Tiene gracia para la risa fácil, el chiste ágil y alguno que otro como él dice “fino”. Que hace gracia, nadie lo duda y tiene por momentos hasta cierto halo de romanticismo cuando canta unos temas musicales. El humor es light pero sabroso.
Interesantes juegos verbales en donde altera la conjugación y va rimando la narración. Buena manera de contar sus historias. Aparece un humorista campechano que cuenta anécdotas de todo tipo. El espectáculo va por buen camino.
Los chistes sobre el color de piel son disparatados y graciosos, se ríe de él mismo. Alterna con alguna canción como la que dedica a “Alberta”, acompañado de Claudio Gordillo y Cachito Aguirre. Luego aparece en la escena una chica rubia, dicen que es salteña, y trata de hacer bailar al público. Parece ser la reemplazante de Natacha Durán y Virginia Vasconi, que no estuvieron presentes en el espectáculo aunque fueron anunciadas: El cómico más famoso del país, “El Negro Álvarez” presenta su nuevo espectáculo, “Con esa Cara e’ Bolú” acompañado en esta oportunidad por las bellísimas “Natacha Durán” y “Virginia Vasconi” y músicos en vivo. Este espectáculo que tiene como protagonista al cómico cordobés, presenta con un sello muy propio cuentos, música y ocurrencias. Es un show completamente nuevo con cuadros musicales y coreográficos de las “chichis” que lo acompañan esta vez, músicos en vivo y sus disparatadas anécdotas.
El Negro acapara la escena – nada de shows con las «chichis»- y maneja muy bien al público al que dispara chistes como “pagan $ 70 y entra cualquiera” o le hace bromas a las mujeres de la platea.
A la gente le gusta. Tocan palmas, silban, gritan y participan a la voz de mando del cómico. Por momentos hay bastante ingenio y las humoradas van subiendo de tono.
El humor cordobés va de lo ingenuo a lo procaz y de lo fino a lo vulgar: es un vaivén.
En un momento dado, hace subir a cuatro hombres al escenario para que bailen con la chica rubia antes mencionada. Gana el mejor aplaudido, chistes de por medio a los participantes, y se lleva un compact del Negro Álvarez. Y se va.
Le falta el remate, el cierre, la despedida. El público se queda como a la espera de algo más. Salen contentos, la han pasado bien pero también, se intuye que ese aplauso final no llegó simplemente porque no hubo final.
El corte abrupto determina la sensación de que ha quedado a medias y no por el tiempo dedicado – que fue de casi hora y media- sino porque había feeling con el público y se va así como así. Qué bolú.