Salta 21 dialogó en La Ventolera con Guadalupe Lanusse y Cecilia Mariño, quienes dictan en Salta un Seminario intensivo sobre “Acercamiento al Teatro Comunitario”. Hoy cierra con muestra en el Anfiteatro de calle Ameguino a las 20 hs.
Ambas profesionales, tanto Guadalupe como Cecilia, pertenecen al Grupo de Teatro Callejero y Comunitario “Boedo Antiguo”. A través de la iniciativa del grupo y de la actriz y titiritera Andrea García, este encuentro se hizo posible.
Guadalupe: ¿cuál es el concepto de artista en el Teatro Comunitario?
– G.: El concepto de artista del teatro comunitario es que artista puede ser cualquier persona que se anime a expresarse mediante un lenguaje artístico. En este caso nosotros elegimos el teatro, entonces cualquier persona que se sume a nuestro grupo y que empiece a entrenar, a ensayar y luego a hacer funciones es un actor, una actriz, es decir, es un artista. Eso en primer lugar, luego buscamos la formación dentro y fuera del grupo, que cada persona pueda ir enriqueciendo su expresión con el paso del tiempo. También es muy importante la permanencia del trabajo. Buscamos gente que venga a ensayar, que se presente en las funciones… la permanencia en el trabajo va a dar una mejor resultado artístico.
¿Cuál es tu formación o qué caminos transitaste para llegar hasta aquí, hasta Salta?
– G.: Estudio profesorado de teatro, estoy por recibirme y en realidad el tránsito para llegar hasta acá fueron seis años de trabajo en el grupo, en Teatro Comunitario y aparte trabajo en otros ámbitos como actriz. En este caso puntual, en el Teatro Comunitario, es haber recorrido seis años, la experiencia y cómo uno va llegando. Primero uno tiene un lugar más tímido, luego hay que tratar de entender la dinámica del grupo, las escenas, las obras, ensayar e ir incorporando más confianza y hasta incluso puede uno transmitir su experiencia a un compañero o a otra persona que venga de afuera.
¿Cuál es su rol en este Seminario o Taller que están haciendo aquí en Salta?
– G.: Coordinadoras del Seminario.
– C.: Transmisoras de la experiencia.
Cecilia: vos como profesora de historia, ¿hacés un cruce con el teatro, te sirve para algo haber adquirido esos conocimientos?
– C.: Sí, como profesora en estos momentos no estoy ejerciendo pero cuando los conocí sí lo hacía y estaba buscando una manera de hacer que encuentren en un mismo camino el arte o el lenguaje teatral que es lo que más me interesaba, con la historia y así me ibas a encontrar en una calle haciendo la primera obra del grupo que se llama “Boedo Antiguo”. Cuenta una versión de la historia de ese barrio, así que sí, la confluencia la utilizo tanto en el aula como en la biblioteca -que es mi otro trabajo- porque lo siento, porque lo experimenté a través de este lenguaje donde se puede expresar mucho, donde se pueden mover sentimientos. Hay una posibilidad de mensaje mucho más verdadero y una generación de conocimientos muy propia. No transmisión como instrucción sino como generación del propio conocimiento y sobre todo acompañado de otros, que uno se anima a conocer.
¿Cómo sería el entrenamiento del actor o del artista en este caso y cómo lo trabajan ustedes?
– C.: Nosotros en el grupo de teatro Callejero y Comunitario “Boedo Antiguo” del que formamos parte, trabajamos una vez por semana siempre deseando que sean más veces, nos encontramos para entrenar los sábados durante 4 o 5 hs. depende de la ocasión y hacemos un poco lo que venimos a mostrar a este taller: hacemos entrenamiento actoral, preparación del cuerpo, precalentamiento con la voz, juegos de corroboración de vías de comunicación, es decir, de registro del director que es quien guía y registro espacial de los compañeros. Trabajamos mucho con la mirada como forma de registro y también de comunicación sin que la palabra tenga que mediar todo el tiempo. Se trata de eso, de poner el cuerpo.
El resultado es el montaje de una obra o simplemente la experiencia de pasar por el Teatro Comunitario?
– C.: No, el objetivo es tener una obra, es un proceso super largo y que puede tener idas y vueltas. Como les contábamos a los talleristas que están trabajando con nosotras: de lo que empieza en una ocasión, tres meses después puede quedar sólo una gotita o retomarse algo que apareció en esa ocasión seis meses después que comenzó el proceso de creación. El objetivo final es contar una historia entre todos y que esa historia sea producto de un proceso colectivo, es una creación colectiva. Tiene una guía que en nuestro caso es el director que es quien decide o tiene la última palabra en lo estético pero toma propuestas que vienen de todo el grupo.
– G.: Nuestro trabajo en el grupo no es un taller de formación, si bien la formación se da en ese entrenamiento, sino que es un grupo de teatro que tiene como objetivo montar distintas obras de creación colectiva, además.
¿Trabajan con vecinos y hacen teatro para vecinos?
– G.: Sí, si bien hay muchos, nosotros somos del Barrio Boedo de Capital Federal, hay muchos que viven en Boedo y otros que no, que vienen a trabajar a Boedo pero viven en otros barrios. Y sí, tenemos una función al mes en el espacio donde trabajamos y en general se acercan a ver la función vecinos del barrio, familiares también. Hemos utilizado también la plaza.
La única plaza que está cerca de nuestro barrio, en realidad no está en nuestro barrio. Dentro de poco vamos a tener plaza en nuestro barrio y ahí si el espectador es el vecino: el que está en la plaza.
¿Trabajan con adolescentes que después de hacer este proceso resuelven conflictos?
– C.: Mirá, tratamos de ser como muy cuidadosos con el marco, ¿no? de la actividad. Pero imagináte que todo eso se entrecruza, todos los conflictos que tiene un adolescente o un adulto y justamente eso quería resaltar, que hay un objetivo también en el Teatro Comunitario que lo diferencia de otro tipo de teatro que es experimentar todos juntos e ir resolviendo -por lo menos a mi criterio- ir resolviendo conflictos tanto para adentro de uno, cuánto transforma esta actividad a cada persona individualmente, qué mecanismo de comunicación se establece en el grupo- donde te encontrás con conflictos, con contradicciones- los otros, otro desafío dentro de los grupos de Teatro Comunitario, enfrentarse a eso y a su vez, el grupo hacia afuera. Para mí serían tres instancias: en cada persona qué cosas despierta, qué está poniendo, qué transforma esa actividad, con qué se encuentra de sí mismo: positivo y no positivo. La segunda es dentro del grupo, tener una práctica comunitaria dentro del grupo, intragrupal y la tercera, hacia afuera. Por eso como ella te contaba, estamos por tener una plaza en el barrio y esto es producto del trabajo de una red cultural que tiene el Barrio de Boedo, formada por muchas instituciones con diferentes actividades: un bar, un negocio, un club de fútbol, un club social, un grupo de teatro comunitario… cada uno aporta en la medida que puede con lo que puede, por ejemplo nosotros actuando y bueno, participar de estas cosas – a mi criterio- también tienen que ver con el espíritu del Teatro Comunitario; meterse con las dificultades, con los conflictos, con las cuestiones de la comunidad.
Guadalupe: ¿ganan dinero con esto?
– G.: Los actores no. En general el dinero que entra va a un fondo común que es utilizado para vestuario o renovación de vestuario de obras anteriores, arreglos de una utilería mínima que tenemos y el que sí cobra es el director. Cobra un sueldo que por ahora es cubierto por nosotros mediante un sistema que tenemos que es parecido al que usamos aquí en el Seminario. Establecemos un mínimo, un monto mínimo y en base a eso la persona que puede poner más pone más, la que puede poner menos pone menos y hay meses que hay personas que no pueden poner y no ponen y se sienten cubiertos en ese sentido por el grupo. Mediante este sistema recaudamos la plata para el sueldo del director. Ahora estamos tratando de gestionar que ese sueldo aparezca desde fondos del gobierno de la ciudad para que esa plata pueda ser destinada también al fondo grupal.
– C.: Es el sistema a la gorra, es el mismo que usamos cada vez que terminamos una función. Brindamos la función y le proponemos a la gente que pongan lo que puedan en esa gorra. El que puede puede y el que no puede no puede. Lo importante es que nadie se quede afuera, ni de ver ni de hacer teatro por no tener el dinero, esto forma parte del espíritu del Teatro Comunitario.
¿Qué es lo más fuerte que han tenido que transitar con esta experiencia o si les ha tocado una temática difícil de resolver y han llegado a buen puerto?
– C.: Tratamos temáticas que son muy centrales a la historia, por ejemplo en nuestra segunda obra, a la historia de Argentina y a la de América porque tomamos el eje de cómo reaccionan las comunidades a la opresión. Imagináte que a partir de ahí, tenemos para contar un montón, son cuestiones muy sensibles. Recuerdo la creación de una escena de esta obra – por la cercanía del tiempo y lo dolorosa que fue también- donde había que mostrar la situación de la desaparición de personas en la aparición de las Abuelas de Plaza de Mayo, de las Madres de Plaza de Mayo… Eso fue un momento álgido, super intenso que tuvo un producto hermoso pero que suscitó sensaciones encontradas, cierta pesadez cuando uno termina de hacer la obra, el proceso de creación… Después de estrenada la obra también, nos quedaba una sensación de que la gente se quedaba con un bajón… Y terminábamos en el 2001 con la ruptura nacional, institucional-político-social y económica del 2001 pero teníamos que meternos con eso porque eso es lo que nos pasa. Y otras anécdotas de cuestiones complicadas de resolver y que hemos salido airosos –pienso- fue hacer la obra en un corte de calle y que aparezca una ambulancia y tener que levantar la escena, dejar pasar la ambulancia y volver a la escena al instante, esas cosas azarosas que tiene la calle y que quedan como anécdotas para toda la vida.
– G.: Para mí, un tema que supongo que en todo grupo pasa y que es complicado es lo económico. Ahí siempre nos lleva mucho tiempo tomar una decisión porque nos encontramos con muchas diferencias, con gente que tiene mayores posibilidades económicas, gente que tiene menos, gente que está muy mal… entonces esos son momentos en que hay que elevar los niveles de tolerancia y de comprensión de la situación del otro y ponernos de acuerdo.
– C.: Y pensar en colectivo también porque se juntan muchas voluntades, ideas, formas de pensar o de manejarse diferente y no perder de vista que esta es mi opinión pero esto es un grupo y que el grupo como tal tiene un carácter. En algún momento quizá el carácter del grupo no me representa a mí en su totalidad pero sí cómo vive y se mueve ese colectivo. Ese es uno de los trabajos que uno elige hacer cuando se mete en grupos de Teatro Comunitario, que no es fácil.
¿Pensás que esto puede funcionar en Salta o cómo podría funcionar aquí?
– G: Yo creo que sí, que puede funcionar y me encantaría además que funcione, lo vengo deseando hace tiempo. Me parece que quizás requiere además insistencia y permanencia de las personas o de la persona que decida llevarlo adelante porque Salta – según lo que conozco- tiene un poco de cultura teatral y quizás popular, y como vos decías antes, que la gente está más acostumbrada a ir a una sala de teatro, pagar una entrada, ver teatro en sala digamos, entonces en ese sentido es más engorroso el trabajo de un armado de grupo de este tipo. Pero una de las cosas que también charlábamos con la gente que participó del Seminario es el hecho de permanecer y de hacer por más que seamos 5, 10, 20… hacer y que eso contagie. Con lo mínimo que uno tenga, así tengamos una escenita chiquitita, salir y mostrarla, si es parte del proceso de una obra mostrarlo. Eso va a ir trayendo gente. Por lo menos yo confío muchísimo en eso porque nos ha pasado.
¿Hace cuánto que nació el Teatro Comunitario o estuvo allí y recién ahora se le está dando más vuelo?
– C.: El grupo más antiguo tiene la edad de la democracia, 25 o 26 años, es el grupo Catalinas Sur de La Boca. Se tiene en Argentina como referente a ese grupo y sus comienzos como el comienzo de esa movida. Durante muchos años estuvieron solos y después apareció otro grupo que también tiene sus años ya que es el Circuito Cultural Barracas con Calandracas. Después durante octubre del 2001 nacimos nosotros pero la realidad es que después del estallido de diciembre del 2001 en Buenos Aires explotó algo que se venía preparando. Explotó la movida teatral y con ellos la aparición de nuevos grupos en diferentes barrios de la capital y de la provincia. Hay poco registrado, ahora hay gente que trabaja investigando como Marcela Bidegain, como Yamila Heram, o como Tabachnik – que hizo un video sobre Teatro Comunitario- … estas son las puntitas más visibles. Después del 2001 estalla en la escena teatral de Buenos Aires y con ello la aparición de grupos. En ese momento apareció la Carpa Cultural auspiciada por el gobierno de la ciudad pero coordinada por Catalinas y por Calandracas que visitaban plazas de barrio los fines de semana y fueron armando en cada barrio un grupo a través de alguien a la cabeza con talleres- gente que ya estaba formada- y así nacieron la gente de Mataderos, la gente de Pompeya… y muchos grupos. La aparición fue provocada por directores, como es el caso nuestro, y quizá con gente que no prosperaron tanto, como ocurre con cualquier proyecto.
– G.: Puede haber sucedido, como a nosotros, que el grupo se inicie sin intenciones o sin ideas de ser Teatro Comunitario sino entrar en la convocatoria de tres directores de realizar un espectáculo callejero que hable de la historia del barrio. Y luego por el tiempo, por la composición del grupo que se dio y la dinámica, en realidad encontramos en el Teatro Comunitario una forma de mencionarnos como grupo. No nacimos por el Teatro Comunitario pero encontramos un camino a seguir.
– C.: Es un poco el espíritu del hacer, en el hacer encontrás que esto que estoy haciendo se llama tal cosa, no al revés. En el caso nuestro fue así. Fue una convocatoria de tres directores de los cuales quedó uno solo a principios del 2002 porque dos quedaron exiliados en España y nació como “queremos hacer” y después eso que estábamos haciendo tenía que ver con el Teatro Comunitario porque somos muchos, no se requiere experiencia previa, es abierto… Con el tiempo te unís a las obras que ya fueron creadas…
¿Quién es tu director?
– C.: Se llama Hernán Peña.
¿Cuánta gente integra el grupo o se van sumando, cuántas personas pueden llegar a formar parte de una obra?
– C.: Somos alrededor de 40, lo que implica que somos 40 en la escena, a veces más, a veces menos. Hay grupos que son muy pero muy grandes, por ejemplo Catalinas. Y pueden dividir la cantidad de gente en dos obras. Nosotros somos 40 y trabajamos los 40 en las dos obras.
Encontré a Guadalupe y Cecilia trabajando en La Ventolera, O´higgins 585 esquina Mitre, casi al término del segundo día del Seminario, con una buena respuesta por parte de los salteños. Cerca de 18 personas trabajaron duramente viernes y sábado desde las 17 y hasta las 21 y lo harán hasta hoy, inclusive. Mostrarán un aspecto del proceso en calle Ameguino donde está el Anfiteatro, a metros del Arístene Papi.
Las profesoras del Seminario planean quedarse unos días más a recorrer Salta porque según lo expresan, no podrían llegarse hasta aquí a trabajar sin visitar la ciudad y sus alrededores.
– Fotos: gentileza de La Ventolera. Fotos 1 y 3, Cecilia y Guadalupe con los salteños en el Seminario; foto 2, durante la entrevista.