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domingo, noviembre 24, 2024

La culpa no es del chancho: vaciamiento en salud y educación

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La ministra Ocaña y el salteño Qüerio no fueron capaces de prevenir ni de contener el brote de dengue. Ahora, con el mismo fatalismo, «vislumbran» que la gripe porcina «no se puede contener ni evitar». Fracaso de la OMS y política del imperialismo.

Las pandemias de gripe no son nada novedoso. En 1918 la «gripe española» aniquiló alrededor de 100 millones de personas, la mayoría de ellos trabajadores y campesinos movilizados al frente de la Primera Guerra Mundial.

En realidad lo novedoso es que en estos tiempos de grandes adelantos tecnológicos y científicos, la velocidad con que se expande la «gripe porcina» es muy superior a la de los brotes anteriores.

Esto muestra el completo fracaso de la Organizacion Mundial de la Salud en la prevención y en el establecimiento de mecanismos para impedir la propagación de la enfermedad. Tiene que ver con la destrucción del sistema público de salud como una política consciente del imperialismo y de los gobiernos que vienen vaciando los sistemas de salud con privatizaciones de los hospitales públicos y gerenciamientos privados, como la fundación Santa Tecla en Salta, que pretende adueñarse de nuestro Hospital de Niños, como ya lo hace con la salud de las madres.

Es el mismo vaciamiento que sufre la Educación Pública por ahogo presupuestario.

La producción capitalista de alimentos -debaja calidad para abaratar los costos-, la manipulación genética de los animales (para que produzcan más carne) y el abaratamiento de su alimentación han creado estos verdaderos mosnstruos genéticos que amenazan a la humanidad. Es la misma producción capitalista que antes creó el virus del Sars (síndrome de insuficiencia respiratoria aguda), la gripe aviar y el virus de la vaca loca.

Es la misma producción capitalista que envenena los campos, el agua y las personas con pesticidas especialmente diseñados pra la producción de granos genéticamente modificados.

Para los especialistas, que le cambiaron el nombre de «porcina» por «gripe H1N1»; en realidad, por sus orígenes (la producción capitalista de alimentos) y por los mecanismos que permiten su difusión (régimen de patentes, destrucción de los sistemas de salud pública en todo el mundo), el nombre más adecuado es «gripe capitalista».

La gran industria farmacéutica pretende también lucrar con esta epidemia. Los medicamentos antivirales están en manos de dos grandes pulpos: Roche (osetalmivir) y Glaxo (zanamivir), fuertemente golpeados por la crisis mundial capitalista.

En la Argentina ya aumentaron el precio de las vacunas antigripales comunes en un 30% y «muchos locales no la tienen en stock» (AF, 4/5).

Roche dice que tiene dosis «suficientes» de Tamiflu (¡suficientes para cuántos!) y el gobierno anunció que su distribución quedará a cargo del Ministerio de Salud y no pordá ser comprado en farmacias (AF, 29/4). Una medida correctísima, ¡si no fuera que éstos son los mismos del dengue, la mortalidad infantil y materna, los medicamentos truchos, la efedrina y los hospitales desmantelados!

El gobierno no informó a qué precio compró o comprará el divino Tamiflu.

El precio debería ser 0. Lo que corresponde es confiscar el stock, desconocer la patente y que el Estado empiece a fabricarlo sin más demoras. Hay que nombrar inmediatamente personal sanitario. Se debe triplicar el presupuesto de salud.

La ministra Ocaña y el salteño Qüerio no fueron capaces de prevenir ni de contener el brote de dengue. Ahora, con el mismo fatalismo, «vislumbran» que la gripe porcina «no se puede contener ni evitar», pero que será mucho más grave en el hemisferio sur porque llega en invierno: ¡Hay que echarlos!

Es preciso que la población, a través de los trabajadores de la salud y de las asambleas de vecinos, de los docentes,… tome en sus manos el control de los recuersos sanitarios.

Tenemos que liberar las patentes frente a la epidemia, nacionalizar la industria farmacéutica bajo control de los trabajadores, triplicar el presupuesto en salud, nacionalizar el conjunto de la medicina privada en todas sus formas (centros de diagnóstico, de internación, etc.), defender las salas de los barrios para que tengan insumos y se garantice el traslado de los pacientes que así lo requieran, fortalecer e hospital público, triplicar el presupuesto educativo y orientar la investigación hacia los intereses de las mayorías.

Se trata, en definitiva, de que la descomposición de este régimen social no derive en nuevas epidemias. Hay que luchar, aqui también para que la crisis la paguen los capitalistas.

Hay que luchar para estatizar el SIMELA que ataca nuestrras condiciones de salud privando a los trabajadores de realizar los tratamientos de acuerdo a las prescripciones de los médicos. Tal como está, contribuirá a que nos sigamos enfermando.

Hay que luchar en defensa de la salud pública contra las privatizaciones.

Hay que desenmascarar al gobierno controlando si realmente realiza campañas de deschatarrización en los barrios de nuestros alumnos.

Agrupacion Tribuna Docente – Partido Obrero

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