Con los cachetes enrojecidos de tanto jugar con sus amiguitas, María Luján Vargas, de 9 años, le dijo a Clarín: «Nunca me quedo con nada ajeno, porque sé que no es mío». Con esta frase, «Luji» (así le dicen a la nena), justificó por qué el domingo pasado entregó un fajo de billetes de cien pesos.
– Por: Jesús Rodríguez – Clarín
El fajo estaba termosellado, pero se calcula que eran no menos de 8 mil pesos. El fajo de billees tenía un espesor era de unos 5 centímetros, se lo entregó a una cajera del Autoservicio Mikey, ubicado en las esquinas de Avenida 25 de Mayo y San Rafael, de El Carril, un pueblo tabacalero, distante 35 kilómetros al sur de la capital salteña. El fajo estaba termosellado, pero se calcula que eran no menos de 8 mil pesos.
Ese domingo, muy cerca del pueblo, se celebraba la fiesta patronal del Cristo de Sumalao (una pintura que data de la llegada de los españoles al lugar), pero Luji y su madre Pamela, aceptaron la invitación de una familia amiga para comer un asado en Coronel Moldes.
Antes de emprender el viaje, Pamela y su amiga Leticia, fueron a hacer varias compras. Al autoservicio fueron sólo por gaseosas y entraron a las 12.30: «No había nadie más que nosotras en el lugar. Yo estaba de espaldas a Luji. Después veo que con las cejas me señalaba un paquete de billetes de cien pesos que estaba sobre un frasco con caramelos y me dice: ‘yo lo encontré ahí en el piso’ y me señaló el pasillo entre dos góndolas», cuenta la madre de la nena.
«Cuando veo la plata en el suelo, la levanté y fui al mostrador y le dije a la cajera ‘señora esto lo encontré en el piso’ y le entregué la plata. La cajera me dijo ‘la dejaré aquí, porque alguien seguro que vendrá a buscarla'» comenta Luji. Después, las dos familias salieron para Coronel Moldes. Del tema hablaron casi nada, las mujeres elogiaron la actitud de la pequeña. Al día siguiente (por el lunes), Luji, su abuela Gloria, Pamela, y sus hermanitos Carlos (7) y María Lourdes (6), se fueron a rezar al Cristo de Sumalao.
Luji llevó unas monedas y compró una cédula (una especie de número para un sorteo) de 50 centavos y se ganó un reloj pulsera que le regaló a María Lourdes. Compró otra y ganó otro reloj, y se lo dio a Carlos. Con los últimos 50 que le quedaban compró una cédula para ella, y se ganó otro reloj: «Pensé que Diosito me compensó porque yo había devuelto el dinero el domingo», dice con total honestidad. Hasta ese momento, nadie en el pueblo (de 35.000 habitantes) sabía lo que había hecho Luji. El martes, no bien llegó a clases, se lo contó a la maestra Fanny Mena, y a Sofía, su mejor amiga y compañera del 4° «B» de la Escuela «Pacheco de Melo» .
«Me llamó la maestra y me preguntó si era cierto lo que le había contado María Luján, y le dije que sí. Después, fue el comentario en el pueblo porque la periodista Graciela Gómez, en su programa de radio, puso en alto lo que había hecho Luji, y hasta fue entrevistada la dueña del dinero, de apellido Pérez, quien dijo que eran 200 pesos que se le habían caído cuando sacó su celular para hacer una llamada. Pero lo que vimos todos en el mostrador, era un fajo grande de billetes de $100, como de cinco centímetros de alto (se estima que unos 8 mil pesos). El error fue no haberlo contado en presencia de la cajera, y esperar a que aparezca el dueño», dice la mamá de Luji.
«Cuando pasó todo, me acordé del policía que hace unas semanas devolvió mucha plata a sus dueños en Salta»- concluye la nena, que el viernes será distinguida por las autoridades municipales después de que preste Juramento a La Bandera en el patio de su escuela.
– Epígrafe de la foto: REsponsable. María Luján tien 9 años y el viernes será reconocida por el intendente de su ciudad.
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