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domingo, noviembre 24, 2024

Tributo a Almeida, un camarada. Una Cuba (de) menos

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Almeida, de 82 años, era miembro del Buró Político del Partido Comunista y vicepresidente del Consejo de Estado, así como uno de los tres actuales comandantes de la Revolución junto con Ramiro Valdés y Guillermo García.

“La ciencia como todo elemento humano, es ambivalente. Es un instrumento de comunicación más profundo y más sólido con aquellos que están ‘iniciados’, pero con aquellos que no lo están, ya sea por cultivar otras disciplinas o por no tener una formación científica, puede ser un instrumento de separación, de malos entendidos y por lo tanto, de conflicto”
– Camilo Torres

“Contra [el funcionamiento de …] todos los Estados anteriores, del aparato estatal y sus órganos, de servidores de la sociedad en amos de ella, la Comuna empleó dos remedios […] En primer lugar, cubrió todos los cargos administrativos, judiciales y educacionales por elección, mediante sufragio universal, concediendo a los electores el derecho a revocar en todo momento a sus elegidos. En segundo lugar, pagaba a todos los funcionarios, altos y bajos, el mismo salario que a los demás trabajadores”
– Friedrich Engels

Almeida, hace unos días murió; Almeida… No pude, no, escribir antes, cuando se supo casi inmediatamente la “noticia” (¿el fallecimiento de un guerrillero heroico de Sierra Maestra es ahora, noticia?…).

Con él se van, se fueron los últimos estertores de las revoluciones fallidas del siglo XX por el socialismo; cuando los hermanos Castro no estén, cuando también se hayan ido (incluso antes; cuando muera Fidel…) Cuba volverá a ser la perinola de los yankees, a menos que nos enrolemos en una defensa continental por la isla, cosa que no imagino, aunque lo desee, yo, que no soy leninista, ni seguidor de Trostski, ni de Stalin, ni de Mao, ni de otros a los que me da melancolía nombrar, a causa de que no reverenciarlos me llevó a que me “dibujen” como “provocador”. ¡Ja!; “provocador” y “revisionista”… (pero…, ¿por qué no se van al carajo?).

Marx mismo contemplaba la posibilidad de construir un marxismo más allá de su nombre, cuando le dijo al oído a su yerno, que él no era marxista (porque en el fondo, fue primero y orgullosamente, engelsiano, continuador del General, al que tratan de imbécil los Edgar Morin & Cía.). Habrá que elaborar ese marxismo, allende Cuba, Almeida, Che, Fidel, Camilo (el cura y el otro…) para ser “auténticamente” marxistas, en un siglo en que la versión leninista de las teorías del amigo del educado empresario de Manchester, ya no nos es medianamente útil, creo.
Un marxismo con Marx y Engels, en innumerables aspectos, pero en simultáneo y sin contradicción o con todas las contradicciones, un marxismo más allá de Marx y Engels; sin elloscon ellos, para que la historia no le dé la razón a los (“malos”) foucaultianos: no saldremos nunca de un círculo infinito de dominación a dominación, de poderes a poderes. Derrida, en un texto poco feliz, enuncia que uno de los “espíritus” del nacido en Tréveris es decirle “¡No!” a esa basura capitalista y por ende, posestructuralista y postmoderna, que no nos vuelve lúcidos, sino que nos anestesia y nos conduce a una abulia conveniente para un sistema/Matrix.

Acaso hubiera estado codo a codo con seres casi sin sombra, como Almeida, a pesar de no compartir la fe leninista; por eso lloro su muerte, como sangré los fallecimientos que tambalearon mi opaca vida.

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