
En el año 1900, presidencia del genocida Julio A. Roca, ya debíamos 435 millones de pesos oro, tiempo todavía en que el respaldo monetario era en oro y no en papeles como hoy.
Décadas infames
Omitiendo algunos años del “progreso” histórico, nos encontramos en la década del ‘30 –una de las llamadas “Década Infame”, de negociados y corrupción, como: el de las carnes (denunciadas en el Congreso de la Nación por Lisandro de la Torre); el de la CADE (Compañía Argentina de Electricidad), donde los Concejales cobraron 100.000 pesos de entonces de coima, cuando el sueldo era de $ 150 mensual, además de lo que recibieron otros funcionarios del gobierno de Agustín P. Justo por sus “servicios”; las irregularidades de la Lotería Nacional; las ventas de las tierras del Palomar y un largo etcétera. Todos los negociados a favor de las multinacionales utilizando los fondos públicos, mientras la mayoría del pueblo soportaba la crisis de entonces.
Así vamos llegando al periodo de las alternancias de gobiernos militares y civiles y el endeudamiento en alza. Las etapas más desastrosas –como veremos- fueron la de la dictadura del 76 y la de la cucaracha riojana (también puede leerse la del “filósofo de Anillaco”) y el “cavallo pelao”.
Entre 1966 y 1972 (Onganía, Levingston y Lanusse), la deuda aumentó un 46%, de 3.276 millones a 4.800 millones. En los gobiernos peronistas de Cámpora, Perón e Isabel Martínez (1973-1975), de 4.890 millones a 7.800 millones, un 62%. Cada habitante debíamos al exterior 320 dólares.
Las etapas más perversas y corruptas
A partir de la década del 70 los países exportadores de petróleo conciertan un aumento del precio mundial con grandes beneficios que no podían invertir en sus propios mercados, los que son depositados en bancos internacionales que permitían ofrecer préstamos con bajo interés. Coyunturalmente se produce el asalto al poder por la dictadura de 1976-1983 (de los sucesivos genocidas Videla, Viola, Galtieri y Bignone), llevando como iniciador y promotor del cambio estructural de la economía y de la sociedad al “oreja” José Martínez de Hoz y su continuador Domingo Cavallo, forjadores del desastre completado por el menemismo.
En 1976 la deuda era de 9.700 millones y a fines de 1983 era de 45.100 millones, aumentó el 364%. Debíamos por habitante 1.500 dólares. En un trabajo de investigación realizado por Noemí Brenta del Instituto de Historia Económica y Social de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires para la CICAL (Centro de Intercambios y Cooperación para América Latina), titulado “Corrupción y Gobierno: la formación de la Deuda Externa Argentina durante 1976-1982” , dice –entre otras cosas:
– Este es uno de los episodios más trágicos de la historia económica del país, desde que configura la semilla del empobrecimiento de millones de argentinos, a través de la exacción acumulativa del excedente por parte del sector financiero internacional, con la complicidad de los grupos locales que participaron de la captura de los poderes del Estado a partir de esos años… El endeudamiento…se encuadra por entero dentro del concepto de corrupción…con el fin de beneficiar a grupos o personas en particular…a actividades especulativas y la fuga de capitales…y no aplicarse a mejorar el bienestar general de la población sufrido pagador de la deuda… Los hechos sobre los que se basa este trabajo han sido valorados como verdaderos en la sentencia judicial dictada en la causa “Olmos, Alejandro s/denuncia”, por el juez Jorge Ballesteros del fuero federal. El auto de procesamiento del ex ministro José. A. Martínez de Hoz, sobreseído por la prescripción…admite que la ilegitimidad de buena parte de la deuda externa contraída por la administración 1976-1983 ha sido suficientemente probada a lo largo de un proceso judicial que duró dieciocho años (1982-2000).
A partir de 1980 se había producido un viraje en la economía mundial, cambiaron las condiciones financieras y las entidades crediticias impusieron duros términos para el pago de las deudas y un aumento de las tasas de interés, llevando a un endeudamiento creciente e insalvable con el consiguiente ajuste económico y social de los países deudores. Las recetas del FMI eran (son) peor que la enfermedad: nuevos préstamos para pagar los interese del anterior. Pagar la deuda de la deuda…eterna.
Entre 1984 y 1988 gobierno radical del Dr. Raúl Alfonsín la deuda aumentó el 44%, de 46.200 millones a 65.3000 millones. Hablamos siempre de dólares.
Entrega total, hasta la soberanía
Pasamos a otra década infame: 1989-1999 la del menemismo con el renegociador de la deuda Cavallo; la entrega de nuestra soberanía; la corrupción en el negociado de las privatizaciones de todas las Empresas del Estado; la estatización de la deuda privada, etc., etc. y sin embargo la deuda aumentó a 146.219 millones, un 123%. Cada habitante del país pasamos a deber 3.800 dólares.
En las conclusiones del documentado y extenso trabajo mencionado, Noemí Brenta sostiene acertadamente: El elenco de personajes visibles se modificó levemente, los sectores económicos que medraron del crédito público y de la estatización de la deuda privada continuaron haciéndolo a través de participar en los negocios surgidos en los años ’90, como las privatizaciones, incluyendo el de la seguridad social; los préstamos a los gobiernos y la nueva deuda externa.
A esta altura del “progreso” histórico –sin continuar el análisis hasta hoy- ya nos podemos preguntar que se hizo con el dinero de los préstamos y el del remate de las empresas estatales. El “oreja” y el “pelao lágrima de cocodrilo” decían (dicen) que hay que pedir créditos para crecer. Nos endeudamos para ver millones de pobres e indigentes, niños y adultos muertos por desnutrición, los sistemas de educación y de salud destruidos, la mendicidad y la delincuencia en aumento, sin industrias, desocupación, etc.,etc. En todo esto crecimos.
Es como dice el historiador Felipe Pigna en su libro Los Mitos de la Historia Argentina (Tomo I, pág. 102)… la principal fuente de corrupción ha sido el Estado, y esto nos lleva a reflexionar acerca de la historia, no para abonar el lugar común que enuncia resignadamente que la historia se repite, sino para jerarquizar el postulado meramente histórico que sostiene que si no se cambian las condiciones, si las oportunidades de enriquecimiento ilícito permanecen intactas y los culpables continúan impunes, a las mismas causas sucederán los mismos efectos. O sea que, más que repetirse, la historia continuará.
P.D. Recomiendo ver la película documental escrita y dirigida por Diego Musiak: La mayor estafa al pueblo argentino; y la lectura del libro de Alejandro Olmos: Todo lo que usted quiso saber sobre la deuda externa y le ocultaron. En la última edición su hijo Alejandro Olmos Gaona escribe el prólogo y los nuevos resultados de la investigación.
– Pedro Antonio Álvarez (Salta-Argentina) es Médico Forense (se puede leer todos sus artículos haciendo click en el nombre)