El dúo de folcloristas santiagueños ofreció anoche un recital en el Teatro de la Provincia. Fue otra fiesta de chacareras para compartir la alegría por un reconocimiento merecido a su álbum Taquetuyoj. El que quiera más…, pues que vaya a Santiago!
Hace poco los disfrutamos en un espectáculo al aire libre en la plaza de la Termas de Río Hondo, en la apertura de la temporada turística de la ciudad termal. Allí estuvieron presentando Taquetuyoj, el disco por el que ahora obtuvieron el premio Gardel al mejor álbum de música folclórica.
Y fue -como lo previmos- una fiesta popular con el alma santiagueña a pleno vuelo, con el canto, la guitarra y el bombo, un recorrido de chacareras y de zambas.
La sala no estuvo a pleno, tal vez por el frío y la crisis que a esta altura del mes vacía los bolsillos. Muchos se quedaron con las ganas con plateas a 70, 60 y 50 pesos, palcos a 40 y pullman a 30. Pero hubo color y calor, con la sala como recomiendan los sanitaristas, a un 50% de su capacidad. (Pero también hay que tener en cuenta que estamos hablando del Teatro más grande del norte argentino).
Lo importante es que la respuesta del público y el nivel del espectáculo justificó el esfuerzo de Elías Salim, folclorista que asumió la producción y se jugó para traer a Salta al dúo que hoy está en la cumbre del folclore argentino.
Entendámoslo bien: del folclore de buen nivel, no del comercio de la zamba pseudoerótica de conjunto famoso de moda abonado a programas de televisión ni del negocio obsesivo del cantor millonario disfrazado de gaucho cantando «por amor al pago» (60 mil pesos mínimo) en escenarios festivaleros donde pesa más el alcohol que la tradición auténtica del terruño amado.
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Santiagueños queridos
Más allá de su buen momento y del reconocimiento merecido que acaban de obtener con el premio Gardel, Julio Paz y Roberto Cantos mantienen el carisma y el estilo simple y cálido y amiguero de sus comienzos, en las peñas de Córdoba.
Mirando desde el escenario la imponente sala, felicitaron a los salteños por el Teatro. Pero en medio del recital aclararon -mientras contaban anécdotas y hacían comentarios muy distendidos-: «nosotros somos cantores de guitarreada, no de chou»
“La música es nuestra forma de andar el camino”, dicen ellos, cuya carrera artística que tiene la autogestión como característica en tiempos en que todo es márketing y apuesta comercial. Haber llegado así al triunfo artístico y al alma popular tiene un gran mérito. Y ese camino ha sido jalonado por los discos que resumen y contienen esa trayectoria:
Retiro al Norte, Paisaje, Desde Adentro, El Encuentro, Guitarrero, Canción sin tiempo y Taquetuyoj.
Con guitarra y bombo, Roberto Cantos y Julio Paz prodigaron su música en emblemáticas chacareras, algunas zambas, un escondido. Expresaron emoción y respeto al volver a cantar en la tierra salteña («es nuestra casa también en esta provincia grande que es el Noroeste») que dió tantos músicos que ellos admiran por su profundidad y su vuelo. Y cantaron una zamba de Abel Mónico Saravia, que hace poco «descubrieron»: Velay.
Con Julio Gutiérrez en el violín y Omar Peralta en el bandeoneón Coplanacu encendió una noche de folclore «con todo», tal como promocionan la gira. Faltó quizá que el público baile. Y lo dijo Paz: «antes bailaban mucho los salteños», pero claro, una cosa es en la peña o en la fiesta al aire libre y otra en el Teatro.
Pero la pareja de baile formada por Guanuco y Analía sí bailó algunas chacareras en el escenario, y lo hizo también en la parte inicial del espectáculo, en la que se presentó el grupo Sagta, luego Elías Salim (muy buena la saya) y también el «Mono» Gómez con su armónica acompañado por guitarristas y percusión, para entregar disfrutable versiones de jtemas como La chacarera del rancho y la Telesita.
