En Salta llueve droga. Sin radares que vigilen el cielo salteño, las avionetas narco tiran los cargamentos en áreas cultivadas. Son guiadas desde abajo por GPS y teléfono satelital. Unico obstáculo: los ojos de los «huelleros».
– Por: Jesús Rodríguez – Clarín – 27/09/09
Amanece en las serranías de Acambuco, al oeste de Tartagal, bien al norte de Salta. Cinco hombres vestidos de civil, armados con pistolas y cuchillos tipo Rambo, se aprestan a comenzar una misión que no durará menos de una semana. En sus bolsos llevan latas de picadillo y corned beef, pan y agua. Una ración austera de alimentos para pasar noche y día en la selva de yungas, entre yaguaretés y víboras de cascabel. No llevan ni el consuelo del tabaco. Tienen prohibido el cigarrillo porque su olor los vuelve «detectables», justamente cuando el truco es que pasen inadvertidos. Por eso sólo cuentan con comida en conserva: de ninguna manera pueden prender fuego. Son los «huelleros» de la Gendarmería. Su tarea es recorrer el monte tras la pista de los narcos, básicamente por tierra, pero también por aire. Los únicos radares que barren los cielos de la frontera con Bolivia son los ojos de estos hombres.
En Salta llueve droga. Lo dijo el juez federal Julio Leonardo Bavio en un informe ante la Cámara Federal de Apelaciones de la provincia, tribunal que hizo suyo el reclamo del magistrado por la instalación urgente de radares que detengan los vuelos clandestinos del narcotráfico. El pedido fue elevado a la Corte Suprema de la Nación, que en su acordada del martes pasado trasladó la exigencia de tomar «medidas urgentes» al Ministerio de Seguridad de Julio Alak.
«Las avionetas de los narcos salen de Bolivia y vuelan por detrás de la serranía de Acambuco. Cuando vemos una, damos aviso por teléfono satelital a la Sección Aguaray de la Gendarmería y en ese momento se inicia una cadena con otras patrullas que están diseminadas por el monte para ir siguiendo la trayectoria del aparato», le dice a Clarín uno de los «huelleros», que pide reserva de identidad. Por seguridad, sus nombres y sus rostros no pueden ser hechos públicos (ver Cuando te…).
Las avionetas Pipper o Cessna parten desde pistas clandestinas que hay en los campos próximos a la localidad boliviana de Yacuiba, bajan hacia el sur siguiendo el cauce del Río Grande de Tarija (que hace de límite fronterizo entre los dos países), para pasar por Aguas Blancas (departamento Orán) y de ahí continuar hacia el departamento de Anta, donde arrojan bultos con cocaína en vuelos rasantes a no menos de 15 metros de altura. El accionar de los pilotos está apuntalado en tierra por narcos que usan GPS y teléfonos satelitales, con los cuales les indican el lugar exacto donde deben realizar «el bombardeo». Buscan plantaciones o pastizales altos para evitar que los paquetes se deterioren al impactar con el suelo. Por eso evitan descargas en las zonas serranas.
El comandante principal Rubén Carlos Yavorski, jefe del Escuadrón 52 de la Gendarmería de Tartagal, cree que el auge de los vuelos clandestinos tiene relación con que a los narcos se les complica la ruta terrestre: «Ellos saben que por tierra están acorralados. En estos nueve meses de 2009 ya perdieron más de dos toneladas de cocaína». La ruta aérea, además, permite ingresar al país cargamentos más grandes.
«La Gendarmería detectó doscientas pistas clandestinas en lo que es el Chaco salteño y más al sur, dentro de Santiago del Estero. Pero no podríamos decir que la cantidad, hoy, es ésa, porque el narco sabe cuáles están localizadas y crea nuevas. Si necesitan aterrizar, les basta cualquier terreno con un mínimo de 50 metros de largo», explica Yavorski.
Los ojos de los «huelleros» no llegaron a detectar los tres vuelos que desataron el escándalo de la «lluvia de droga» denunciado por el juez federal Bavio. Por azar, según dijo el propio magistrado, entre julio y agosto se hallaron ladrillos de cocaína por un total de 867 kilos diseminados en el departamento de Anta, donde hay grandes plantaciones de soja, poroto y trigo.
Sin radares, las posibilidades de detectar las avionetas narco son muy bajas. Gendarmería, no obstante, tiene un éxito en la materia: logró interceptar una en la localidad de Nueva Esperanza, en Santiago del Estero. Provenía de Bolivia, había aterrizado en un tramo de la ruta provincial 37 y llevaba 297 kilos de cocaína. Intervinieron fuerzas de los escuadrones de Orán (Salta), Tucumán y el Móvil 5 de Santiago del Estero, junto con la Unidad Especial de Procedimientos Judiciales de Salta.
En la vigilancia por tierra, el azar juega, pero no tanto. La Gendarmería monta retenes sorpresivos en distintos parajes para detectar «pasadores». Clarín presenció uno en el cruce de la ruta nacional 34 y la 81, una zona conocida como Senda Hachada. La estrella del operativo fue «Backi», una perra adiestrada para detectar cocaína. En realidad, reacciona ante el olor de la acetona, precursor químico que se utiliza para elaborar la droga. Olfatea uno por uno los vehículos y los equipajes. «El trabajo de estos animales es de mucha ayuda porque no fallan al momento de marcar», dice su guía Marcelo Cebrián, un gendarme entrerriano.
Mientras tanto, Griselda Amarillo, una quilmeña de 19 años, trepa de un salto al techo de un camión cisterna. «Un punto de soldadura nuevo ya es un indicio para sospechar algo», dice con soltura.
A veces, un auto de los narcos, sin droga, precede la marcha del vehículo que sí lleva la carga para avisar si hay o no controles. Cuando los hay, los «pasadores» tiran los bultos por las ventanillas. No es extraño encontrar ladrillos de cocaína a la vera de los caminos. Por eso, ahora también se apostan gendarmes dentro del monte y antes del retén para sorprender a los traficantes cuando se están deshaciendo de la droga. «Las tácticas narco cambian constantemente y eso nos desafía a encontrar nuevas maneras de combatirlos. Es como una partida de ajedrez», dice finalmente un oficial, bajo un cielo radiante y sin radares.
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Para leerla haga click en el siguiente link:
«Cuando te topás con el narco, ahí sos vos o él»
http://www.clarin.com/diario/2009/09/27/policiales/g-02006995.htm