El maestro Lhez condujo con notable musicalidad. Lleva en la orquesta nueve años como maestro preparador y cada vez que le tocó ponerse al podio, fue una muestra de progreso en su capacidad artística.
Salta, jueves 13 de 2010. Teatro Provincial. Solista: Stepan Grytsay (violín). Orquesta Sinfónica de Salta. Director Asistente Maestro Jorge Lhez. Aires Gitanos de Pablo Sarasate (1844-1908). Sinfonía India de Carlos Chávez (1899-1978). Bachianas Brasileiras nº 2 de Heitoir Villa-Lobos (1887-1959). Santa Cruz de Pacairigua de Evencio Castellanos (1915-1984). Aforo 90%.
Fue lo único no latinoamericano. Los “Aires Gitanos” de Sarasate, el notable violinista español que escribió páginas de toda bravura. Esta es una de ellas y está basada en diez minutos dedicados a la música de la Europa del este, concretamente a la zona de asentamiento gitano, con ese espíritu andariego y errante. Tuvo un protagonista sorprendente. Stepan Gritsay es hijo de una las primeros violines de la orquesta que además es su primera maestra. Tiene catorce años y toca desde muy temprana edad. Lo hizo con soltura y paseó por trinos, glisandos, escalas, etc. dicho con un arco seguro y una digitación impecable y a pesar de su corta edad supo transmitir una buena dosis de sensibilidad. El maestro Lhez puso todo su cuidado para que la orquesta sea un adecuado marco sonoro.
A partir de ese momento todo fue del sinfonismo latinoamericano. Para los que no conocen es preciso indicar que hoy ese sinfonismo está presente en cualquier sala de conciertos del mundo. Llegó la corta pero atractiva sinfonía del mexicano Carlos Chávez en estreno para Salta. Se trata de una página basada en melodías originarias de los indios del noroeste de México, lindante con la baja California. De llamativa percusión y plagada de frases obsesivas, la breve obra esta dividida en los conocidos “allegro”, “lento y melancólico” y “allegro”.
Los cuatro movimientos de la Bachiana Brasileira nº 2 representan cuatro visiones de la juventud del autor. Morosos los dos primeros cantos para llegar a los dos últimos cargados del típico colorido carioca. Villa-Lobos estudió en París y asumió la vanguardia de su época. Con ella y su admiración por la construcción musical de Bach, intentó incursionar con esa barroca forma, un tipo de música nacionalista consiguiendo un lenguaje llamativo y admirable.
Finalmente la música del venezolano Evencio Castellanos. Alegre, rítmicamente exigente, una fiesta sonora que de inmediato me trajo el recuerdo del primer maestro de la orquesta que la estrenó en nuestra ciudad. El fugado final busca lucir a los distintos sectores instrumentales y lo consigue con creces. La leyenda corresponde a una cruz sin Cristo que es ícono de los cristianos de esa zona caribeña.
El maestro Lhez condujo con notable musicalidad. Lleva en la orquesta nueve años como maestro preparador y cada vez que le tocó ponerse al podio, fue una muestra de progreso en su capacidad artística. Es un hombre valioso para la orquesta y los diferentes directores titulares han sabido apreciar su trabajo al punto que su preparación da la sensación que siempre fue de utilidad para ellos. La aprobación del oyente en esta presentación reveló su calidad, su ya fluida comunicación con el intérprete y además, lo que es más importante, el apoyo del oyente que reconoce el trabajo bien hecho.