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martes, noviembre 26, 2024

Plus valía: Marx -a Bensi y Bovarines, los obreros de López- y Vicente Nario

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«No me agradan ni la salteñidad al palo ni la argentinidad al palo«- dice Adrián López avanzando sobre la entrevista. Poco a poco va desovillando el armazón teórico sobre Marx para entregarnos un material riquísimo, nodal, explicativo, una suma de conceptos con valor agregado.

Los errores de Cuba a partir de un socialismo mal entendido, los errores de la academia a partir de la ignorancia sobre la teoría de Marx y otros no entendidos pero trascendidos, son materia prima en esta nota a partir del nuevo libro de Adrián López «Duendes, Apostillas y Comentarios. Los perfiles de Marx Volumen III» . Pero el especialista va más allá, además, al proponer nombres sobre quiénes podrían contar Otra historia sobre Salta, que también pasa por su mirada, y da su punto de vista sobre el Bicentenario. ¿V Centenario?

La Biblia de los catastrofistas

¿Por qué están errados los que llaman inútil al marxismo? Porque como a la Biblia, ¿se lo lee en una dirección, porque esos críticos son demasiado serios, porque no comprendieron nada, porque entendieron poco, porque usaron mal la teoría…?

– Como para trazarle una “curva” a tu duda, expresada de un modo tan directo; como para “desviar” un poco la posible respuesta y demorarla, quisiera recordar que el nuevo texto –que sería el séptimo que hilvano y deshilvano…- fue dedicado a dos amigos que murieron en el trágico 2008 –fue ese año, en agosto, cuando me fracturé mi mano derecha en un accidente laboral, lo cual relato en una nota al pie en la “novela” en torno a Marx, a sus “perfiles” (hay notas que no están al pie, sino insertas con asteriscos en el cuerpo “central” del palimpsesto, estrategia empleada para diseminar lo que se talla, pero en su “núcleo”, sin aguardar al espacio marginal, marginado de las notas, que al cabo, nadie o muy pocos, leen –yo lo hago siempre; no podemos descuidar las notas…)

Uno de ellos era Agustín Bensi, el padre de María Ángeles Bensi, una colega muy querida de la facultad. A él lo conocí hace tiempo, en 1996, a poco de hacerme amigo de María. Era un tipo sorprendente, genial, te diría: autodidacta; podía charlar de todo con mucha amenidad y solvencia. Falleció por complicaciones ocasionadas por su diabetes; no pude estar en su sepelio porque no me pudieron ubicar para avisarme –fue una de las cosas que me condujo a usar celular, lo que después provocó mi accidente… (y ahora he vuelto a las “andadas”, esto es, a los “accidentes” y al celular –risas).

El otro era un empanadero, ex ypefiano, que lo conocí en Ciudad del Milagro, también para la misma época. Cuando era estudiante y tenía menos dinero que hoy –sigo sin demasiada plata todavía, pero entonces realmente, era re laucha-, de tiempo en tiempo, comía algunas empanaditas en su puestito al aire libre, que siguen atendiendo sus hijos, los fines de semana. Después, comencé a ir a almorzar a su casa, en la pensión que daba para obreros de la zona -iban desde electricistas, cortadores de césped, albañiles, etc., hasta ingenieros… Se organizaban algunos asaditos, de los que a veces participaba; a Pedro Bovarines, así se llamaba, le encantaban las empanadas, el vino tinto y escuchar tangos y partidos de fútbol por radio, excepto los partidos “importantes”, a los que miraba por tv.

Murió de una larga agonía por cáncer y en su caso, sí pude acompañarlo hasta su última morada.

Quería relatar eso porque un escritor, un investigador es alguien que se encuentra, aunque no lo sepa o no lo quiera conocer, atravesado por un montón de situaciones que lo tatúan, que le dejan huellas. Por eso es que yo, en mis libros, dejo señas de “pequeñas” anécdotas; como para que otros posean su voz, sus devenires en medio de o a la par de los míos.

Yendo pues, a lo que me preguntaste, uno de los ejes que podría sugerir es que el amigo de Engels fue comprendido de una forma canónica porque se lo hizo una Biblia y se lo convirtió en una Biblia, a causa de entendérselo de manera dogmática. En la emergencia de ese círculo vicioso, contribuyeron los aparatos partido leninistas –ver http://www.salta21.com/Que-significa-ser-marxista-para.html. En este punto, hago un alto para decir que es necesario diferenciar entre cierto Lenin, que no canonizó a Marx y otro, que sí lo hizo y que lamentablemente, fue el que más incidencia tuvo en los partidos de izquierda –sin embargo, no puedo efectuar una mención explícita de en qué textos, se revela el Lenin no dogmatizador de Marx (uno de ellos es obviamente, El Estado y la revolución; otro es su “testamento político”…).

Otro elemento, fue la impaciencia militante, que resultó desastrosa en los años ‘60 y ‘70 en América Latina, con una imaginería revolucionaria que condujo a prácticas terroristas –secuestros, magnicidios, robos espectaculares a bancos, etc. El compañero de Engels profirió que la revolución no es terrorismo y que no se vuelve comunista a las personas, pisoteando su fe, sus ideas, etc., es decir, no se hace socialista a la gente contra su voluntad; es impostergable contar con ellos, precisamente –si no, ¿de qué revolución hablamos? (de ahí que haya sido un grueso error que en Cuba se prohibiera la religión católica, la visita del Papa, determinada música, como la de… ¡The Beatles! –todo eso le ocasionó un inmenso mal a la causa marxista, para expresarme como Lacan con relación a Freud).

Otro componente fue el catastrofismo apocalíptico de los leninistas. Julio Quintana siempre me objeta esa generalidad; su opinión es que son muy pocos los partidos que se reclaman leninistas que son en el fondo, leninistas y de tales organizaciones, son escasas las que sostienen que el capitalismo es un sistema senil. El asunto es que para mí –y tampoco puedo argumentarlo ahora-, el orden burgués es un modo de producción joven y por ende, no es viejo ni está próximo a desaparecer. No está rebosante de salud, pero su ocaso no se halla a la vuelta de la próxima crisis mundial, financiera o no. Si se me apura con un pronóstico acerca de lo que todavía le queda al capitalismo, a pesar del deterioro ambiental que ocasiona, podría arriesgar que tiene para unos 200 ó 300 años más… Of course, eso no significa que uno deba esperar que el régimen actual se desmorone por sí mismo o que no ocurran acontecimientos inesperados que trastoquen el diagnóstico, pero estoy cada vez más seguro que el capitalismo no está a punto de desmoronarse.
Lo cierto es que esa visión catastrofista y apocalíptica de la historia, condujo a estrechar a Marx en profecías y dogmas.

Lo que queda por enunciar es que la lectura de impronta leninista y que es la que no comparto, no es una interpretación equivocada o falsa; es una comprensión determinada que eso sí, tiene consecuencias –cf. http://www.salta21.com/Hacia-el-amanecer-de-otra-practica.html. Lo que propongo es una interpretación diferente de Marx, alejada lo más posible de los esquemas leninistas, sean atribuibles a Lenin, a los leninistas, a los partidos, a las diversas Internacionales posteriores a la Primera, etc.

Cómo será que la marca leninista es fuerte, que incluso los manuales que “explican” las teorías del nacido en 1818, en el fondo, desarrollan las ideas de Lenin sobre Marx. Por esto es que a veces, afirmo que es urgente construir un Marx sin “ismos”, aun cuando haya dicho que en realidad, no es posible, dado que siempre leemos situados en un “is(t)mo” –las dos cosas son genuinas y hay que arreglárselas con la contradicción y la imposibilidad…

Mi “plan” general es “anarquizar” al compañero de Engels, mostrando que su noción de socialismo era bastante anárquica y más radical de lo que se concretó en el siglo XX, y en simultáneo, “marxistizar” a los anarquistas, por cuanto si bien llevan razón en que los “males” del orden burgués son la propiedad privada y el Estado, descuidan otras cuestiones que Marx planteó y que son sustanciales –una de ellas, es el asunto referido a qué es el tiempo (trataré de explicarlo luego).

La Matrix

¿Cuál fue el objetivo de los Borradores o Grundrisse, de El Capital y de Teorías sobre la plusvalía de Marx y qué te interesa puntualmente dejar en claro?

– Es otra inquietud que consumiría una vida, Romi. No obstante, veré qué sale –sin embargo, ir a http://www.salta21.com/Adrian-Lopez-ese-otro-Marx-sin-las.html.

jpg_hi-9.jpgPrevio al boceto de respuesta, cabe afirmar que la mayoría de los sociólogos y por supuesto, una abrumadora cantidad de militantes, no abrieron nunca el libro primero de ninguna de las tres obras citadas, lo que es una de las condiciones que ocasiona que se siga repitiendo a Lenin y su propuesta, que para mí, está caduca en más de un aspecto, en particular, en el organizativo –el sistema es tan astuto, tan inteligente, tan de Matrix, que hay que ser ingeniosos y no repetir una y otra vez, estructuras que ya son previsibles para el capitalismo.

Los Borradores, que es sobre lo que hablará la serie de cuatro libros que ya mencioné, son una perspectiva inusual en torno al modo de producción orientado por los burgueses. Existen quienes ponderan que son una versión preparatoria de El capital. En los Grundrisse, asoma el primer boceto de la caída tendencial de la cuota de ganancia, que fue muy criticada por los economistas no marxistas.

Otros, sopesan que son una perspectiva alterna y es la que prefiero. Uno de los motivos es que allí, en el tomo II de los Borradores, el exiliado en Londres imagina que el régimen actual, arribará a una fase de automatización en la que el grueso de la producción en todos los niveles, la hagan máquinas. Es un capitalismo de Star Wars, una idea muy osada que no reitera de nuevo y que ni es aludida en los tres volúmenes de El capital ni en los tres tomos de Teorías sobre la plusvalía, a los que estudié en múltiples circunstancias, lo que al menos, en Salta, jamás se efectuó –menos todavía, en una facultad que elogia a los posmodernos, el ecologismo apolítico, el feminismo new age y talibán, el indigenismo de folklore, etc.

En lo que se refiere a la majestuosa serie de El capital, su objetivo es ofrecer un análisis de la lógica burguesa y de los procesos históricos. ¿Es un intento científico? Acá es donde me aparto de la ortodoxia, sea o no leninista, porque sostengo que a Marx no le importaba si hacía o no ciencia; lo que le interesaba era realizar una crítica del orden existente. De la ciencia, los científicos, etc., era desconfiado; ya lo dije.

Tampoco es central su concepto de “modo de producción”, que sí es nodal en el leninismo. En los Grundrisse, en el libro primero, muestra que constatamos etapas históricas en las cuales no es posible definir un modo de producción determinado. Por esa causa, es que la categoría de “formas de economía y sociedad” o de “formación económico social” es empleada por Marx para describir tales comunas, las que no son un modo de producción en sí –las centurias a las que alude, son las conectadas con la periferia del orden feudal en disolución hacia el capitalismo. Tradicionalmente, se aceptaba que la noción de “formas de economía y sociedad” era el correlato de la de “modo de producción”; lo que afirmo es que la primera es usada por Marx cuando no puede emplear la segunda porque la Historia no lo permite; no es una idea que es simple “compañera” de la otra… No obstante, lo que desempolvo hoy con total sinceridad y así de directo, no lo pude enunciar con esa claridad en mi propia Tesis, a raíz de que es una sentencia tan poco ortodoxa que hubiera terminado de escandalizar al Jurado que arremetió contra mis investigaciones.

Sigamos. En las imponentes Teorías sobre la plusvalía, destaco una mirada distinta alrededor de la dialéctica repudiada entre base y superestructura. Para decirlo rápido, en el leninismo, se entiende que la base es la estructura económica de una sociedad y que la superestructura, son las ideologías y el Estado, entre otros elementos. Bien; Carlitos expresaba una perspectiva más, muchísimo más intrincada en torno a esa dialéctica. No puedo detallarla aquí, pero una de las consecuencias que se desprende es que si base y superestructura oprimen a los hombres y si el socialismo debiera ser el comienzo del fin de innumerables maneras de opresión, entonces lo “ideal” sería una sociedad sin esos esquemas déspotas –habría pues, una comunidadflujo -es un concepto que esgrimí antes de que se tradujera al castellano el texto Derrames…, del amigo de Guattari-.

Pero lo más inquietante de todo eso, es que si alguna vez se pudiera hacer una revolución a lo Marx –que era más radical y “extrema” que el sueño más loco de los anarquistas más “locos”…-, el marxismo ya no sería útil. Esto es, el marxismo de Marx, caducaría. Por ello es que no es un canon; los dogmas son “eternos”, atemporales. El pensamiento de ese Mio Cid que es Carlitos, por quien escribí y escribo su “poemario”, su “novela”, su “literatura”, es un pensamiento de la Finitud. Es en consecuencia, no teológico, no metafísico, no ideológico e incluso, “no político”, en el medida en que la política también es algo que habrá que olvidar luego de la rebelión azulada de amores y sudores que sabremos conseguir –como tallaría Gelman (¿vendrán a nosotros, en nosotros amoressudores para el azul de la revolución?).

Cité a(l) tiempo; hace un momento y hace rato. Uno de los aportes que alucino haber efectuado en el campo marxista, además de la dialéctica del Desvío y de la teoría de los grupos –ver http://www.salta21.com/Los-multiples-significados-del.html , es la explicitación de lo que parece ser la concepción de lo temporal en Marx.

Siendo jóvenes, con Engels dicen en La Sagrada Familia que habría que conquistar el tiempo. No pude consultar la versión en alemán, pero intuyo que lo que en el fondo, estaban sosteniendo es que habría que diluir lo temporal. De cualquier manera, conquistar el tiempo implica derrocarlo, derrotarlo, lo que es una forma de prescindir de él, ¿no? –cf. Remolinos y circunvalaciones… en http://www.fisyp.org.ar/WEBFISYP/REMOLINOSYCIRCUNVALACIONES.pdf.

El socialismo tendría que ser entonces, no únicamente el ocaso del Estado, de la propiedad privada, de la mercancía, del dinero, del mercado, de las diferencias sociales, de las modalidades de poder, de las formas de exclusión, de base y superestructura, sino que debiera ser el fin del tiempo, al menos, de cierta experiencia de lo temporal. Bastante loco… –llegando a mi “edad media”, “que el cielo me libre de cordura”.

Después de una revolucionaria teoría

¿Qué hay después de Marx? Hago esa pregunta porque con Freud se sabe qué hay después.

– Comencemos con Freud, con el otro de Marx. Aquí, en el modo de encarar tu inquietud, insiste una estrategia que radica en desplazar lo que vaya a reflexionar, mas, no para denegarlo, reprimirlo, eludirlo, suprimirlo, etc., sino para ingresar por una “rotonda”, por una línea tangencial, por un desvío, a lo que se me interroga. Es por descontado, la estructura con la que gubio, como un artesano de la madera…, mis “tejidos” y con la que leo lo que consulto. Con esa táctica, cuando leo, se me hace patente lo que se excluye, lo que es nodal, etc., en un autor y por contraposición, lo que se marginó y se imaginó central en él. En paralelo, ello me permite “inventar” miradas “aberrantes”, insólitas, raras, especiales, en derredor de algunos.

En la mayoría de los libros de mi autoría que se esparcieron, el “tema” se ubica en el subtítulo, corrido, desplazado del título, que es un (mal) anuncio de lo que se abordará, pero que es ineludible para contrabalancear lo que pueda haber de incompleto, de insuficiente en el subtítulo mismo. En otras ocasiones, el título era por sí tan contundente, que implicaba lo que ahora despliego: es el ejemplo de Las sombras de Marx –ir a http://www.fisyp.org.ar/modules/tinycontent/index.php?id=60.

Lo descrito se integra con la estructura de circunloquio de mis frases. Para resumir, pienso, actúo, procedo mediante desplazamientos, circunloquios y desvíos.

Alejándome de este circunloquio y de sus desplazamientos asociados, regreso a lo que pretendía cincelar alrededor de Freud.

Puedo decir que es una esquematización sopesar que el Psicoanálisis es la hipótesis de que todo no es más que sexo y sexual. Puede que esa haya sido la postura del vienés muy al principio de sus dinamiteras obras, pero en Tótem y tabú sostiene que aquella idea es propia de los neuróticos, que son medio perversos, en el sentido de poner en el centro el sexo y lo sexual, cuando existen múltiples dimensiones de lo humano. Incluso, determinado Lacan afirma que somos libidinosos y lujuriosos –lo dice en El Yo en la teoría de Freud…-; ésa es una interpretación neurótica del vienés y del Psicoanálisis –lo que no significa que trate de neurótico a Lacan, no sea que me agencie la animosidad de los lacanianos.

Hay sin duda, un “después” de Freud, que es el suegro de Miller; el tema no es qué pasa luego de un nombre así, sino si podemos prescindir livianamente de alguien de esa estatura, como lo hacen con cierta ligereza Foucault, Deleuze y los leninistas. Verdad que el iniciador del Psicoanálisis era medio reaccionario, conservador y hasta geronte, pero de ahí a considerar que es un bolu… hay mucho trecho. Cierto que existe alguna complicidad entre Psicoanálisis y defensa del capitalismo, pero el descubrimiento del Inconsciente es algo maravilloso; es realmente, genial. Verdad que en Lacan hay un sinnúmero de cosas para criticarle –su misoginia, su homofobia (era de la opinión de que los homosexuales son incurables…)-, mas, sus teorías no son “brujería”, como esparce Mario Bunge, que lo único que hizo fue repetir a Popper y encima, mal.

Con el padre de Laura y con Engels mismo, acontece igual: de cuando en cuando, asoman aquí y acullá, Tonis Negri que declaran muerto y superado a Marx, poniendo en otro lenguaje, en palabras esotéricas, lo que Engels y Marx articularon, pero no será viable un futuro sin Marx, sin Engels, aunque también haya que aprender a desprenderse de ellos, a idear un marxismo sin determinado Marx, sin cierto Engels –otra vez, las dos cosas son genuinas y es impostergable arreglárselas con la contradicción y con la imposibilidad. Llegará un instante lejano en que el marxismo, aun el de Marx y Engels, será caduco, pero mientras tanto, habrá que articular determinado marxismo con Marx y Engels, y sin ellos; así, todojunto –por eso es que mi “auto presentación” en la “presentación” del “caso Marx”, es una exposición de lo que no se leyó en él y de lo que le hago decir; es un desarrollo de él y de mis propias elucubraciones, de lo que pienso a medida que ex/pongo a Marx y de él en la proporción en que desarrollo mis tenues ideas. De ahí que hable de sus perfiles, de los costados que nos dan la sensación de que no es una foto bidimensional, sino de que fue un sujeto múltiple de dimensiones múltiples, que habrá que recorrer, paciente, placientemente, a cuenta gotas, tranquilos, como se degustan un buen vino, la paz, el amor, una mujer y la alegre anarquía.

“Perfiles” también porque no se tienen más que contornos, “sesgos”, nunca una figura “completa”, siempre (es) provisional.

Uno de los “entrecruces” discursivos que permitiría ir preparando el día en que Engels y Marx ya no sean inevitables, es el constituido o formado por la Semiótica, el posestructuralismo, Borges, Proust, Borges, el Psicoanálisis y de nuevo, Borges. Parafraseando lo que presuntamente, esparció la académica Josefina Ludmer, es necesario asimilar con detalle todo Nietzsche, Peirce, Marx, Freud y Lacan. Son los “zócalos” desde lo que nos situamos en tanto “occidentales”…, y son los que nos permitiría fugar, huir de Occidente, de lo occidental, y de lo occidentalizador, occidentalizante y occidentalista.

Salta desde el marxismo

Hoy, ahora, ya, ¿cómo se ve nuestra Salta del Bicentenario en un análisis marxista?

– Existen para ello, personas más competentes que yo, aunque haya quienes me urgen a que redacte una Historia de Salta, al menos, de algunos tramos. Por ejemplo, el Sr. Carlos Balmaceda y otros no titulados como él, son verdaderos eruditos en el terreno. En la universidad y a pesar de un sinnúmero de diferencias con ellos, que son políticas, epistemológicas y hasta personales, los que integran el equipo de la Esp. Marta Pérez y del Lic. Rubén Correa, también son los más idóneos para hablar de la historia de Salta.

Lo que protestaría es el festejo del Bicentenario en sí; los indígenas tienen razón; es una celebración de un genocidio y etnocidio; es un “V Centenario”, pero para consumo local. Sé que lo que enuncio será irritante y me hará asomar anti patria, y es que no creo en la Patria, ni en la Argentina ni en ninguna. Las naciones, los Estados son algo obsoleto; son corrales mentales que no nos permiten asumirnos como “ciudadanos” del planeta.

No me agradan ni la “salteñidad al palo” ni la “argentinidad al palo”. Recurrentemente, se me escupe que si así pienso, que debiera emigrar. No veo por qué; no me gustan las religiones, pero no por eso me dedico a dinamitar iglesias –por lo único que tendría que irme sería por el sufrimiento del acoso laboral, pero soy yo el que lo decidirá y no quienes lo desean ansiosamente.

En torno a Güemes, que es un eje que aflora de vez en cuando, puedo adelantar que para mí no lo baleó una partida de realistas, sino que lo asesinó alguien de su guardia personal, con la complicidad de las clases dominantes vernáculas, que lo detestaban, al punto de ser capaces de acometer un magnicidio –una de las pruebas de lo primero, es que las armas de 1820 eran de poco alcance, por lo que el disparo provino de su propia guardia; la prueba de lo segundo, es que los españoles no podrían haber ingresado a una aldea sin el silencio complaciente de los salteños explotadores de la época.

Indicado lo anterior, ¿era Güemes un Artigas? No; mi diagnóstico es que nuestro “héroe gaucho” se volcó a los paisanos por realismo y cálculo políticos. La oposición de las clases dominantes de Jujuy y Salta era de tal inquina, que no le dejaron otro recurso. Habría que comprobar qué hubiera efectuado sin ese contexto adverso, mas, ello es hacer “historia ficción”. Es decir, Güemes no era tan “heroico” ni era tan “gaucho”… –y me apeno si existen reacciones, que seguramente, las habrá, pero es lo que analizo (tampoco eran dechados de virtudes los centralistas y “salvajes unitarios” próceres de la Independencia…).

Así habló…

Tu hábito irónico, tu discurso jugado y espontáneo, tan racional como emocional, atraviesan toda tu escritura. Pienso en “Así habló Zarathustra”. ¿Cómo leemos tu obra? A lo Eco: ¿cuál sería el buen lector de tu libro?

– Te agradezco que considerés que lo mío ya es una “obra”; por mi parte, no lo sé todavía; es el tiempo, su maldita tiranía, lo que acaso lo suscriba o no.
Te agradezco también, el elogio de compararme con Nietzsche, al menos, en el estilo, si es que mi ego no me traiciona –que bien puede desbaratarme; nadie está exento de eso. Sin embargo, el filósofo germano es petulante; enuncia y muy en serio, que no entiende cómo ni por qué escribe tan “buenos” libros, cuando lo plausible es que Nietzsche sea un pensador mediano, con algunas obras notables, como el Así habló… Lo interesante de él son más bien, los nietzscheanos, al contrario de lo que sucede con Marx, dado que él sigue siendo más importante que sus glosadores o seguidores –no obstante, no se puede ignorar a Nietzsche (le efectué críticas; pueden consultarse en http://www.fisyp.org.ar/modules/news/article.php?storyid=407).

Yendo a lo que largás y aunque haya recordado a Proust, cuando dice que un autor es un lector potencial de sí mismo, no sé qué sería un “buen” lector. Tal vez, que vaya munido del lema “tendrás que desaprender casi todo lo aprendido”, dejando a un costado sus preconceptos, como lo aconseja mi querido Yoda, en el Episodio V –que es el mejor- de la mítica Guerra de las Galaxias. Y en lo que a mis libros se refiere, debiera estar dispuesto a aburrirse también un poco –risas-; son extensos mis palimpsestos y siempre en torno a una obsesión, que es Marx. Para colmo, el séptimo texto difundido es académico; no es de divulgación, como Remolinos y circunvalaciones…

Si me permitís una licencia para al fin terminar, querría que incluyeras un fragmento de un poema, no de mi autoría –no te asustés (risas)- sino de otro marxista o marxiano leninista, como suelo enunciar. Es un remake de “Elegía” de Miguel Hernández –el artículo completo puede abrirse en http://www.fisyp.org.ar/modules/news/article.php?storyid=447.

[Marx, compañero, tantas] urgencias

se agrupan a nuestros costados

que por doler,

nos duele hasta el aliento

[…]

A las aladas almas

de nuestras banderas

te requerimos,

que tenemos que hablar

de muchas cosas

compañero del alma,

compañero

– [*] I Parte de la Entrevista

El barbado de Prusia, circunloquio sobre el nuevo libro de Adrián López

http://www.salta21.com/El-barbado-de-Prusia-circunloquio.html

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