Primero fue Nélida Palacios, una de las mujeres más activas de la comunidad. Después la hija del pastor, Eliana Rojas. Después la esposa del artesano Elías Vaca. La semana pasada, otra comadre que tenía varios hijos. Unos meses antes, la gente recuerda un caso más. Son cinco muertes por cáncer de cuello uterino en un mismo año, cinco mujeres que vivían en Misión Chaqueña y recibieron el diagnóstico tarde, cuando ya no tenían posibilidades de acceder a un tratamiento.
Las autoridades sanitarias de Salta señalaron que es probable que estos cinco casos registrados por la propia comunidad no reflejen la totalidad de fallecimientos por esta causa: muchas mujeres Wichí no llegan al hospital y mueren en sus casas por las fuertes hemorragias que provoca el tumor, y estas muertes sin atención médica no siempre son registradas con precisión en el diagnóstico ni son notificadas en las estadísticas sanitarias.
Pertenecer a una comunidad indígena en Argentina parece ser un pasaporte casi directo a la exclusión. Una clara muestra de esto es limitado acceso a un derecho humano fundamental: la salud. «En los hospitales no siempre nos tratan bien. A mi me ha pasado que he estado toda la noche esperando un turno que me tendrían que haber
dado acá, en la salita. Nos hacen esperar porque somos wichí. Yo así, no vuelvo más», señaló Ester, una de las mujeres wichí.
Prácticas que deberían estar más que instaladas en todo el país como el examen de Papanicolau en las mujeres, no existen. Son totalmente desconocidas. Esto tiene trágicos resultados que podrían evitarse: la muerte por cáncer de útero de las mujeres, muchas de ellas madres.
Según un informe del Proyecto para el mejoramiento del Programa
Nacional de Prevención de Cáncer de Cuello Uterino en Argentina de 2008, el cáncer de útero es el tumor que más demuestra la desigualdad social en salud. Ocupa el segundo lugar entre los tipos de cáncer más comunes entre mujeres de todo el mundo, y es la segunda causa de muerte por cáncer a pesar de que la enfermedad podría prevenirse casi por completo gracias a los conocimientos y las a tecnologías disponibles. La enfermedad y la muerte de estas mujeres tienen consecuencias devastadoras para las condiciones de vida de sus familias, ocasionando la pérdida de ingresos, y el ausentismo escolar de los niños en el hogar. De esta manera – concluye el informe – el cáncer de útero no sólo afecta a las mujeres más pobres, sino que es un factor que intensifica la
pobreza y al vulnerabilidad social. Según el Ministerio de Salud de la Nación en Argentina cada año se diagnostican alrededor de 3.000 casos nuevos de cáncer de cuello de útero y mueren 1.800 mujeres.
En los últimos 30 años no ha habido descensos significativos de la mortalidad por esta causa. Salta es la segunda provincia del país que
registra más muertes por este tipo de cáncer: según cifras oficiales, 80 mujeres mueren cada año por esta causa y como muchas de ellas son madres, dejan huérfanos a alrededor de 240 niños.
En el chaco salteño no hay estadísticas precisas, pero cada vez se conocen más casos de mujeres indígenas que mueren por un cáncer uterino terminal. En el último año, sólo en Misión Chaqueña al menos cinco mujeres fallecieron de cáncer de cuello uterino, a pesar de ser una enfermedad prevenible y potencialmente curable.
Andrea Seoane, referente salteña del Programa Nacional de Prevención de Cáncer Cérvico Uterino explica que “este tipo de cáncer se está extendiendo en la comunidad Wichí por el simple hecho de que falta conciencia en la población del riesgo que supone no hacerse el estudio, y entre los profesionales en la toma del PAP. Y porque el cáncer de cuello uterino es una enfermedad de la pobreza, de las mujeres que no acceden a los servicios de salud”. Si bien el PAP es un estudio gratuito que todas las mujeres tienen derecho a exigir, la mayoría de las
mujeres Wichí no lo sabe y en consecuencia, no lo reclama. A la falta de conocimiento se suman determinantes culturales. “A las mujeres les da mucha vergüenza -explica Fermina, una de las líderes de la comunidad Wichí- a veces van a la posta de salud porque tienen hemorragias y le dicen al médico que les duele la cabeza para que les de una pastilla cualquiera, porque piensan que con eso se van a curar o muchas veces no se animan a decirle lo que les pasa porque piensan que van a hablar mal de ellas”.
Maratón contra el cáncer uterino
Esta situación alarmó a los líderes Wichí quienes con el apoyo de UNICEF pudieron contactarse con las autoridades sanitarias y con una maratón promover la toma de PAP, con el lema «PAP hape m’ak ta atsina matche ta isej»: Mujer hacete un PAP. Más de 500 niños y adultos Wichí corrieron el domingo 23 de agosto en la sexta maratón que organizó la Fundación Siwok, con el apoyo de UNICEF Argentina y el Ministerio de Salud de la Nación a través del Programa Nacional y Provincial de Prevención de Cáncer Cérvico- Uterino. Los referentes del Programa Nacional de Prevención del Cáncer Cérvico- Uterino, y del programa a nivel provincial recorrieron Misión Chaqueña junto a UNICEF.
El equipo se entrevistó con los médicos del Hospital de Embarcación y la posta de salud del chaco salteño, donde se atiende la población Wichí. En los días previos a la maratón conversaron con las mujeres y se realizaron talleres en los que se entregó material de información y prevención del cáncer de cuello uterino editado en español y en Wichí, financiado por UNICEF. La consejería se repitió durante la largada de la carrera y en la entrega de premios, donde se reunieron más de 800 personas entre los competidores y familiares.
La Maratón Wichí es una estrategia innovadora de promoción de la salud y de los derechos humanos en las comunidades indígenas. Este año, la edición estuvo dirigida a las mujeres para incentivarlas a realizarse un
Papanicolaou (PAP), un estudio gratuito que detecta lesiones en el cuello de útero para tratarlas antes de que se conviertan en tumor. “UNICEF entiende que ocuparse de la salud de las madres, es ocuparse de las niñas y niños”, dice la doctora Zulma Ortiz, especialista en Salud del organismo de Naciones Unidas para la infancia. Y explica que el cáncer que afecta a las madres “perjudica directamente en los chicos, ya que se ve afectada la movilidad de las mujeres, y el desarrollo y salud de los pequeños”. Este dato se suma a una realidad: la mayor incidencia del cáncer de cuello uterino se da entre mujeres de 35 a 55 años, etapa donde son madres potenciales. Ortiz aclara que no existe información estadística de salud, y específicamente de cáncer, que incluya la variable étnica “pero vemos que en las comunidades excluidas, como las rurales e indígenas, la incidencia del cáncer es mayor”.
Los indígenas en Argentina
En Argentina existen 600.329 personas que se auto reconocen como Indígenas y perteneciente a 30 Pueblos Indígenas según la Encuesta Complementaria de Pueblos Indígenas (ECPI) del INDEC. De ellos, casi un cuarto de los hogares (23.5%) se encuentran con las necesidades básicas insatisfechas.
Las provincias que muestran los mayores niveles de NBI en los hogares indígenas son: Formosa (74.9%), Chaco (66.5%) y Salta (57.4%). En muchos territorios de nuestro país, las niñas, niños y adolescentes indígenas viven en condiciones de extrema pobreza, conviven con
insuficiente atención de los servicios básicos o ausencia de los mismos, están expuestos a contaminantes, la violencia, el abuso y la explotación.
Esta experiencia de marginación vulnera sus derechos y los pone en situación de exclusión social y extrema vulnerabilidad.
El Papanicolau
El Papanicolau (PAP) es un estudio que detecta lesiones en el cuello del útero que pueden ser indicadoras de un diagnóstico actual o probable de cáncer. El PAP es gratuito y se realiza en los centros de salud y hospitales de todo el país.
Todas las mujeres tienen derecho a exigirlo en los hospitales públicos y a las prestadoras médicas privadas y a retirar los resultados, para saber cuál es su estado de salud y si tienen que iniciar un tratamiento o no.
Guía de fuentes: UNICEF Argentina.; Programa Nacional de Prevención de Cáncer Cérvico Uterino; Género, salud y mujeres indígenas- OPS; Mujeres indígenas.
– Fuente: Boletín del Colegio de Psicólogos de la Provincia de Salta