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domingo, noviembre 24, 2024

Germán Tolaba y Diego Parra nos transportan lejísimos de todo el mundo…

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Eso mismo: fascinante. Extraña. Intensa. La obra, enmarcada por un ambiente kafkiano estetizado al extremo, “Lejísimos de todo el mundo”, es una puerta de entrada sin salida. Nadie está a salvo de sentir. En algún momento, lejísimos de todo el mundo es la condición humana de la supervivencia.

Podría ser una historia de Horacio Quiroga o una novela de mi admiradísimo Franz Kafka porque algo de ese mundo oscuro, sórdido, extraño, también aparece en esta obra teatral estrenada el 30 de abril en la Asociación Argentina de Actores. La puesta que involucra luces – subrayable trabajo de Juan Carlos Sarapura– y escenografía, es excelente. Diego Parra supo unir los signos con el trabajo actoral de Germán Tolaba que merece un bravísimo. Su cuerpo por momentos es, no el escarabajo de Kafka -que me alucina- sino la mortífera araña –de un “otro” lugar- que teje sus redes de sobresalto y trampa. Como es de esperarse en este grupo, caemos en una especie de trampa casi alucinatoria, instantánea y voraz, que nos sume en la contemplación de lo inhumano. Y sin embargo está “escrito” desde el cuerpo con una belleza opaca, belleza de imagen rota. ¿Algo del grotesco-grutesco? Sí. Quizá como el dolor que nos rompe seduciéndonos a vivir, pese a todo. Poética del desencanto, poética de lo inexorable. Poética del delirio. Tiene esa música que surge de la oscuridad, un rasguño de piedras que aferra al protagonista a la vida en un hilo de cordura. Tal vez, la única manera de soportarlo sea la locura. ¿Acaso no es una “señal” escribir en las paredes? ¡Cuánta razón tiene un loco y cuánta verdad esgrime en sus argumentos indescifrables!

La obra es una metáfora que adquiere sentido para cada cual. Altamente recomendada.

Germán Tolaba es uno de los mancos del grupo de dramaturgos Los Mancos del Espanto formado en el 2008; es aquel Miguel de “El cuarto del recuerdo” de Mario Cura (2004), ese Él de “Luna astillada” de Diego Parra o aquel soñador en “Una muerte infinitamente postergada” junto a Diego Parra. Hoy, el actor, en una mejor faceta interpretativa, nos conmueve con un nuevo trabajo en un unipersonal en que nos coloca “Lejísimos de todo el mundo” .

Diálogo con Germán. Ese después con el artista…

Germán, es un poco difícil hablar con un actor después de hacer un trabajo pero vamos a intentar hablar un poquito del proceso de esta obra. ¿Como nació la idea de representar este texto? ¿Por qué lo hicieron?

– En realidad el trabajo fue al revés. La obra comenzó con una secuencia de acciones: un bicho en acciones cotidianas. Entonces fuimos dándole una forma y a través de lo que una acción prometía, trabajamos otra acción y sucedía jpg_hoz_1.jpgotra y otra. Y los textos, se fueron amoldando a la historia que son unos cuentitos cubanos anónimos. Pero en sí, lo que hace al texto es al revés. Por lo general, el actor está al servicio de la obra y en esta obra juega de estar el texto al servicio del cuerpo. Acá es el cuerpo lo que tratamos de mostrar. Un laburo muy intenso. Se han medido todas las acciones, todo está medido, no hay nada fortuito, y estamos desde el año pasado practicándola así que fue un largo proceso, bastante difícil…

Todo lo que me decís, Germán, se nota mucho. Esto de partir de una imagen de un bicho se ve, está el tema de lo monstruoso. Veo que hay algo de lo siniestro ahí. Ahora, para mí, es como que la anécdota pasa a segundo plano. El tema de ese lugar lejano que ustedes proponen -en este momento no te voy a largar una interpretación- también pone una distancia al espectador.

– Exacto. En realidad lo que intenta la obra no es dejar un mensaje, como bien lo decís, sino intenta que la persona se identifique con lo que está sintiendo a través de este personaje que ha quedado varado en la nada. Si uno lo logra, si podemos lograr eso con Diego, transmitir esa sensación de asfixia, esa sensación de soledad, la obra ya cumple su cometido.

Hay una sensación de asfixia y hay una sensación de soledad pero cuando vos en esa imagen primera y en la última estás contra esa pared escrita, que además tiene que ver con algo que dice el personaje (con la escritura y la prohibición de escribir), yo lo interpreto como que también hay una esquizofrenia en el personaje…

– Tranquilamente podría interpretarse así. Sí. Aunque para nosotros no, y creo que eso habla mal de nosotros (risas de ambos). Para Diego y para mí hay cosas que nos parecen cotidianas y durante el proceso de elaboración vino gente amiga del ambiente teatral como Daniel Gauna y Cristina Sáncheaz y nos sugirieron bastantes ideas y de ahí surgió esa idea de decir “este tipo está loco”. Para nosotros no, porque pensamos que a veces confundimos la locura con la melancolía.

Seguro que sí… Y aparece el tema de la vivencia con la madre, que no se puede interpretar como que hay un Edipo sino una profunda tristeza por algo que han vivido, algo que ha pasado el personaje quien ha transitado por hechos muy dolorosos: o que están planteados ficcionalmente y están en su cabeza o que realmente han sucedido, que es la muerte de la madre y la muerte del hermano. Aunque suene que la anécdota es secundaria…

– Queríamos que el público quede aislado del mundo. Por eso el título “Lejísimos de todo el mundo” es la sensación que tiene el protagonista al comienzo y es la sensación que buscamos que tenga el público al salir de la obra.

¿Tiene que ver esto de la escritura y lo que están desarrollando en la puesta con lo que vos hacés y con lo que Diego hace, que es escribir? Vos hacés novelas y Diego hace teatro…

– Es muy gracioso porque cada uno viene de un palo distinto, ¿no? Diego de la dramaturgia y la poesía, y yo si bien de la dramaturgia pero más desde la literatura novelesca. Pero hemos elegido una obra que sea un punto de escape para eso. Descansar de la literatura es bueno, buscar la otra esencia del teatro que es el rito, que es el primer teatro, el ritual, la ceremonia… Por las experiencias de cada uno desembocó en esto. Y lo bueno es trabajar con la persona que realmente entiende tu manera de hacer el teatro y hemos llegado a tener un punto en que estábamos conectados a modo creativo. Tanto él como director que me tiraba propuestas y yo sugiriendo propuestas, cada uno terminaba la acción del otro. Hay un nivel de igualdad entre ambos porque ya lo veníamos acarreando con la otra obra. Esta obra, si bien es un unipersonal, Diego dirige y yo actúo, fue al revés, nos conectó más aunque en la otra estábamos los dos juntos actuando. Pero en esta si bien existe esa distancia, estamos más conectados.

Si yo tuviera que encajar ya, esta obra en una estética, te diría que la propuesta del grupo tiene algo de lo esperpéntico, ¿lo trabajaron desde ahí?

– Y bueno, nuestro grupo se llama Pura graña. Nadie sabe qué es “Pura graña” pero escucha Pura graña y le da la sensación de una cosa medio asquerosa, medio repulsiva- Pero “graña” es una sensación.

Lo que buscamos con la obra es que la gente sienta eso, que lo experimente, no que lo piense, que lo experimente y que lo sienta.

Es sensitiva, me pasaba que me dolía un poco la panza… (risas de ambos). Me pasó muy pocas veces y me pasó en este caso. Así que lo de la sensación está.

– Dato-primicia: G.T. está ensayando «Conejito» , de su autoría.
– Fotos de la obra tomadas durante la función.

– Notas relacionadas:

«Una muerte infinitamente postergada”

http://www.salta21.com/Una-muerte-infinitamente.html

(Los Mancos del espanto) Salta, 2008. Laboratorio de Dramatugia

http://salta21.com/Los-Mancos-del-espanto-Salta-2008.html

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